domingo, 26 de junio de 2011
35
6
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Hoy es mi cumpleaños.
35.
Eso que está ahí arriba soy yo. Y comienza a gustarme mucho esto de buscar la visión que perdí cuando era niña.
Llevo celebrando el cumpleaños quince días, de la mejor manera que sé. Con amigos.
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6/26/2011 10:38:00 a. m.
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lunes, 6 de junio de 2011
De 2007 a 2011
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En 2007, escribí ocho cosas que no he hecho últimamente o nunca y que me apetecen.
He sonreído mucho al verlo.
1.- Vivir completamente sola en un espacio abierto que pueda considerar propio. Y no me refiero a comprar una casa. Yo con un piso amueblado (pero amueblado bien: nada cutre) me conformo.Ya vivo sola, desde hace un par de años. Y desde el primer día pienso que se me tiene que ir mucho, mucho, mucho la cabeza para volver a compartir mi espacio con alguien.
2.- Viajar. Viajar sola. Que eso es un problema, porque soy mujer. Me refiero a viajar, no a desplazarme para ver a los que están lejos. Y me refiero a viajar sola porque no tengo pareja y me temo que no voy a tener a nadie con quien viajar.Me fui a Nueva York. Y me voy a París.
3.- Ponerme a dieta. Tener la suficiente fuerza de voluntad para ponerme a dieta y perder los treinta kilos que me sobran (que todo el mundo dice que no son tantos, pero son treinta, os lo digo yo, que soy la que los peso) y estar monísima de la muerte. Bueno, monísima no. Delgada. Que es distinto. En fin: que esto no me apetece una mierda, pero tengo que hacerlo.Estoy en ello. He perdido seis kilos. Me siguen sobrando 24.
4.- Tener un trabajo de lo más estable, con unos horarios definidos, con tiempo libre para ir al gimnasio, leer, cocinar y asumir lo que pienso que es "una vida adulta" y que algunos de mis amigos (algunos de mis amigos con casa propia, pareja y queriendo tener niños, que tiene bemoles la cosa) definirían como "una vida burguesa".No tengo trabajo estable, pero sí horarios definidos. Mi vida tampoco es adulta. Creo.
5.- Leer. Leer sin que nadie ponga la tele, sin que nadie te moleste porque estás muy callada (¡coño, estoy leyendo!) y escribir en las mismas condiciones.Hecho. Vivo sola.
6.- Aprender a mirar para hacer fotos (que debería ser cuando tenga un trabajo estable por fin y pueda ahorrar para comprarme una cámara digital réflex).Tengo dos réflex. Sigo sin saber hacer fotos. Sé mirar fotos, pero no mirar a través de un visor.
7.- Ir a Suiza y tomar un café con una persona a la que no voy a ver nunca. Esto lo quiero desde hace siete años y no va a ocurrir, pero lo sigo queriendo. Antes vivía en Madrid, ahora en Suiza, así que me cae más lejos. Pero tuve la mala suerte de conocerle por internet y él no conoce a nadie en la vida real a quien haya encontrado por la red. Así que me moriré sin oírle la voz ni ir con él al cine ni mirar un atardecer extremeño lila. Y la verdad es que genera una frustración horrorosa. Se pasa con el tiempo, porque ya hace siete años y no afecta tanto. Pero desgasta que es una barbaridad. A él no, digo: te desgasta a ti. Que es peor, dónde va a parar.Eso sigue igual. No la he visto nunca ni la voy a ver. Han pasado once años. Por el camino, me encontré con otro con el que tampoco me voy a tomar un café.
8.- Esto... No se me ocurre nada. Aprender. Ésa es la octava. Aprender muchas cosas. Más bien, aprender todas las cosas, porque desde hace no sé cuántos años -no lo quiero ni pensar- estoy completamente plana y estancada.
Se supone que aprendo, pero nunca tengo la sensación de estar aprendiendo nada.
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6/06/2011 11:40:00 p. m.
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jueves, 2 de junio de 2011
Barcelona
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La semana que viene me voy a Barcelona, con una promesa incumplida porque sí he tardado cinco años en volver. En Barcelona está mi más viejo amigo, que no el más antiguo. Le conocí por la red, porque yo a la red nunca le agradeceré lo suficiente algunas cosas, en el mismo tiempo en el que Neno llegó a serlo todo (todas las palabras, todos los libros, todo el cine y todas las ideas) y me dibujó sin haberme visto nunca, con el yin y el yan en un ojo y en el otro una paloma. Guaya, que en realidad se llama Joan, me lleva 38 años, pero yo no lo sabía cuando debatía con él de política y de literatura y de normalización lingüística y de sida y de homosexualidad. Yo lo supe mucho, mucho más tarde.
En Barcelona también está mi amigo más joven. Se llama Pablo y escribe y un día me preguntó por qué escribía yo (porque siempre lo he hecho, cariño: no hay otra razón). Pablo me gusta porque me recuerda a lo que yo fui hace diez años y porque es mucho más valiente de lo que yo lo fui y porque hay textos suyos que me hacen mirar el ordenador con la mirada que yo pongo cuando sé que voy a aprenderme un texto o una cita: cuando algunas palabras van a empezar a formar parte de mí.
A Pablo lo encontré en el mismo lugar que a Marc y a David. Marc siempre ha sido una mano, un corazón muy grande y mucho cerebro. Y David... bueno: estos dos llevan tantos años en tantos sitios (un foro de cine, Facebook, blogs, Flickr...) que a veces sé que me los voy a encontrar en cualquier parte.
Varios años más tarde llegaron los demás. Silvia y sus crónicas, Carlos y su agudeza. Y Miguel, que lleva mucho tiempo resolviéndome problemas, de varios tipos. Y Pertur. Y Emiliano, al que tengo muchas ganas de volver a abrazar. Y Neus, a la que quiero escuchar de nuevo. Y Rubén, Dwaitt, que me acoge en su casa porque desde que nos leímos por vez primera en el Foro de Nueva York caímos rendidos el uno a los pies del otro.
Y un niño pequeño al que no sé si voy a retratar, al fin.
Hay un par de razones por las que voy ahora.
De todos modos, la razón principal es un hombre.
Y no vive en Barcelona.
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6/02/2011 12:00:00 a. m.
Etiquetas: Barcelona, Diario de navegante, Paupablo, Pertur
lunes, 30 de mayo de 2011
16
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De mis 16 recuerdo varias cosas y, salvo una pelea con un profesor que duró todo el año y con el que me reconcilié más tarde, todas tienen que ver con la misma persona. Él de espaldas, mirando unos árboles (la memoria guarda fotografías, no películas): "qué bonito es esto, qué bonito". Sonriendo mientras me respondía: -¿qué te estás leyendo? -Las obras completas de William Shakespeare. Tocando la guitarra, cantándome Yolanda (años más tarde, varios años más tarde, dos amigas mías se la aprenderían para cantármela como regalo de cumpleaños en lo que ha sido, hasta la fecha, de hecho, uno de los mejores regalos de cumpleaños que he tenido jamás), enseñándome quién es Silvio Rodríguez y que, ciertamente, nadie canta Al Alba como Rosa León.
Esos son mis recuerdos de los 16. Y una libreta con músicos de jazz en la que me escribió para decirme que con él había hablado mucho pero con los demás no y que terminaba con un te quiero.
Siempre me ha pasado eso. Al final, sospecho, cierta clase de hombres me recuerdan los unos a los otros. Carlos me recuerda a José María que me recuerda a Jordi que me recuerda a Raúl. O quizá es que a mí solo me gusta cierta clase de gente.
Luego yo me largué a Sevilla y nos vimos una vez cada dos años. Hace más de una década que no me lo encuentro. Me he acordado de él de tanto en cuanto, muchas veces. Ni siquiera sé por qué ocurre que haya gente que sigue siendo importante en tu vida o para tu vida sin que les hayas visto más después.
Hoy me he topado con su blog, en la red: "La última vez que te vi fue en televisión, comentando sobre los Carnavales, con la misma voz dulce y la misma mirada inteligente".
Ni siquiera pensaba que se fuera a acordar. Pero me ha respondido con un enlace a Google Maps: la calle donde nos vimos por última vez. Yo ni siquiera había comenzado a trabajar. Luego me iría a Melilla.
Me he pasado el día sonriendo. Resumiéndole qué he hecho desde que no le oigo cantar. Y diciéndole lo que ya sabía: que me gusta mucho desde hace mucho tiempo.
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5/30/2011 10:59:00 p. m.
Etiquetas: Carlos de Benito, CKDexterHaven, Jmm, Pertur
martes, 24 de mayo de 2011
Que sí, que yo ya lo sé
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Que al final las asambleas se transforman en aparatos, cuajados de estructuras de poder. Que todo movimiento tiene unos líderes. Que el pensamiento único también se filtra en quien quiere ser revolucionario. Que tendemos a imponer nuestras ideas sin escuchar, porque no sabemos escuchar. Que estamos llenos de prejuicios. Que cambiar el mundo es imposible. Y cambiar el sistema quizá también lo sea. Que una democracia solo es participativa si hay personas que quieren participar. Que la horizontalidad es muy bonita pero no es efectiva (y sin embargo, hubo una vez un pueblo que no conocía la palabra jefe). Que va a haber que luchar contra nosotros, también.
Yo ya sé todas esas cosas.
Pero no puedo quedarme en casa.
Y no voy a quedarme en casa.
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5/24/2011 08:40:00 p. m.
Etiquetas: Democracia Real Ya
jueves, 19 de mayo de 2011
Democracia Real Ya. Y una asamblea
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No recuerdo el tiempo que hace que no voy a una asamblea. Creo que la última fue en otoño. Un otoño sevillano, fresquito, en la Alameda de Hércules, cuando iban a cambiar la fisonomía de la plaza. En todas las ciudades que amo, en las dos que amo, se dedicaron a sustituir la vida por granito, para impedir que la gente estuviera en la calle, se sentara en los bancos. Se confina al ciudadano al espacio privado y luego, a muchos les coge con el pie cambiado que decidan tomar el espacio público.
Hoy voy a una asamblea. Me manipula no recuerdo quién, porque yo no tengo pensamiento propio, ya lo saben. De hecho, llevan tanto tiempo manipulándome que nadie entiende que pueda decidir, individualmente, sumarse a una protesta sin unas siglas detrás, sin una organización registrada y subvencionada detrás. Esta clase política censora, que gusta tanto de prohibiciones hipócritas, piensa que todos somos niños de teta. Procuraron que así fuera: crea un pueblo inculto y tendrás una población adocenada.
Comenzaron hace mucho: al principio, se nos miraba con simpatía, a los antisistema. Huy, pues esta gente ha creado el Foro Social; huy, pues esta gente protesta en Seattle. Qué monos son, quieren un mundo más justo. Y luego, la etiqueta.
Antisistema. Primero, con mucha gracia. Luego antisistema ha llegado a sonar tanto a terrorista que todos se apresuran a decir que no son antisistema. Yo sí lo soy. A mí este sistema, que me lleva negando el futuro más tiempo del que puedo recordar, me ha dado siempre un por culo que no veas.
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5/19/2011 06:47:00 p. m.
Etiquetas: Democracia Real Ya
jueves, 12 de mayo de 2011
Srta Bradshaw
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No vive en el 66 de Perry Street, pero se está quedando en el Upper West Side. Allí, en la calle 73, hay un Alice's Tea Cup que podrá servirle, quizá, de refugio contra las tormentas. Porque va a haberlas y ella lo sabe y porque la primera llamada a casa cuando una ha decidido irse seis meses siempre resulta dura y porque no están los de siempre y...
Se dejó el alma en ese lugar hace mucho tiempo, como la dejé yo, que todavía deshojo la margarita sin comprar un billete de avión porque me dan miedo las negativas que pueda encontrarme. Se dejó el alma y fue a recogerla. Por si seguía allí, agazapada entre los árboles de Riverside Drive, en alguna de las verjas de Pomander Walk, en Central Park o en el puente de Brooklyn.
O en Times Square. Cuando llegó, le hizo una foto a esa esquina bulliciosa y escribió: "I'm at home".
Estoy en casa. Con toda la mezcla de nervios, de miedo, de expectación y de alegría.
Lo he dicho muchas veces. A ti también. Que las ciudades se llevan dentro, niña. Cuando llegué, me sorprendí a mí misma sabiendo que Nueva York me había enseñado a mirar de otra manera y que había pasado a formar parte, en 20 días, de esos lugares donde soy más yo. Como Sevilla. Como Madrid.
Volverás a pasear de noche, con calma, por el Financial District. Volverás a pasar calor, a descubrir cómo llegan el verano y el otoño, a ver la exuberancia humana de Bryant Park: lloverá y hará sol. Te desesperarás. Y será duro. Pero a mí eso no me importa, porque me importan más la valentía, el afán de búsqueda que tú sí tienes y yo perdí, las risas y los amigos que te esperan. Los que vendrán. Tu manía de comenzar una y otra y otra vez.
Ya lo sabes. Aunque el techo se te caiga a pedazos, qué bueno es estar en casa.
Ve al Legal Grounds. Que te sirvan un café y un muffin de canela. Salúdame a los niños. Y cruza el Puente de Brooklyn por mí.
Feliz cumpleaños, Bea.
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5/12/2011 06:00:00 a. m.
Etiquetas: Bea, Cumpleaños
lunes, 9 de mayo de 2011
Sarah Kay y diez cosas que son verdad
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1.- Que existe al menos una persona encima de la Tierra que no me va a traicionar.
2.- Que cierta clase de ideología y las personas que la sustentan me dan pavor.
3.- Que el machismo se interioriza.
4.- Que escribir me evita los naufragios. O los hace menos malos.
5.- Que si te metes un pico con aire no te mueres.
6.- Que no hay nada mítico en cierta clase de misterio.
7.- Que me puedo enamorar de un guión, una canción, un personaje, como no voy a enamorarme de nadie real.
8.- Que la gente, en general, no me gusta. En particular me gustan algunos.
9.- Que necesito, para viajar, una cámara, una libreta y un bolígrafo.
10.- Que me gustaría mirarte. Uno de estos días.
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5/09/2011 05:33:00 p. m.
sábado, 7 de mayo de 2011
Al otro lado
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No voy a encontrarte.
Pero miro tus fotos. Un beso, una caricia, una voz que me gusta como me gustan tus manos.
Hago una lista con todas las cosas que no haré.
Viajaré a dos ciudades buscando rascacielos, una niebla, caminar hacia el agua, un edificio plateado que brilla como brillan los tapacubos de los coches, una cupcake de zanahoria y un parque con tableros de ajedrez.
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5/07/2011 01:59:00 p. m.
Etiquetas: Nueva York
lunes, 25 de abril de 2011
Los desconocidos son amigos...
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A mí la gente no me gusta. Así, en general. En grupo pueden producirme auténtico pánico. Pero no se me nota, nunca se me nota, porque hablo mucho para no decir nada y porque, cuando estoy aturullada intentando cuadrar mi idea con la realidad que tengo enfrente, me largo a un bar, me tomo un ron, me tomo otro y se me olvida el miedo. O no. Pero lo parece.
Ha habido ochenta. Ochenta, ochenta y algo. A la inmensa mayoría ni les había leído. A otros sí y nunca tuve de ellos la imagen que otros mantienen. Llegó mi capitán, con esas manos que hablan y que no he podido retratar. Y llegó Carlos, por supuesto, Gayolopez. Y nos reconocimos. Al final siempre reconoces a la gente. A los que te gustan.
Nos vemos en el foro, dicen. Y es cierto.
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4/25/2011 11:43:00 p. m.
Etiquetas: Canonistas, Fotografía, Gayolópez, Gomendio, Hamilin, Joan Carles, Jocana, Neus, Urko, Vigape
jueves, 7 de abril de 2011
Una extraordinaria alegría de vivir
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Os explicaré cómo me asalta el deseo de hacer una fotografía. A veces es como la continuación de un sueño. Una mañana me despierto con una extraordinaria alegría de vivir.
Robert Doisneau (1912-1994).
Me gustan los libros porque puedo ser otros. Y escribir porque puedo apresar a otros, y a mí misma, como no soy capaz de hacerlo de ninguno de los muchos modos que existen. Conozco gente cuya mente está poblada de imágenes: reconocen las ciudades sin haberlas pisado nunca, pueden imaginarse tal y como eran hace veinte años, archivan fotogramas como yo me aprendo los poemas. Esa extraordinaria alegría de vivir puede ser, también, la extraordinaria alegría de escribir. Y de decidir querer escribir de otra manera.
De repente, se me apareció el recuerdo.
Marcel Proust (1871-1922)
Escribir fija la memoria. La fotografía fija la memoria. Y, durante todo este tiempo, memoria y fotografía y testimonio han significado casi las mismas cosas. Yo compré una cámara por eso. Para poder escribir, también, como escribo con un bolígrafo, un teclado, una pluma. Para aprender un idioma. Para reconocer unas reglas. Para poder contar lo que veo cuando escribo o lo que no sería capaz de contar escribiendo.
El elemento más importante en una fotografía no puede ser definido.
Auguste Renoir. (1841-1919)
Punto de vista desde la ventana de Le Gras. Así se llama la fotografía más antigua que se conserva. Ocho horas de exposición desde allí y desde ninguna otra parte. ¿Escribir para contar qué? ¿Desde dónde se mira? ¿Hacia dónde? Acaso puedas reconocerte en las imágenes viejas, como no lo haces nunca en los viejos textos que tú has escrito.
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4/07/2011 09:00:00 a. m.
Etiquetas: Fotografía
lunes, 4 de abril de 2011
Después
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Después de los besos, los abrazos, las miradas. Después de que te claves dentro de mí. Después de atenazarte con mis piernas. Después de que me inundes. Después del abandono y los gemidos. Después del cansancio y las lamidas y las chanzas. Después de que disfrutes, justo después, podrías hacerme una de las cosas que más me gustan.
Cuéntame tu historia.
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4/04/2011 09:00:00 a. m.
Etiquetas: Sexo
jueves, 31 de marzo de 2011
Dos amigas
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Yo, ya lo sé, nunca me pondría unos zapatos como esos.
Pero la última vez que vi la luz, esa clase de luz, yo estaba con otra mujer, con varias copas de más y una ronquera más que considerable, contándonos la vida que nos vive y la que les vive a otras mujeres que están cerca. Pidiendo opinión y siendo leales, a las cinco y media de la mañana, después de haber estado caminando por Sevilla con un amigo con el que bailé.
No recuerdo cuánto tiempo hacía que no bailaba con nadie. Y que no hablaba de la muerte y del dolor y el desamor y el cambio que solo es posible con violencia y la rabia y los suicidios.
Luego llegué y la abracé y la besé y sus ojos se rieron, porque ella ríe con los ojos. Y le conté.
A mí me costó mucho estar así de abandonada con otra mujer, saber que forma parte de ese círculo luminoso que va a ser un colchón blandito en las zozobras, porque, durante mucho tiempo, ellas no me gustaron. Tardaron mucho, algunas, en transformarse en la mejor parte de mí, en la gente en la que me miro y reconozco.
Me he acordado, al ver esto.
Es la primera vez que me dedican una foto.
Hoy he estado leyendo un artículo de una fotógrafo de guerra, Lynsey Addario. Habla de cómo y por qué cubre una guerra una mujer. Hay una frase que me gusta: "People think photography is about photographing. To me, it’s about relationships".
He tardado un tiempo en comprender algunas cosas. Por qué me gustan las fotos que me gustan. Que hacer fotos y escribir eran solo una manera de contarme porque contarme siempre me ha sido complicado. Por qué, cuando otros fotografían flores o pájaros, yo les miro a ellos. Por qué me gusta la gente que me gusta. Y a qué clase de gente le gusto yo.
Gracias, Carlos.
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3/31/2011 10:08:00 p. m.
Etiquetas: Diario de navegante, el_salmonete, Fotografía, Gayolópez, Maricarmen
martes, 29 de marzo de 2011
Marilyn
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La fotografió Bert Stern para la revista Vogue, seis semanas antes de morir. Cuentan que había unas botellas de Dom Pérignon, una suite -la 261 del Hotel Bel Air- y un cuerpo desnudo que era luz en el objetivo. La mujer que entornaba los ojos, la del lunar cerca del labio y el pelo rubio platino que siempre llegaba tarde, aparece con un pañuelo de rayas y una cicatriz en el costado. Un pecho más pequeño que el otro y más caído, algunas arrugas marcadas, el paso del tiempo y un costurón grande y bien visible.
Era, sigue siendo, el mayor mito sexual de la Historia.
Hoy la hubieran retocado con Photoshop.
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3/29/2011 09:30:00 p. m.
Etiquetas: Bert Stern, Cine, Feminismo, Fotografía, Marilyn Monroe
viernes, 25 de marzo de 2011
Cosas de las que no hablo con nadie
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(Normalmente): De que me gustan los dibujos de Fernando Vicente; de que, cuando salen Spike y Willow en Buffy, yo me lo paso mejor; del tufillo fascistoide y mesiánico que me jodió Battlestar Galactica y dejó de hacérmela redonda (aunque siga estando enamorada de Starbuck: o de la primera Starbuck) -por mucho que yo comprenda, bla bla bla, que en época de crisis, bla, bla, bla, la gente se aferra a la religión, y más bla-; de que me convertí en una experta en porno con trece años; de que Auden es capaz de traspasarme por la mitad; de la manera en que me enamoré de Athos hace ya mucho tiempo; de que algún día me gustaría hacer una buena foto en Nueva York; de que me gusta hablar con los chicos de Extrebeo porque puedo nombrar a superhéroes y decir "Chris Ware" o "Art Spiegelman" o "Krazy Kat" o "Midtown Comics"; de que a veces recito poemas en voz baja por la calle.
De que hay ciertos días que puedo llorar con cualquier cosa.
Con cualquier cosa. No por cualquier cosa. La charla con Enrique Bordes y Fermín Solís (al que nunca le agradeceré lo suficiente lo mucho que me hace crecer y lo bien que me lo paso hablando con él) está aquí.
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3/25/2011 05:13:00 p. m.
Etiquetas: Buffy, Cómics, Diario de navegante, Fermín Solís, Fernando Vicente
miércoles, 23 de marzo de 2011
Elizabeth Taylor
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No he visto Cleopatra, pero recuerdo haber sonreído mucho cuando la vi, en pantalla grande por vez primera, en Los Picapiedra. Tenía, eso ya lo saben, los ojos más bonitos del mundo. Y una de las voces más personales que he escuchado jamás. Crecí con Gigante, con La gata sobre el tejado de zinc, con Un lugar en el sol, con Ivanhoe y con Quién teme a Virginia Woolf. Y, por supuesto, viendo la naricilla de Amy en Mujercitas, aunque yo siempre prefiriera a Jo March.
Me gustaba mucho esa mujer. Montgomery Clift, que también me gustaba, la llamaba Bessie Mae. Un día se irán Lauren Bacall, y Sophia Loren y, cuando eso pase, sí que nos habremos quedado solos.
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3/23/2011 10:49:00 p. m.
Etiquetas: Cine, Elizabeth Taylor
lunes, 14 de marzo de 2011
Autobombo
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Pues eso.
Y no añado más porque estoy todavía completamente avergonzada.
Debería pasárselo a mis jefes.
Pero yo esas cosas no las hago nunca.
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3/14/2011 11:00:00 a. m.
Etiquetas: Diario de navegante, Julio Mas Alcaraz
domingo, 13 de marzo de 2011
Madrid
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Madrid es besar a Nerea y que Jesús me bese, apretar la mano de Begoña y colegir, con Tormentito, que el 85 por ciento de la gente es gilipollas y que, del resto, hay muchos que no nos caen bien. Es reconocer en Cristina a la persona con la que me intercambio ocho correos diarios y ponerle cara a Nacho. Hablar con Pepe de música. Que Kois me baje la persiana para que el sol no me despierte. Probar platos nuevos y hablar un ratito, avergonzada, con el dependiente de The Comic Co. sobre "La vida es buena si no te rindes", de Seth, que me he traído a casa después de que Nerea se lo haya ventilado apresuradamente, como antes leyó algunos U que también están ya conmigo.
Esa foto de la Plaza Mayor tiene una gota en medio porque llovía. No he hecho muchas más fotos y ninguna salvable: hacía tiempo, mucho tiempo, que no pasaba tanto frío en Madrid y que el tiempo no era tan desapacible.
Es testimonial. He vuelto a ir, claro. Yo siempre vuelvo.
miércoles, 9 de marzo de 2011
Ir a Madrid
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Desde hace once años, ir a Madrid es pensar en alguien a quien nunca veré.
Le debo parte de lo que soy. Mucha parte de lo que soy. Frases que digo. Expresiones. Concepciones del mundo. Cierta militancia.
Si le viera por la calle, no le reconocería.
Ya no hablamos. Da igual: está dentro de mí.
Tampoco hablo con otro alguien a quien nunca veré.
No sé su nombre y le pedí que se fuera.
Lo he contado mil veces. Es una historia vieja.
De esto hace tres años.
Volvió por un rato y fue peor. Fue muchísimo peor.
Ya sé que no puedo ir a la Plaza Mayor sin que se me vuelva el estómago del revés. Y que me muero por hacerle una foto nocturna al templo de Debod, pero posiblemente no vaya nunca.
Siempre que voy a Madrid me ocurre lo mismo.
tan bien
(y tan mal)
al mismo tiempo...
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3/09/2011 12:30:00 a. m.
martes, 8 de marzo de 2011
Cien años
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Han pasado cien años desde que comenzó a celebrarse.
No es una celebración, sino una reivindicación.
Si me quejo, o si me indigno, siempre recibo las mismas respuestas.
Que soy una víctima. Que no me puedo quejar, porque antes estábamos peor. Que odio a los hombres.
Yo no nací mujer.
Ni siquiera supe devenir en una.
La conciencia de género me la despertó un hombre. Fue un hombre quien me habló de Seneca Falls por primera vez. Y de Elizabeth Cady Stanton.
Existir, existen. Y existieron. Marx. Engels. Stuart Mill.
Raúl, que intenta entenderme. Carlos. Ángel, cuya escultura sobre la igualdad, uno de sus sobresalientes en Bellas Artes, preside mi estantería desde hace años. Luis. Agu. Carmelo. Javi. Alfredo.
Los amigos que tengo.
Y Neno.
Gracias.
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3/08/2011 10:33:00 a. m.
jueves, 3 de marzo de 2011
Por el placer de volver a verla
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Si se habla, y se escucha, a lo mejor podemos entendernos un día, o hacer como que nos estamos entendiendo, o creer que nos estamos entendiendo, porque creyendo, quizá se vuelva real. Escribir, también. Escribir, sobre lo duro que es crecer. Sobre lo difícil que es crecer.
Eso nos han contado Miguel Ángel Solá y Blanca Oteyza. Miguel y Nana. Que alguien es importante cuando te apetece volver a verlo.
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3/03/2011 11:47:00 p. m.
Etiquetas: Blanca Oteyza, Diario de navegante, Miguel Ángel Sola, Por el placer de volver a verla
GAP
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Paso siguiente, inspiración siguiente, siguiente barrida.
Estoy en el GAP 4.0.
Es un grupo que surgió en Canonistas. Nace de la generosidad de otros, para que los demás aprendan. Cuando uno ha aprendido, mantiene el compromiso de enseñar y de seguir aprendiendo. "Siempre aprendiendo, siempre enseñando".
Yo no sé hacer fotos. Fotos memorables, por supuesto, digo, como varias de las que recuerdo de mis amigos. Y por eso estoy más que asustada.
El caso es que alguien piensa que sí puedo.
Y me llevó de la mano. Y eso está bien, porque soy insegura y suelo caerme.
La foto que puse era de Nueva York. Del East Village.
De momento, lo único que puedo decir a una crítica de mis fotos es Señor, sí señor. No deberé copiar fotos de otros lugares (porque si no, ¿de qué valdría querer aprender, querer experimentar, querer descubrir?). Nunca, nunca se justifica una foto. Ni se aclara. Ni se explica. Y no se admiten vampiros.
Quien me llevó de la mano va a ser mi capitán. Y ha empezado recomendando "Recuerdos de fiebre, sueño y duermevela" de un tal Machado. Porque con la poesía también se aprende a hacer fotos.
En los dos años siguientes, supongo que le agradeceré muchas cosas.
Hoy solo una: que algún día le veré la cara a ese hombre, en Barcelona o en donde sea, y le daré las gracias por darlo por hecho, por decirme que lo diera por hecho. Con una foto.
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3/03/2011 07:28:00 p. m.
miércoles, 2 de marzo de 2011
Miguel Ángel Solá / Blanca Oteyza
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Hoy he estado hablando con Miguel Ángel Solá y con su mujer, con Blanca Oteyza. "Aquí o allá opino que los hijos de puta son y serán hijos de puta. Y que la vergüenza se pierde una sola vez y ya no se recupera. Y que, a partir de ahí, todo es cuesta abajo". Eso lo dijo él, en otra entrevista. Es un tipo dulce, o a mí me parece dulce porque los argentinos tienen ese acento cadencioso. Vienen a Mérida con una obra que se llama "Por el placer de volver a verla".
Me he puesto delante del micrófono contentísima, somnolienta, medio rota y hasta eufórica, pero es la primera entrevista en la que lloro.
Solá me estaba contando que a veces te gusta ver a alguien que ya no está. Ver su sonrisa, otra vez. Escucharle la voz. He recordado (ha sido un fogonazo) la última escena de Artificial Intelligence como si la tuviera delante. Y no se me ha notado, supongo, pero me ha dado mucha pena, se me han hecho un nudo el estómago y la garganta y se me han saltado las lágrimas.
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3/02/2011 07:26:00 p. m.
Etiquetas: Blanca Oteyza, Diario de navegante, Miguel Ángel Sola
martes, 1 de marzo de 2011
Una foto
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Hace unos días vi una imagen. Fue en un fin de semana muy raro, que pasé aliviada en parte, algo maltrecha también, con amigos, con libros, con fotografías. Compartí algún dolor que no se ha ido, porque eso me va a doler por mucho tiempo y de muchas maneras diferentes. Y vi una foto.
He visto muchas de esa ciudad. Fui sin saber reconocer el Empire State y ahora distingo cada edificio. He escuchado a Billie Holiday, a Billy Joel y a Frank Sinatra a todas horas. Decidí irme a París para viajar sola y porque hay que ir a Lyon a ver a Noelia cuando para a Mateo. Y porque París significa otras cosas: una reafirmación y otra huida. Sé bien lo que va a significar París.
Una negación, para empezar.
Por eso esa imagen me puso triste. Hay una mujer. Viste de negro. Mira un escaparate. Nada más. Porta una bolsa de las que tienen el logo: "I love New York". Parece cansada o yo la imagino cansada. Y al final ya no sé si se trata de lo que la foto enseña o de lo que yo vi. O de la parte de mí que quiso ser ella y pararse delante de un escaparate que muestra ropa de época, porque hay no sé qué de Jane Eyre, y llevar una bolsa de I love New York porque he entrado en una de esas tiendas horteras de souvenirs para turistas y he comprado algo y...
Me supo a derrota, la foto. Porque sé que iré a París queriendo estar en otra parte. Y sé exactamente qué querría hacer en esa otra parte y que no voy a pedir permiso. Y que por eso no voy, porque no me apetece un no por respuesta, porque sería la tercera vez y porque no estoy de humor como para que no me duela.
Aunque nunca salgan las cosas como pretendo.
No sé quién es ella, pero lleva acompañándome desde entonces. He aprendido las luces de memoria, la forma de las dos bolsas, las letras del escaparate, las manchas del suelo, cómo otra persona coloca una pajarita, las rayas del mármol.
Justo después de verla mandé un mensaje. Para que me esperen, con un café calentito y un muffin de canela.
Él, me contaron, se puso muy contento.
Ahora sólo me queda cruzar los dedos. Y lo demás.
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3/01/2011 07:23:00 p. m.
Etiquetas: Fotografía, Jmm, Nueva York
domingo, 27 de febrero de 2011
Le debo los cómics, a Julio Verne, el fantaterror y algunos perros
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Sé que murió con dolores y, mientras los tenía, animaba a la familia.
También que no se enteró de un divorcio y que olvidó que su nieto, al que más quería, tiene parálisis cerebral.
Sé que leyó lo que escribí y lloró.
Como yo ahora.
Por muchas razones.
Le debo los cómics, a Julio Verne, el fantaterror y algunos perros.
Debería beber vino hoy.
Y comer cangrejos.
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2/27/2011 11:18:00 a. m.
Etiquetas: Antonio Peris, Cómics
viernes, 25 de febrero de 2011
Pupe
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Esta capacidad para liarse la manta a la cabeza, para replantearse su vida y para pensar, para resurgir de las cenizas, para decidir, para abandonarse, para que le importen una mierda todas las convenciones sociales y lo que debería ser y lo establecido, para desear, para volver al punto de partida, para empezar de cero.
Nos veo en el coche, cantando a Pasión Vega a voz en cuello, la mirada brillante, la sonrisa de medio lado, su seguridad, su forma apabullante de superarlo todo.
A mí esta mujer siempre va a sorprenderme.
Cada vez que la veo acabo convencida de que debí de hacer algo grandioso en mi vida anterior.
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2/25/2011 03:59:00 p. m.
Etiquetas: Pupe
miércoles, 23 de febrero de 2011
París
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El rito vuelve a repetirse. Otra ciudad grande e inagotable, varias guías encima de la mesa; un sinfín de cafés donde escribieron y fumaron y se emborracharon Faulkner, Gertrude Stein, Hemingway, Boris Vian, Kristeva, Barthes, Foucault. Y Baudelaire. Y Duras. Y los otros.
En Francia se exige a los estudiantes de Secundaria que demuestren sus conocimientos filosóficos antes de ir a la Universidad. Desde hace algunos años, yo sueño con ser francesa. No tiene nada que ver con los cafés literarios, ni con pasear con boina por las calles de París, sino porque creo que ese afán de cultura es el que posibilita que los estudiantes salgan a la calle cuando se intentan aprobar medidas que retrasarán su jubilación.
Yo sé que iré a la Shakespeare and Company, claro, y le haré una foto al Corcoran's, aunque ahora sea un pub irlandés y no el bareto en el que Kerouac y Ginsberg se emborrachaban; e iré a comprar harinas para hacer pan en Poilâne; probaré el vino de Anjou en homenaje a mi Dumas del alma, brindaré por Athos y me será fácil elegir los regalos.
Y hacérmelos, porque aquí está Pierre Hermé y hay una tienda de teteras, y queso a espuertas para comerlo en cualquier parte si no llueve y un sinfín de mercados.
Pero, sobre todo, está la Plaza Real.
Yo no lo sabía.
Porque ahora se llama Place des Vosges.
Yo me enamoré de Athos hace mucho tiempo. Me enamoré de él como se enamora la gente. Y sé lo que es (es borracho, es misógino, es frío -ejem, salvo con D'Artagnan, salvo con Raúl-, es cruel), pero no me importa.
Hemos vivido juntos; juntos hemos amado y aborrecido; hemos vertido y mezclado nuestra sangre.
Ese es el lugar que más me apetece ver de París.
Porque a nadie más he querido en este mundo.
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2/23/2011 11:31:00 p. m.
lunes, 21 de febrero de 2011
Los derechos de los lectores
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Copiando recetas de cocina que comienzo a hacer (sólo la parte de repostería) me topo con este post antiguo de Sirope de Alce, cuando era Desde mi cocina en Montreal.
Cito:
Daniel Pennac, escritor francés que me cae especialmente simpático por varios motivos (escribió novela negra sin acomplejarse por ello, tiene grandes inquietudes pedagógicas, entre otras las de transformar la educación pública en una institución que dé una educación de calidad, sin masacrar al individuo), es un rebelde literario y pedagógico que de niño sufrió mucho intentando adaptarse a una escuela que no estaba hecha para él, y que si hubiera hecho caso a los obtusos profesores que lo desahuciaron del mundo cultural, nunca hubiera escrito cosas tan interesantes como "Comme un roman" ("Como una novela"), ensayo en el que estableció los derechos imprescriptibles del lector :
El mensaje se transformó en meme. Y me hizo gracia.
1. El derecho a no leer
Últimamente lo practico más de lo que debería. Acabo saturada de meterme entre pecho y espalda mil textos durante la mañana. Realmente no es cierto que no lea. Me paso el día leyendo: guías de viaje, foros, reseñas cinematográficas, textos de blogs, poesías sueltas, cuentos... Pero tengo mil libros por leer. Y eso a veces me agobia tanto que no los leo.
2. El derecho de saltarse páginas
No es que me las salte. Es que, en cuanto sé, más o menos, quiénes son los personajes, acabo yendo invariablemente a la última página del libro. Eso me ha destripado innumerables novelas de misterio, pero no he escarmentado todavía. Lo he intentado mil veces. Si no me entero de qué ocurre en la última página, voy picando por capítulos. Luego desando el camino y me leo el libro del tirón. Pero antes picoteo.
3. El derecho a no terminar un libro
No sólo es eso. Es que hay algunos clásicos que no he acabado jamás ni acabaré. No puedo con Victor Hugo, por ejemplo. La cuestión es que siempre me queda un cuarto de libro por acabar cuando lo dejo abandonado a su suerte...
4. El derecho a releer
Por supuesto. Releo y releo y releo. Hay párrafos, cómics y libros que me sé de memoria.
5. El derecho a leer lo que sea
Siempre, claro. Pero no practico el derecho a elegir lo que sea o a comprar lo que sea. Con eso soy mucho más exquisita.
6. El derecho al "bovarismo" (enfermedad de transmisión textual)
No. A mí mi vida me gusta mucho. De hecho, yo escribiría un libro sobre mi vida, qué coño. Y además yo he buscado tesoros y he caminado junto a una loba y he formado parte de una manada y he buscado herretes de diamantes y he hablado de política y nací con el don de la risa y me han encantado el mar y una biblioteca y me he dedicado a matar demonios y a hacer magia y he tenido hijos y, sobre todo, he sido muchos hombres y muy pocas mujeres. Ya sabéis: quien lee no tiene límites. Quienes no leen, son nada más que ellos mismos.*
7. El derecho a leer en cualquier sitio
Leo en los bares, en los autobuses, en los trenes, en los aviones. En casa de amigos. En la mía. Sentada en el suelo mientras observo cómo crece el pan en el horno. En algunas clases, también he leído. En el trabajo, mucho, todo el rato. En varios restaurantes. En la cama, también, claro está. Y en el baño, por supuesto. Mientras hago cola. En los aeropuertos. En la cocina.
8. El derecho a hojear
No sólo a hojear. A leer libros enteros en cualquier centro comercial, mientras mis padres compraban. Ahora no los leo enteros, por pudor. Pero hojeo. Mucho.
9. El derecho a leer en voz alta
Jamás lo hago y no me gusta. Ni que me lean.
10. El derecho a callarnos.
Siempre o casi siempre. A mí no me gusta hablar de libros, ni de cómics. Son charlas de esas de a ver quién la tiene más larga. Y me dan mucho asco. Se lee por placer, no para presumir.
*La frase, maravillosa, se la oí en persona a Benjamín Prado el día que conocí a Ángel Campos Pámpano.
La foto es mía.
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Los viajes que no hice
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2/21/2011 09:00:00 a. m.
Etiquetas: Memes
domingo, 20 de febrero de 2011
Lo que se fue
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Llevo limpiando todo el fin de semana. Ya sabía qué me iba a encontrar. Muchas libretas escritas. Mensajes cariñosos de alguien a quien eché y que me han hecho sonreír de puro cinismo, oye. Y varios textos que no publiqué nunca.
La banda sonora de mi vida está hecha de canciones que no suelo volver a escuchar. Este fin de semana, también, me he dedicado a intentar recordarlas. Algunas me recuerdan a mucha gente. Otras a nadie o solo a mí. A mí a los trece, con Jimi Hendrix y Guns'N'Roses. A mí una época de mucho frío, escuchando tangos. El comienzo de muchos de mis días, con casi dos décadas de diferencia, con las primeras notas de Red Rain, de Peter Gabriel. Y Man in the Mirror y las lágrimas la primera vez que sonó Estatua de Carne.
Llenar bolsas de basura es terapéutico. Sobre todo cuando la basura ya no afecta.
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2/20/2011 08:24:00 p. m.
Etiquetas: Diario de navegante, Pedro
sábado, 19 de febrero de 2011
Pablo
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Nunca le voy a perdonar que tenga diez años menos que yo. Le puedo perdonar que escriba como escribe, que lea más que yo; que además de interesante sea guapo y que le brillen los ojos cuando sonríe. También que no nos hayamos encontrado después de cuatro o cinco años de relación cibernética. Pero nunca que tenga diez años menos que yo.
La mitad de lo que soy está hecha de palabras.
Algún cuento suyo me hizo llorar.
Verlo siempre me hace retroceder. Una década. Una década justa, la que le llevo. Recuerdo una charla sobre sexo, teórica; una sobre por qué no hablo de libros; una sobre si el amor... si el amor es... sobre qué es... y cómo...
La otra, de música y cine.
Le conocí hablando de cine. Y por un blog. Para eso sirven estas cosas, a veces. Le gustan Calvin & Hobbes y sale de las pelis de Antonioni con la mirada limpia. Con la mirada despierta. También ama a Hopper. Como yo. Y lee en los trenes. Me imaginó tomando un té rojo y me preguntó por qué se escribe. Hay mil respuestas para eso. Porque somos unos inadaptados, cariño; para no volarnos la tapa de los sesos; para que el dolor no nos gane; porque nuestras vidas no nos bastan y porque queremos averiguar lo que sabemos.
Yo siempre perdía y no paraba de aprender.
Compartió conmigo su primer trabajo.
Un tiempo después me envió su primer libro.
Lo que mejor sé de Pablo es que me gusta. Y que es mucho más valiente que yo.
(¿Sabes? Una vez quedé con alguien porque me recordó a ti).
Querría una cámara para este tipo de cosas. Para pensamientos, dolores y escalofríos. Pero como no las hay, lo escribo y así se me olvida menos. La única cámara que tengo es una cámara de palabras, que sólo retrata recuerdos.
Te hubiera gustado Nueva York.
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2/19/2011 09:00:00 a. m.
Etiquetas: Paupablo