Huele a marea baja, a ría, a dulce, a cuidado, a serenidad, morriña y tristeza. Él habla bajito, sabe dónde está y lo que quiere y que la quiere con locura. "Te gustará conocerle. A él sí" y, cuanto más le conozco, más me gusta. Me gustan su calidez, su entrega, su forma de mirarla, la expresividad de sus ojos, la media sonrisa cuando dramatiza o miente, la disposición, las manos rudas que abrazan y tocan.
No sé qué hace que dos personas se fundan. Que puedan seguir juntas a pesar de la vida individual de cada uno, que se comparte cuando se puede y como se puede. Que el amor no desaparezca: que se afiance y se pruebe y se cribe. No sé qué lo provoca pero, cuando veo a quienes acompañan a algunos de mis amigos, me alegro de que sean ellos y no otros. Me alegro de que sea él, de que sea él el compañero, el amigo, el amante. De que la búsqueda intermitente haya sido tan fructífera y de que, ahora, el amor se les pueda tocar y sea tan denso, tan palpable, tan vivo.
Imagen de Selva de Esmelle.
Brazos abiertos
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Me he acordado muchas veces de la portada de este periódico de hace 10
años. Aquel 3 de septiembre de 2015 había una fotografía con un titular de
letra...
Hace 8 horas