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miércoles, 6 de junio de 2007

Fácil

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Siempre ha sido guapa. Inmensamente guapa, por dentro y por fuera, pero ahora lo está. No importa el tiempo que haya pasado desde mi última vez: en todas me parecerá que fue ayer cuando me pasé por la pelu después del trabajo para ir a La Serrana a tomar una cerveza. Es feliz y lo dice y se ríe y a mí me encanta verla, mirarle los ojos más brillantes que el mundo, escucharla contar, conocer que es posible, después de tanta zozobra, desaparecer el miedo y que desnudarse resulte tan fácil.

Hablé con él un rato, porque hay un él con una voz divertidísima, y casi sin creerlo aún, para darle las gracias. Un él con quien resultó también sencillo hablar y que suscita mil preguntas, las dos quitándonos la palabra de la boca, como dos adolescentes, para apresar esta historia que comienza. Es todo muy fácil, me decía: ser yo es muy fácil.

Ella es muchas cosas. Es la madre de mi hermanito, para empezar, un tiarrón guapísimo con la cabeza bien puesta sobre los hombros. Y una casa abierta a todas horas y una cama caliente y un cuerpo generoso y una mente inteligente y lúcida. Sirve para el juego y para el debate, para la paz y la alegría, para el canto, la belleza y la dulzura. Ahora para la pasión, el amor y el descubrimiento de la piel. Y la entrega, y la calma. Para ir construyendo algo que no cuesta ningún esfuerzo, porque no ha de costar ningún esfuerzo. Para sentirlo todo, de nuevo, una y otra vez. Para caminar, despacito, todos los comienzos del mundo.

No sé si se lo he dicho alguna vez, pero la quiero con locura.


Cuadro: La danza de los amantes, de Jacqueline Klein.