Su casa fue, durante años, mi refugio favorito, café y cartas contra las tormentas, una bata gris, un gato fiel y cariñoso, Carmelo y yo abrazados mientras Josemari nos leía un poema de David en la cocina, charlas de Historia, revoluciones varias, muchos libros, spaguetti y vino dulce, cerveza, fútbol y un colchón o un sofá en el que quedarse. Tiempo después, mucho tiempo después de que acabara todo eso, me detuve allí, calle Orden de Malta número 7, un día de lluvia que me puse a caminar sin rumbo por Sevilla, porque al final son los pies los que manejan ciertos recuerdos, y vi luz en las ventanas y regresé para escribirlo.
Más tarde, bastante más tarde, hicimos un viaje de siete horas para ir a un pueblo de Alicante, meternos en una iglesia y escuchar la Misa de boda más hermosa de cuantas he oído. Su padre nos reservó los primeros asientos, a los amigos, hubo fuegos artificiales y tracas, salieron del templo al compás del himno del Barça, nos emborrachamos como cubas en los entrantes y cantamos, como siempre, Te doy una canción y Yo me quedo en Sevilla. Ese día lloré a Dani lo que no pude llorarle cuando murió: le lloré en las ofrendas de la Eucaristía, mientras el padre de Carmelo me miraba, y le lloré cuando cortaron la tarta, abrazada a Julia, porque esa boda tuvo una ausencia por encima de todas las ausencias y porque recuerdo como ayer la cara, las expresiones y las palabras de ese tipo guapo, guapísimo, cariñoso y contundente, que me guió despacito porque me hizo confiar en su criterio como en el de nadie después. Si lo dice el Dani, es cierto. Si el Dani lo dice, tiene razón. Porque el Dani no dice nunca nada gratuito.
Ella también había llegado antes, porque era amiga de Karmen desde hacía quince años, con su dulzura, sus ojos brillantes, su entusiasmo, su generosidad, su compromiso y su entrega. Llegó con la risa, porque Mary es aire fresco, y al final acabo contándole a ella lo que no le cuento a él y viceversa. Llevan juntos desde hace ya ni sé, pero estuvimos en el principio y seguimos estando a trompicones, Almería, Sevilla, Badajoz, como podemos.
Ahora ella camina con un cuerpo cambiado que son dos cuerpos, una barriga que veré en fotos y ninguna molestia de más. Él se pregunta si serán capaces, o cómo serán capaces. Y yo todavía no me lo creo, y llamo a Maricarmen para comentarlo. Para compartir la alegría y el vértigo.
Han pasado trece años y parece que aún fue ayer...
Brazos abiertos
-
Me he acordado muchas veces de la portada de este periódico de hace 10
años. Aquel 3 de septiembre de 2015 había una fotografía con un titular de
letra...
Hace 8 horas