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jueves, 13 de octubre de 2011

Muffins, dos recetas

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No, este no es un blog de cocina. Más que nada porque yo como solo carne a la plancha y pescado al vapor y estoy todavía intentando averiguar qué cosas me sientan bien y qué cosas me sientan mal. Sí: como tantos otros yo también tomo "mesalazina". Antes no conocía esa palabra y ahora no puedo vivir sin ella. En esas dietas que pululan por internet dicen que a los enfermos de colitis ulcerosa (oui, c'est moi) les sienta mal todo. El marisco, el jamón, el chocolate, el vino tinto. Vamos, lo hermoso de la vida. Porque yo, he descubierto, sin Coca-Cola puedo vivir. Pero sin jamón no. Y sin chocolate, en su justa medida, tampoco...

Muffins de chocolate.


La receta de los muffins de chocolate no tiene ninguna complicación. No la voy a copiar porque es exactamente la misma que la que nos cuenta Bea Roque en El Rincón de Bea, blog de repostería que recomiendo encarecidamente. Gracias a ella, o por su culpa, me he enamorado de la KitchenAid, los moldes NordicWare y las galletas decoradas. Rezo todos los días porque no le entre una temporada cupcake. O sí. Lo estoy deseando.

Lo único que hice fue añadir a los ingredientes líquidos un chorrito de extracto de vainilla. Riquísimos. Doy fe. Acabo de desayunarlos.

Muffins de chocolate blanco y almendras.

Esta es una adaptación de una receta de Muffins de chocolate blanco y nueces de Macadamia que, sin embargo, yo he adaptado porque la otra vez la masa quedó pastosa. Así que sí la pongo. No sé de quién es: pensé que la había cogido de Trotamundos, o de Uno de Dos, pero ahora creo que es de Auro...

La cantidad de muffins que se obtienen y el tiempo de horneado, digo yo que dependen de los moldes de muffins. Yo compré uno maravilloso de Dr Oetker, que muestro aquí:


La receta:

Ingredientes.

300 grs. harina
80 grs. azúcar
80 grs. mantequilla (derretida)
200 grs. chocolate blanco. Usé uno fantástico, marca Valrhona, que me ha reconciliado con el chocolate blanco. Qué cosa más rica.
150 grs. almendras picadas ecológicas (la receta original es con nueces de Macadamia, pero no había en el supermercado al que fui y encontré estas almendras que ya estaban picadas). Son de Bioterra y extremeñas. Haciendo patria.
250 ml. leche entera
1 huevo
2 cucharitas y ½ de postre de polvo de hornear (los que no somos cocinillas lo conocemos como "levadura Royal", pero en realidad, la levadura Royal no es levadura. En otras recetas también lo encontraréis como "impulsor". Ay, cuánto tiempo pasó sin que yo supiera qué era aquello de "impulsor")
1 pizca de sal
2 cucharaditas (de las de café: no tengo cucharaditas americanas -aún- para medir) de extracto de vainilla, comprado en Taste of America... una tienda que es una especie de paraíso anti-culpabilidad...



Preparación:
Precalentar el horno a 180ª, preparar las bandejas de muffins. Yo las engrasé con mantequilla derretida en el microondas y un pincel de silicona, bien engrasaditas. No les puse papel a estas. A las de chocolate negro sí.

Picar el chocolate blanco. A temperatura ambiente, con un buen cuchillo y una tabla de madera, se hace muy bien.

Tamizar la harina, la levadura y la sal. Yo uso un colador de estos grandes de rejilla, como los de colar la leche, pero tamaño grande. Reservar.

Con una batidora de varillas, mezclar el azúcar y la mantequilla. Luego, añadir el huevo y batir bien.

Añadir la harina poco a poco integrando. Yo fui añadiendo un poco de harina y un poco de leche, un poco de harina y un poco de leche. Y así hasta que está la masa.

Luego se echa el chocolate blanco cortadito y la almendra picada. Se integra con una cuchara.

Llenamos los moldes. No hay que llenarlos enteros, sino a tres cuartas partes de su capacidad. Se hornea durante 30 o 35 minutos. Esto depende de los hornos, por lo visto, porque cada horno, dicen los entendidos, es un mundo. En el mío fueron 30 minutos. Pero vais a saber si están porque se pinchan con una aguja y, si sale limpia, es que están listos. Luego se saca el molde del horno. Se espera un poco, unos tres o cuatro minutos. Se vuelcan los muffins en una rejilla y se dejan enfriar.

Yo, para conservarlos bien, uso unas latas de galletas de La Cure Gourmande que tienen carbón activado y absorben toda la humedad.

Ea, que disfrutéis.

viernes, 1 de enero de 2010

Pan

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A mí amasar me devuelve a la tierra. No sé si por la herencia de la cultura mediterránea, no sé si porque los egipcios también amasaban el pan a la orilla del río o tampoco sé si es porque la inmensa mayoría de los panes que compro (salvo los de la Ecotahona del Ambroz, pero el grupo de consumo de Mérida está ya más que completo) no merecen el nombre.

Así que el 2009 me trajo, a últimos, las ganas de hacer pan. Hice tres. El primero, con levadura de repostería, que no sirve para hacer pan, así que el resultado fue una especie de pan ácimo, con la miga muy compacta, pero comestible. El segundo (las dos veces fueron minibarritas) tuvo un problema: la forma. Darle forma a un pan es bastante complicado: se necesita mucho tiempo de práctica y que alguien te enseñe a hacerlo. Por eso me he comprado los dos libros que veis. El de Xavier Barriga te enseña a hacer una masa madre (en verano, eso sí) y cuidando mucho las temperaturas (no sé cómo se puede pasar de 40º a 25º sin tener que poner el aire acondicionado dos días enteros -me iba a salir carísima, la masa madre-, pero alguna idea se me ocurrirá). El de Peter Reinhart es una especie de Biblia (junto con los de Richard Bertinet) y tienen alguna masa más primaveral y más sencilla.

Las masas madres duran mucho. Hay panaderías ecológicas francesas que usan la suya desde hace 150 años. Yo todavía no tengo una y no creo que ninguna vaya a durarme tanto... Hay que darles de comer, cada ocho, cada tres días, y pretendo irme de vacaciones. Es como tener un perro en casa, pero sin tener que sacarlo a pasear.

Mi tercer pan fue integral. Con una miga muy compacta, algo dulce (se le echa azúcar: la próxima vez, le echaré menos) y muy rico tostado. De estos panes que llenan. Y con la garantía de que no tiene excesivos aditivos químicos (excesivos, digo, porque las harinas de fuerza que he comprado los traen de serie: en España, mucho trigo, mucho trigo, pero no tenemos cultura harinera).

Y sí: he hecho trampa. Todos los hice con La Cocinera. Pero, en cuanto me llegue el pedido que le he hecho al Amasadero (rodillo de aluminio, banetones, algún molde) intentaré amasar a mano. Intentaré, digo, porque amasar a mano por lo visto tiene su ciencia: hay que estirar la masa, golpearla contra la encimera, hacerla volar un poco, conseguir que atrape aire y aplastarla muchas veces).

Ya os iré contando...