¿Quién serás tú? Cuando te vi, dormías. No abrías los ojos siquiera. El pelo negro, las manos cerradas, la piel más suave del mundo, quince horas de vida y nueve meses en la barriga de July, que me llamó enseguida: ¿Te casas? No, tía, que estoy preñá.
Dormías mientras tu madre se recuperaba de la cesárea, ajeno a todo: a que ella nos reñía porque no podía reírse, que se me saltan las grapas; a que pasabas de mano en mano, de la abuela Paula a Pupe, de Pupe a Olga, de Olga a Cuqui, que no paraban de mirarte y de cogerte, con mucho miedo y con taquicardia, tan frágil, tan pequeño, tan guapo, tan tranquilo. Quince horas de vida, cuatro kilos, el mundo reducido a un pecho y a la cuna, hasta que comiences a descubrirlo y te asombres de la ley de la gravedad y quieras llevártelo todo a la boca y gatees como un loco y vayas tropezando y aprendiendo.
No hace tanto, tu madre y yo andábamos, mano a mano, bebiendo anís en vaso de tubo después de comer y jugando al parchís como terapia contra el desamor de una amiga que te enseñará, si te fijas un poco, la lealtad más férrea. Quizá te cuenten (te contemos) que tu padre lloró, porque los hombres -que no te engañen con eso, que el mundo no ha cambiado tanto- lloran y hablan y se expresan.
Son tus padres, pero son mis amigos. Y cuando crezcas -cuando crezcas mucho, cuando te partan el corazón una y mil veces- sabrás de la importancia que tienen los que cogen el coche sin dudarlo para verte en cuanto naces; los que te escuchan y te abrazan y te preguntan qué necesitas -pañales, medidor para las papillas, no sé cuántas cosas porque yo de niños no entiendo-; o los que sólo están y esperan.
Lo que me pregunto es cómo crecerás. Quién serás tú. Qué comida te gustará. Si tu padre logrará inculcarte su amor por los coches y su manera generosa de disponerlo todo y si habrás heredado su inteligencia innata para comprender. Si sonreirás como tu madre, que lo arregla todo con un brillo de ojos o si serás capaz de captar el mundo como ella. Y si alguna vez querrás así, como ellos dos.
Me pregunto quién eres y cómo de cerca estaremos, a pesar de los 200 kilómetros, para ver cómo te pasa el tiempo por encima, cómo se te queda chica la ropa, qué palabras aprendes y de qué estará hecho tu vocabulario, cuántos amigos reales tienes, qué te hace sufrir, a qué cosas le darás importancia, qué sentido tendrás de lo correcto y la locura, del asombro, la justicia, o el sálvese quien pueda.
Ahora, hoy, sólo duermes.
Bienvenido.
Brazos abiertos
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Me he acordado muchas veces de la portada de este periódico de hace 10
años. Aquel 3 de septiembre de 2015 había una fotografía con un titular de
letra...
Hace 1 semana