Hoy he estado hablando con Miguel Ángel Solá y con su mujer, con Blanca Oteyza. "Aquí o allá opino que los hijos de puta son y serán hijos de puta. Y que la vergüenza se pierde una sola vez y ya no se recupera. Y que, a partir de ahí, todo es cuesta abajo". Eso lo dijo él, en otra entrevista. Es un tipo dulce, o a mí me parece dulce porque los argentinos tienen ese acento cadencioso. Vienen a Mérida con una obra que se llama "Por el placer de volver a verla".
Me he puesto delante del micrófono contentísima, somnolienta, medio rota y hasta eufórica, pero es la primera entrevista en la que lloro.
Solá me estaba contando que a veces te gusta ver a alguien que ya no está. Ver su sonrisa, otra vez. Escucharle la voz. He recordado (ha sido un fogonazo) la última escena de Artificial Intelligence como si la tuviera delante. Y no se me ha notado, supongo, pero me ha dado mucha pena, se me han hecho un nudo el estómago y la garganta y se me han saltado las lágrimas.
6 comentaron:
Envidio de ti unas cuantas cosas. Una de ellas es tu trabajo.
A mí también me gusta mi trabajo. Yo envidio de ti tu creatividad, tu imaginación, que sepas pintar, tu manera de escribir, tu humor y tu ojo.
Quién da más. :)
Dejad de envidiaros los unos a los otros. Y disfrutad de lo que tenéis, tanto el uno como la otra, que no es poco. ;-)
Bueno, quien dice envidiar, dice admirar. Que yo envidiar, no envidio...
Menos blogear y más currar, que me han dicho que ya teneis ejercicio.
SUERTE!
Mañana lo hago. Hoy he ido a por los lápices, pero ya no tengo luz...
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