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lunes, 9 de septiembre de 2013

Revisando, en casa

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Crucifijo de Brunelleschi en la Capilla Gondi
Martirio de Santa Úrsula y Masacre de los Inocentes en la Capilla Rucellai
Virgen del Rosario de Giorgio Vasari
Limosna de San Gregorio Magno de Scannabecchi en la capilla Bardi


Cuando reviso las fotos, en casa de Nerea, que creo que no vendrá a comer, dando buena cuenta de un queso fontina (que está rico, pero debe de haberlos mucho mejores) y pan toscano (miga estupenda, crujiente corteza, soso) voy revisando las fotos. Veo la capilla Rucellai, con las obras de Giuliano Bugiardini, Giottesco y Andrea Pisano sobre todo (ah, la Madonna con el Niño) o la Capilla Bardi, con la Madonna del Rosario, de Vasari. Me sobrecogen las vidrieras, como siempre, y observo, en las fotos, la Capilla Gaddi, con arquitectura de Giovanni Antonio Dosio y el Transetto Occidentale y la Facciatta Interna, también llenita de frescos, con el Presepio de Sandro Botticelli, que fotografío (a ISO 6400) hasta el último detalle (va a tener más ruido que una discoteca en hora punta). El púlpito lo proyectó Brunelleschi y lo hizo Giovanni di Pietro del Ticcia, con escenas de la Anunciación, la Adoración, la Asunción de María o la presentación de Jesús en el templo. La basílica es meta de turistas y estudiosos: si uno quiere rezar gratis, que se vaya a la Capilla de la Pura. Ojalá los 5 euros de entrada (no, no me quejo: yo hay cosas que pago con mucho gusto) sirvan para contratar algún día a un museólogo que les diga cómo iluminar los cuadros.

Vidriera de la Capilla Strozzi de Mantua
Capilla Strozzi di Mantua de Nardo di Cione
Fachada de la Sacristía de Gherardo Silvani sobre diseño de Fabrizio Boschi
Anunciación de Santi di Tito
Anunciación de Santi di Tito
Pesebre de Botticelli
Anunciación de Pietro di Miniato
Anunciación de Pietro di Miniato
Púlpito de Brunellesci

Y no lo he dicho aún, pero lo más brutal, lo más imponente y lo más emocionante (por lo que tiene de símbolo, por lo que tiene de elemento estudiado en la más tierna adolescencia y por lo que tiene de signo religioso, de propaganda, de veneración y de genialidad) es el crucifijo de Giotto. Quién hubiera vivido aquí en esas épocas ebullescentes...

Crucifijo de Giotto

Crucifijo de Giotto
Tortuga de Giambologna
Los dos obeliscos y Santa Maria Novella. Se hacían carreras.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Capilla de los Españoles

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Capilla de los Españoles
La barquilla
Techo de la capilla
Ascensión

Cuando uno camina por el claustro, que, como todos los claustros, es un remanso de paz, se encuentra con la inesperada -al menos, para mí- y mareante -me quedo sin sacar la cámara y con la boca abierta al menos diez minutos, incrédula del todo- Capilla de los Españoles.

Claustro


Exaltación de la orden dominica
Exaltación de la orden dominica
Crucifixión
Crucifixión

Andrea da Firenze (es decir, Andrea Bonaiuti) pintó los frescos basándose en la concepción teológica del mundo que tenían los dominicos, que nunca me han caído bien porque me parecen de las órdenes más conservadoras de la Iglesia (sí, es una percepción; tampoco soy una experta). Está enteramente pintada y deben de haberla restaurado hace poco porque los frescos tienen colores muy vívidos. En el suelo hay tumbas, con esqueletos, huesos, calaveras. 

Exaltación de la orden dominica
Triunfo de la doctrina cristiana
La bajada al limbo
Triunfo de la doctrina cristiana

viernes, 23 de agosto de 2013

Strozzi y Botticelli

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Resurrección de Drusiana.

En la capilla de Filippo Strozzi encontramos a San Felipe domando al dragón y la crucifixión de San Felipe, todo de Filippino Lippi y del siglo XV. También hay un milagro de San Juan Bautista que desconozco -tengo que volver, sí, a leer la Biblia-: la resurrección de Drusiana.

Pesebre de Botticelli
Coronación de la Virgen, de Andrea di Bonaiuto
Púlpito de Brunelleschi, ejecutado por Pietro del Ticia

Debajo del rosetón hay un fresco de Sandro Botticelli y hay que prestar también atención a las vidrieras hermosísimas y al púlpito, que es una maravilla, como lo son también el resto de las capillas y el claustro verde (hay una parte de Santa Maria Novella cerrada por trabajos de restauración). En el claustro también hay frescos, de Paolo Ucello, que representan el diluvio universal. Y un diluvio anegó Florencia y Santa Maria Novella en al menos dos ocasiones: hay placas que recuerdan el punto exacto al que llegó el agua.

Esta inundación se cargó muchas obras. Entre ellas, el Cristo de Cimabue.
Claustro Verde

domingo, 18 de agosto de 2013

La capilla mayor de Santa Maria Novella

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La capilla Mayor, que es una bestialidad ante la que podrías morir, se le encargó a Domenico Ghirlandaio en septiembre de 1485. Con contrato y todo: el contrato se conserva. Lo firmó con el banquero Giovanni Tornabuoni. Ghirlandaio contó con la colaboración de su hermano David, de su cuñado (que no era sino el mismísimo Sebastiano Mainardi) y dicen que, probablemente, de Miguel Ángel, que tenía 13 años recién cumplidos. Tardaron cuatro años y Ghirlandaio fue quien menos pintó. Están la muerte y la asunción de la Virgen, la Adoración de los Magos, la Matanza de los Inocentes, la quema de libros, el casamiento de María, la expulsión de San Joaquín del templo (que es un episodio de la Biblia que, curiosamente, desconozco -tengo que volver a leer la Biblia- y hasta el banquete de Herodes, amén de retratos de Tornabuoni y de Francesca Pitti-Tornabuoni. No se puede fotografiar muy bien porque no se puede pasar.





martes, 13 de agosto de 2013

Nardo y Andrea

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Santa Maria Novella tiene un sinfín de capillas. La Capilla Strozzi de Mantua se le encargó a Andrea di Cione, llamado Orcagna, y a su hermano Nardo. El retablo es de Andrea; los frescos son de su hermano pequeño. En la pared principal está el Juicio Final y, en las laterales, hay motivos inspirados en La Divina Comedia.




Nardo era muy imaginativo y pinta los rostros compungidos o alegres según haya sido su suerte en el Juicio. Eso sí: hay que tener en cuenta que hacer fotos sin trípode (y, obviamente, sin flash) supone usar un ISO altísimo y que, además, en Santa Maria Novella no les han enseñado a iluminar correctamente los cuadros, así que te tienes que mover y mover hasta encontrar una perspectiva (que no suele ser la frontal) en la que la luz no te moleste y puedas apreciar la pintura. A trozos. Luego sabré que eso sucede en toda Florencia.

Políptico de Andrea Orcagna

viernes, 9 de agosto de 2013

Santa Maria Novella

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4 de marzo de 2013.



Me voy a tomar una Coca-Cola Light a 5 euros el vaso, lo mismo que he pagado por entrar en Santa Maria Novella. Estoy en la plaza. Precio turístico, que no me importa. Necesito un descanso después de tres horas caminando por esa iglesia. El Gorilla Pod vuelve a ser de gran ayuda... hasta que se me ocurre sentarme en un escaloncito y una de las vigilantes me pide que no lo use. Yo soy muy obediente y le hago caso -me encantaría que ocurriera lo mismo con todos los que tiran flashazos a las obras de arte-. Me han servido unos biscotti. Crujientes. Riquísimos. De chocolate.



Hacia el año 1456, Giovanni Rucellai, que era comerciante, le encargó a Leon Battista Alberti que remodelara la fachada de Santa Maria Novella. La iglesia es una maravilla, pero yo no dejo de echar de menos San Miniato. En la cornisa de Santa Maria Novella aparecen unas velas: la misma vela del escudo de la familia Rucellai.


La fachada original era del siglo XIII. A lo largo de los siglos, con este lugar se han hecho las más diversas barrabasadas: por nombrar solo una, Giorgio Vasari, en el siglo XVI, ordenó la demolición del coro y mandó cubrir algunos de los frescos que se habían pintado 200 años antes porque el gótico le parecía un estilo de bárbaros. Santa Maria merece al menos tres horas o tres horas y pico (sigo sin entender cómo hay gente que ve Florencia en tres días: después del tiempo que llevo aquí, pateando esta iglesia, tengo la sensación de que puede que me haya perdido diez o doce obras maestras).

Trinidad de Masaccio


En Occidente no inventamos la perspectiva: ya la usaban los chinos en el siglo XI, pero la Trinidad de Masaccio fue la primera obra, hacia 1427, en la que se utilizaron los principios de la perspectiva lineal que enunció Brunelleschi poco antes. El lenguaje formal de la arquitectura que él pinta recuerda a los edificios del maestro y por eso se cree que el arquitecto podría haber asesorado a Masaccio. Están Dios padre y Dios hijo en la cruz (todo muy rosa, por cierto) y la Virgen María y san Juan, el discípulo amado. Debajo de ellos están las figuras de los donantes (es decir, los que pusieron el dinero para la obra de arte) que pertenecen a la familia Lenzi. Hay además un sarcófago con un esqueleto en el que se puede leer: "Yo era lo que sois vosotros y vosotros seréis lo que soy yo". Los huesos que aquí estamos, por los vuestros esperamos, como se lee en el osario de Évora, en Portugal: la muerte, en fin, la futilidad de la vida y, también y sobre todo, lo tétrica que es esta religión que hemos heredado sin pedirla.