Voy recuperando memoria: no sé dónde está la que fui, ni sé por qué el crecimiento nos hizo tan dispares. Se acerca junio y cumplo años. No hago balance. No me siento conmigo (hace años que no me siento conmigo). Ni ganas, que conste. Pero recuerdo la oscuridad natural, la inocencia de más tarde, el miedo sempiterno, el asombro constante, la curiosidad por unas pocas cosas (pocas), los esquemas vueltos del revés y del derecho, la reconstrucción, todos los abismos.
Voy perdiendo memoria. Encontré planes, botellas de vino, días de campo, niños pequeños, paseos largos, restaurantes, algún que otro cuerpo y algún que otro mar. Hallé ciudades, tuve bares por casa, confié en la palabra. Lloré mucho (no se muere de amor). Fui feliz muchas veces.
No recuerdo mis años. No sé si se cayeron.
Un viaje por el mundo real de Stephen King
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El mundo de Stephen King está en su mente pero se pude tocar. Las novelas
del escritor norteamericano nos trasladan a lugares terroríficos y
fantásticos ...
Hace 4 días
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