Me paso la vida dando vueltas y esperando. Ahorro porque no sé qué va a pasar dentro de dos meses. Puede que mantenga el trabajo, puede que no. Y, teniendo en cuenta mi perra suerte en la vida laboral, mucho me temo que será la segunda. Tampoco podré ahorrar demasiado: en mi futuro más cercano aparecen dos bodas en las que se me va a ir la pasta que debería guardar (regalo, menú, buscar un traje que me quepa -a ver dónde, con todas estas tiendas que consideran que una talla grande es la 42- y que me quede monísimo de la muerte y por el que no me cobren 400 euros, buscar unos zapatos, buscar un bolso de fiesta que no me pondré nunca pero que también me costará un riñón, porque estas cosas siempre cuestan un riñón). Y sigo esperando.
viernes, 28 de marzo de 2008
Desahogo psicológico gilipollesco
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3/28/2008 10:08:00 p. m.
Etiquetas: Mercado laboral
martes, 25 de marzo de 2008
Noches solas
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Dicen que el que la sigue, la consigue. Es mentira. También -eso es verdad- que las ciudades se llevan dentro, igual que las personas, y que por mucho que viajes, arrastrarás las mismas trabas que antes de irte. Puede que descubras qué hacer con ellas. O puede que regreses al mismo punto de partida, ése que te marcan la memoria, la sensación de ridiculez porque la sigues, pero sabes que no vas a lograrla nunca.
En lenguaje de adicciones, lo llamaría recaída. Una vez y otra y vuelta atrás a recomenzar. Hasta que el tiempo haga su trabajo lento, hasta que la seguridad no le deje espacio a las ganas, hasta que se difumine el punto de atención y ya no busque unas letras, no intente averiguar por qué y deje de analizar el impulso que me lleva a esperar tanto de quienes sé que van a formar parte de una historia inacabada que se romperá siempre por ese eslabón más débil que siempre seré yo. Lo llamaría recaída, pero tiene otros nombres: insistencia, locura, indignidad, sinceridad, esperanza, arrastre. Una vez soñé a un tipo de espaldas. Ahí estaba yo: de frente, como siempre. Abierta, como siempre. Expuesta, como siempre. Ya no sueño a nadie que se niega. O no lo recuerdo, que es lo mismo. El pequeño triunfo cuando no hay victoria posible. Ahora lo descubro.
Qué mal me sientan las noches solas.
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3/25/2008 09:54:00 a. m.
Etiquetas: m0ntaraz
martes, 18 de marzo de 2008
Vacaciones
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Me voy de vacaciones. A recuperar las ganas que me faltan, a pasar algo de frío, a olvidarme de todo y de ti. A intentar no acordarme, que no se me pince el corazón a ratos, que se borre el rictus de la boca, la sensación de pérdida y de que nunca importé nada.
Me voy a ver piedras viejas, del siglo XI, a escuchar a mi hermano menor tocar la gaita al lado de un río, a reírme, a intentar seguir la dieta aunque haya chorizo y vino de por medio (para presumir hay que sufrir, dicen: tengo una compañera que se pasa el día comiendo dulces y está como un palillo: qué injusto es el mundo). No habrá nadie cuestionando el porqué de mi trabajo, ni yo misma; ni quejas; ni llamadas de teléfono; ni rutina impuesta; ni gimnasio que no sea caminar por la sierra, sortear las sombras, bajar escaleras.
Estarán Alonso hablando de caza, Ángel cortando jamón, Nati tratando a la gente como una madre discreta y acogedora, la ternera a la plancha, las carreteras sinuosas, los pueblos llenos de casas de adobe y vigas talladas con figuras desnudas. Y canciones y juegos de cartas y conocimiento.
No estarás tú. Espero que no estés tú.
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3/18/2008 11:57:00 p. m.
Etiquetas: m0ntaraz, Miranda del Castañar
Tejiendo
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He vivido alguna de esas noches mágicas, los dedos volando en el teclado, la mente despierta, esa sintonía que te hace estar más relajada porque no sabes quién es del todo quien está enfrente, al otro lado, pero eres capaz de intuirla al minuto. En la red también existen las primeras impresiones.
Conocí así a una de las mujeres de mi vida, hace más de cinco años, la misma que me recordó, y me recuerda, que los monstruos también mueren, una rubia guapísima y perseverante, enamorada de Sor Juana Inés de la Cruz y gracias a la cual he ampliado en mucho mi biblioteca porque siempre me regala libros y ninguna otra cosa más.
Conocí así, también, al hombre más influyente de mi vida, a pesar de que no le conozca -ni le vaya a conocer- la voz y los gestos, pero esa historia la he contado en otros lugares y muchas veces.
Internet es un mundo posible, pero real. Un mundo paralelo y muy pequeño, a pesar de la vastedad. Con sus reglas, desde luego. Algunas pueden transformarse en un problema: quizá me he perdido a alguien interesante por ello, pero no pierdo un minuto con alguien que hable lenguaje XAT o tenga faltas de ortografía. Lo que me asombra es la manera de llegar de quienes se quedan: hace años que no chateo y, sin embargo, a veces, los descubro por una duda, un mensaje en un foro, un blog al azar... y así se teje esta red tenue que le da todo el significado a La Red.
Por eso había dos personas a las que quise ver cuando el azar y el sexo me llevaron a Málaga: por el puro placer de reconocerlos y de saber que son como yo había pensado (mucho más interesantes en persona). Por eso tengo dos excusas para visitar Buenos Aires sin sentirme extraña: un hombre lindo que cumplió 45 hace muy, muy poco y una mujer sabia llena de preguntas que llegó naufragando hace siete años y que me regala rosas de Palermo para celebrar mi casa nueva. Por eso, en Barcelona, después de un lustro, cené con quien me lleva casi cuatro décadas para verle tan lúcido, tan divertido y tan generoso como cuando éramos sólo letras en un ordenador y dos voces telefónicas. Por eso echo de menos, también, a quien nunca se despide, aunque la culpa le roa, porque así no tiene la impresión de que se ha marchado del todo. Por eso comparto una entrevista y me dicen que les asombra mi voz dulce (qué clase de mujer seca y fría pareceré por aquí) y por eso supongo que algún día iré al Norte y que un año de estos podría planear un café en Cordura.
Al final sólo es eso. Como en la vida real. Sólo valen quienes se quedan.
domingo, 16 de marzo de 2008
Cuestionario Proust
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Sí. Me gusta responderlos. Quizá sea porque me gusta que me hagan preguntas. No sé. El caso es que tengo un montón de papeles con cuestionarios, larguísimos, que me rellenaban mis amigos cuando estaba en el instituto (luego una crece y deja de dar la vara con semejantes tonterías). Lo gracioso es que, depende de cuándo los hagas, las respuestas cambian radicalmente. Así que quizá lo retome dentro de un año, para ver en qué he mutado.
¿Cuál es para ti la mayor desgracia?. La muerte de quien amo. Las despedidas. Las desapariciones. Bueno, a mí se me acaba el mundo dos veces al mes...
¿Dónde te gustaría vivir?. En Sevilla. En Madrid. Con matices. Aunque también he descubierto que la ciudad en la que vivo los fines de semana es el mejor lugar del país para vivir: es barata, es pequeña, es manejable y están algunos de mis amigos.
¿Cuál es para ti la alegría terrenal más perfecta?. Un café con un amigo. Una buena cena. Una buena charla. Un rato de cama.
¿Qué fallo perdonas más fácilmente?. Todos, menos dos: el chantaje psicológico reiterado y la deslealtad. Otra cosa es que luego yo caiga en alguna de esas dos cosas. Que también, porque una es incoherente, a veces.
Tu héroe de ficción preferido. No tengo héroes. Tengo personajes de ficción favoritos. Akela, por ejemplo. Athos, por ejemplo. Sidney Carton, por ejemplo. O Tarod. O Aslan. O Meriadoc Brandigamo. Ahora que lo pienso, casi todos de literatura de ésa que llaman "fantástica".
Tu personaje histórico favorito. No encumbro a personas reales. Otra cosa es que haya mucha gente que me caiga bien.
Tu heroína real preferida. Léase la respuesta anterior. Con la dificultad de la invisibilidad de la mujer, que hay que tenerla en cuenta.
Tu heroína preferida de la literatura. Personaje, más bien: una loba que se llama Grimya. Y es que buscar una heroína en la literatura que no sea cursi, gilipollas o pasiva es una labor francamente difícil...
Tu pintor favorito. No puedo elegir uno. Pero por ahí andan Velázquez, Lucien Freud, Emile Nolde, Dalí, Van der Weyden, Goya, Van Gogh y muchos más.
Tu compositor preferido. Y dale... No podría decir los nombres de todos: entre otras cosas, porque ahora escucho más música clásica que nunca y estoy descubriendo a cientos de ellos.
¿Qué cualidad aprecias más en un hombre? La lealtad.
¿Qué cualidad aprecias más en una mujer? La lealtad. Y cierta clase de conciencia.
Tu virtud preferida. La lealtad.
Tu actividad preferida. Depende del momento: hablar, leer, escribir, trabajar, chatear (según con quién), escuchar música, viajar, ver el mar, ver piedras, pasear...
¿Quién o qué te hubiera gustado ser? Yo: conozco a las mejores personas del mundo.
La característica principal de tu carácter. La radicalidad. En sentido estricto. También soy cariñosa (más que cariñosa, una lapa: sin contacto físico no puedo vivir).
¿Qué aprecias más de tus amigos? Su inteligencia, su clarividencia, la manera en que me desnudan, su paciencia, su capacidad de hacerme reír, su forma de mirarme, los besos, los abrazos, las caricias...
Tu mayor fallo. Pedir lo que no voy a tener nunca. Y pedirlo, y pedirlo, y tirar de las cuerdas... Y soy desconfiada e irritable
Tu sueño de felicidad. Soy feliz ahora. No sueño con algo que ya tengo.
¿Qué te gustaría ser? Lo que (y quien) soy. Bueno, vale: sin problemas de peso. Y más mona y más lista.
Tu color favorito. Negro, azul, plata, burdeos, lila.
Tu flor favorita. La jara.
Tu pájaro favorito. Las gaviotas.
Tu escritor favorito. No tengo un escritor favorito: hay uno que me da envidia, sólo uno, que se llama Robert Louis Stevenson. Ni siquiera sé por qué me da envidia: a Virginia Woolf no le gustaba nada. Es decir, habrá cientos mejores que él. Y a algunos hasta los he leído. Pero él me da envidia. No me pasa con nadie más. Tampoco diría nunca que es mi escritor favorito: para eso ya está Dickens.
Tus héroes en la actualidad. Soy poco mitómana, la verdad.
Tu nombre favorito. Mis nombres favoritos jamás se los pondría a nadie, porque suelen ser extranjeros... Logan, Itzhak, Locman.
¿Qué aborreces por encima de todo? Aborrecer, nada. Irritarme, muchas cosas.
¿Qué figuras históricas aborreces más? La historia es la historia, qué se le va a hacer. No creo que sea buena ni mala, sólo es historia.
¿Qué méritos militares aprecias más? Que me enseñen un museo normalmente cerrado a civiles y me hagan apreciar una buena leche de pantera.
¿Qué reforma admiras más? Las personales, las que te llevan al vértigo pero luego te recomponen.
¿Qué don natural te gustaría poseer? ¿Yo? Todos: no tengo ningún don natural.
¿Cómo te gustaría morir? Durmiendo, sin enterarme. Pero es que yo no quiero morirme, oye.
Tu actual estado de ánimo. El mismo de siempre: moderadamente feliz. Y con algo de sueñito.
Tu lema. No tengo de eso.
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3/16/2008 10:44:00 p. m.
Etiquetas: Memes
No sé qué regalarte
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Nos separan más de diez mil kilómetros y cuatro horas de diferencia, así que no puedo esconderme en él, que es lo que querría hacer hoy para felicitarle por sus 45 años de vida: darle un abrazo, invitarle a comer, abrir una botella de vino, visitar los viejos cafés de Buenos Aires, escuchar un tango, oírle hablar, mirarle a los ojos, sonreírle, apretarle el brazo, hacerle una caricia pequeñita, caminar a su lado para ver ciertos colores, encenderle un cigarro, paladear el silencio, dar un paseo de noche sin fijarnos en las calles, intentar que me enseñe a mirar a través de un objetivo, pedirle que me cuente, disfrutar de su presencia sin distancias.
Felicidades, niño.
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3/16/2008 12:19:00 p. m.
Etiquetas: Cumpleaños, Pablo, Regalos
martes, 11 de marzo de 2008
Federico Luppi
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Hablamos de España, de Argentina, de las dictaduras de Franco y de Videla, de lo anormal que es que no se detenga a ningún asesino, a ningún torturador, sólo porque formaban parte del aparato de Estado y se haga borrón y cuenta nueva (que no es tan nueva y sí más bien borrón). Y yo le escucho cada palabra y me la aprendo porque sé que hay una carga de razón histórica en lo que dice. Hablamos de teatro, del miedo escénico, de la inseguridad, del carácter estético del gusto, de que para los papeles de hombre viejo no necesita preparación, porque ya está en la vejez y la vive. Me cuenta que, para controlar el cuerpo, para pasar de persona a personaje, todos los actores del mundo han leído lo mismo desde Stanislavski. Que, cuando se trabaja con amigos, uno pierde el pudor a decir "esto que estás haciendo es una porquería" y de que los jóvenes irrumpen con fuerza porque se cuestionan que las cosas sean así porque sí y que la capacidad de fabular, de contar cuentos, de inventar historias, es la que nos mantiene vivos. El reservorio de la resistencia y la utopía.
El actor no es el personaje, pero tiene algo de todos ellos. Del Carlos Bonifatti bronco de Plata Dulce; de Fernando Robles, el profesor de literatura de Lugares comunes; del discurso sobre la Argentina que recita Martín Echenique en Martín (Hache) o del tipo honesto y serio, que enarbola su actitud y sus ideas como cuando fue Mario Dominicci en Un lugar en el mundo. El actor no es el personaje, pero llevo -llevamos todos- muchos años escuchando su voz y su acento y construyéndonos otra persona con lo que sabemos que dice. La fuerza del cine logra cosas como ésta: que te caiga bien alguien a quien nunca antes has conocido, al que posiblemente no conocerás nunca, sólo porque lo identificas con los papeles que les has visto hacer durante más de cuarenta años. Y, para mí, que no soy mitómana, pero que tengo mis simpatías, estas dos últimas jornadas -primero Antonio Gamoneda, ayer; hoy, Federico Luppi- han sido un regalo.
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3/11/2008 06:15:00 p. m.
Antonio Gamoneda
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Cierra los ojos cuando habla, pero tiene una voz hermosa y potente. Aprendió a leer con un poemario de su padre, que también se llamaba Antonio Gamoneda, y le gustaba caminar hasta que un día le atropelló un coche y ahora tiene que pararse cada quinientos metros. Me nombra dos o tres veces a uno de mis favoritos, San Juan de la Cruz, mis versos de paseo de alma plena, de extrañamiento, de lo desconocido. Me resume la historia de la poesía en tres minutos, el paso del lenguaje informativo a la lengua que busca y que encuentra hasta lo que no puede ser hallado. Y abomina de la experiencia, que ya está en internet y los periódicos, para centrarse en lo que no se sabe hasta que se descubre. En lo que no hace falta explicar. En lo que no precisa de sentido alguno.
Hay una simplicidad coherente en sus palabras. El poema dice lo que dice y no quiere decir más de lo que dice, o de lo que nos dice a quienes le leemos. Hay, también, una pasión sosegada y me lo imagino entre los bosques, como a Thoreau, a Savage o a Claudio Rodríguez, permitiendo que el silencio le traiga a uno palabras que nunca antes se habían dicho de esa manera, un paso y otro paso, el ritmo, la cadencia, el folio en blanco que se empreña, la revelación científica por sinapsis neuronal, el papel en el bolsillo por si surge la idea. Estaba sentado a mi lado y yo lo imaginaba caminando, escribiendo en un autobús o en un avión, mirando el cielo, subiéndose el cuello del abrigo, colocando un punto o una coma, buscando a su nieta en la que vive, sintiendo el frío de León en los huesos.
A veces creo que hago entrevistas -que las odio- para poder llevarme al coleto estos momentos. Para poder decir que estuve hablando, siquiera unos minutos, con Alicia Hermida, Calixto Bieito, Cecilia Figaredo, Ángel Campos, Belén Gopegui, Olvido García Valdés, Ada Salas, Tomás Segovia o Basilio Sánchez. Para llevarme el recuerdo, o la escritura, que son lo mismo, los ratos de después, lo que aprendí, lo que me hicieron descubrir o mejorar. Una pura y dura cuestión de ego, en sentido estricto. No tanto para contarlo como para sentir y buscar y arañar siquiera un poco de la sabiduría de mis interlocutores, para notar ese orgasmo que me llega cuatro de cada cinco días en los que trabajo, para darle vueltas a sus palabras, como ahora se las doy a lo que me ha contado de sí Antonio Gamoneda. Como se las daré después a lo que me digan otros.
Porque la verdad es que no sé si a alguien le interesa un mínimo de lo que hago, o si estoy dando una voz en el desierto, entre una noticia y otra, un discurso político y otro, una u otra protesta. No lo sé y me lo planteo más veces de lo que me gustaría: si esto valdrá para algo, si se podría hacer mejor o si lo haría mejor alguien que no fuera tan joven y tuviera más formación a las espaldas, o si el camino y los temas y la forma de abordarlos son los correctos y todas esas dudas, en fin, que nos asaltan a los inseguros irredentos a cada paso que damos.
Aunque luego llegan momentos como éste y me digo: qué demonios.
Con lo bien que me lo estoy pasando.
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3/11/2008 09:55:00 a. m.
Etiquetas: Palabras
lunes, 10 de marzo de 2008
Felicidad
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Cuando he acabado, he llamado a dos amigas, para contarles el descubrimiento (el de la persona, no el de los versos) con una sonrisa tontísima en la cara.

Federico Luppi.
Y, después de colgar, me he puesto a dar botes y más botes y a gritar en mi trabajo. Como una niña chica, oigan.
Feliz.
Ya os cuento.
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3/10/2008 07:25:00 p. m.
viernes, 7 de marzo de 2008
Espejos
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No sé en qué espejos me miro. Hace un tiempo, en lo que no quería ser sin saber cómo quería ser del todo. Pasé ocho años (desde los trece) modelándome, la escritura como terapia, hasta que descubrí que se habían esfumado algunos de los miedos que creí perennes. El miedo a hablar, sobre todo. Y no me reconocía y me entró vértigo y dejé de analizar lo que soy y dejé de hacerme sangre.
Quizá ya no hiciera falta, porque en ese tiempo aprendí a mirarme con los ojos de otros y a pensar que era cierto lo que veían. Que no había hipocresía ni engaño en los halagos, ni adulación innecesaria en las palabras o los gestos. Esa imagen me gusta: no es lo que soy, o no del todo, pero es lo que ven quienes me quieren, que siempre será bastante más benévolo de lo que yo vea de mí.
Nunca he tenido demasiadas referencias. No pude identificarme con nadie, ni por parecido. Más bien, rechacé las diferencias, porque no me convencen: no son lo que yo debería ser. Y no por falta de deseo: quizá no hubiera estado mal adoptar ciertos roles: me hubiera sentido menos rara, ciertamente. Pero eso ya no tiene remedio. Ni razón, siquiera.
Ahora me miro en las vidas ajenas: tan construidas, tan hechas, que también siento vértigo. No he pensado nunca a largo plazo: sabía que no iba a vivir en las ciudades que quise y me dio igual estar en otro lugar. No puedo imaginarme dentro de cinco años, aunque firmaría por estar haciendo lo mismo que ahora. Sólo por estar haciéndolo: no sé si por ser la misma y con las mismas circunstancias. Y querría, por supuesto, más libertad y controlar mejor mi tiempo. Pero he aprendido a estar conforme.
Aunque me mire y no sepa qué veo y me coman las contradicciones y me compare y eche de menos lo que nunca he tenido.
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3/07/2008 11:51:00 p. m.
Etiquetas: Diario de navegante
jueves, 6 de marzo de 2008
La vida y tú
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Al final pasaré por todas las fases de la pena. El cansancio primero (hasta aquí llegué); la creencia de que podría seguir un poco más; volver a intentarlo sin recibir respuesta; el maltrato a ratos ("no juzgarías a otra persona tan duramente de estar en tu lugar": me lo dijo una amiga hace años y no ha cambiado nada); el llanto pequeñito; la añoranza; destruir la imagen; pensar en lo que fue y lo que pudo haber sido. Quizá olvidar, más tarde.
Mantengo, como todos, tres o cuatro vidas paralelas que intento conjugar sin ser del todo consciente del esfuerzo que supone. Soy hija, hermana, amiga, compañera, receptáculo de algún odio, amante, fabuladora. Soy la que homologa los días con un abrazo, la que se lleva a fumar a quienes no fuman, la que se ríe en los desayunos, la que se cabrea en dos minutos, la que disfruta orgásmicamente de su trabajo a diario y la que echa de menos a una persona que compartió todo eso.
Me siguen faltando las horas, aunque los días (individualmente) se me hagan largos; aunque los fines de semana sienta que me voy de vacaciones; aunque no vea en años a quienes querría ver e intente arreglar los minutos, colocarlos donde bien me vengan, restando lo que puedo: ahora trabajo, ahora gimnasio, ahora como, ahora trabajo, ahora compro, ahora limpio y me depilo y pongo lavadoras y hago un puré de verduras y escribo y leo y duermo y me levanto y me ducho y trabajo.
No sé cómo hacerlo. No sé cómo no creerme que soy una autómata que hace lo mismo todos los días, de lunes a viernes, y a la que se le escapan el sábado y el domingo sin saber dónde ha puesto el descanso. Tampoco sé cómo unir todas las parcelas de mi vida de una manera coherente y más dadivosa: lo que se ve desde fuera y lo que sé yo por dentro.
Nadie lo notará, porque lo que no se cuenta no existe.
Aunque compruebe que la segunda vez es mejor. Que la primera lo arrasó todo y después -la madurez, las armaduras- el daño es mucho menor, por mucho que sepas que te han partido por la mitad y que tardas poco -tardan poco, ellas- en recoger los pedazos.
Lo que no se cuenta no existe. Pero existe, porque lo estoy contando.
Que te echo de menos.
Que voy a tardar mucho en dejar de echarte de menos.
Es lo malo de tener buena memoria.
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3/06/2008 07:08:00 p. m.
Etiquetas: m0ntaraz
sábado, 1 de marzo de 2008
El mal menor y la niña de Rajoy
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3/01/2008 10:55:00 p. m.
viernes, 29 de febrero de 2008
Círculos
4
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Cuando vivía en una de las muchas ciudades que he habitado, me propuse, me había propuesto, cerrar el círculo. A veces me ocurre: uno se harta de contar las mismas cosas, los mismos sucesos que no te definen pero sin los cuales es imposible entenderte del todo; y se cansa de confiar, de comenzar una relación que no sabes cómo será o cómo acabará, y tampoco te hace falta porque tienes alrededor a un buen puñado de gente a la que asirte de tanto en cuanto, y no importa nada más.
Que vengan los que quieran, pienso ahora. En ciertos casos, ya sé las condiciones...
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2/29/2008 10:41:00 p. m.
Canciones
7
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Una vez, me pintaron un retrato antes de haberme visto nunca. Otras veces, me han mandado canciones que les recuerdan a mí. Y me reconozco en las historias que cuentan, sin creerme que yo sea ésa del todo... Hoy he buscado una. No la había escuchado antes, pese a que me la escribieron en un foro para sacarme a bailar una Nochevieja.
Las quería escribir, por si acaso algún día se me olvidan... Cada una me llevó a un lugar: a descubrir de mí lo que veían otros. Cada una me trae algún recuerdo: todos agradables, todos con una punzada de dolor por lo perdido, de reconocimiento por lo que viví, de asombro.
Alguna me trajo un cuerpo reconocido, el descubrimiento de las sensaciones de mi propio cuerpo, la ternura y la seguridad de que puedo hacerlo todo. De que siempre voy a tener razón dentro de una cama.
Y otras, simplemente, son la historia de mi vida...
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2/29/2008 05:59:00 p. m.
miércoles, 27 de febrero de 2008
Por la mitad
8
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No habrá.
Ésa fui yo.
Con la próxima será feliz.
Sólo porque a mí me partió por la mitad.
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2/27/2008 10:50:00 a. m.
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lunes, 25 de febrero de 2008
Nuevo año
19
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No se hacen balances cuando no han pasado dos meses del comienzo de año. Eso me digo. Pero da lo mismo. Lo hago para que no se me olvide que, aunque al final resulte horrendo, comenzó maravillosamente bien.
Perdí a una persona. Perdí a una persona que ha sido importante, muy importante, para mí durante el último bienio. El único éxito que me resta es que por mí no ha quedado. Ahora aprenderé a echarle de menos sin que duela. A intentar echarle de menos sin que duela. A intentar que la añoranza se transforme en recuerdo pero no reste nada: ni las ganas, ni la confianza, ni la sonrisa. A intentar, también, dejar de escuchar tangos que me lo traigan a la memoria, porque siempre que pierdo a alguien importante escucho tangos. Malevaje, Antonio Bartrina a la cabeza. (Angustia de saber / muerta ya / la ilusión y la fe. / Perdón si me ves lagrimear: / los recuerdos me han hecho mal).
Comencé a vivir sola. Y me pasé las tardes cantando lo feliz que me sentía. Estrené una cama de matrimonio para mí, para dar vueltas y más vueltas, sin que se me haga grande (porque a mí las camas nunca se me hacen grandes). Recuperé la cordura que había perdido sin darme cuenta, el buen humor, las ganas de ser. Me di cuenta de que tengo el tiempo, todo el tiempo, y de que todo está por hacer y todo es posible. Me percaté de lo hermoso que es cuidar de un espacio que sientes tuyo y adornarlo con libros y portafotos con imágenes de todos esos amigos que viven lejos y con velas e incienso y cuadernos en los que escribirlo todo.
Saboreé la felicidad rutinaria. La maravilla de tener un trabajo creativo que se desempeña con mejor o peor fortuna pero con muchísimo gusto, porque me divierte. Estrené nuevo blog, recuperé el anonimato (espero: a la tercera irá la vencida y lo haré privado) y volví a utilizar las noches para, cigarro en mano, taza de café en la mesa, emborronar cuartillas y para parar de escribir y volver a leer (Dickens, Dumas) y quedarme mirando la televisión -apagada- pensando en que todavía no me lo creo, porque no me había dado cuenta de lo mal que estaba antes. Ventajas de reír todos los días: que realmente no te percatas de que tu cabeza y tu humor no van a la par.
Adelgacé ocho kilos y pico, también, y los que vendrán, y me hice el firme y completo propósito de convertirme en una fashion victim cuando pierda los diecipico que me sobran todavía. No lo podré cumplir, ya lo sé: me faltan el gusto (bueno, tengo el mío, que me encanta a mí) y la disposición: nunca seré una mujer al uso, por mucho que adelgace. Pero, al menos, me cabrá la ropa. Que siempre es un consuelo.
Comencé el año siendo feliz. A pesar de la pérdida y la añoranza. La verdad es que eso, ser feliz, es algo que no me cuesta trabajo alguno últimamente.
Imagen de werd forthe wise.
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2/25/2008 06:35:00 p. m.
Etiquetas: Diario de navegante, Juan Pablo
domingo, 24 de febrero de 2008
A veces sucede
11
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Algo quiebra el mecanismo
cotidiano de la desolación y sucede.
Se despista la terca ley de la distancia
y dos cualquiera se encuentran,
sin saber cómo, sin casi pretenderlo.
Conversan, se ríen, se sorprenden
de no desconfiar en absoluto,
se entregan a lo que van inventando
como si estuvieran protagonizando el Génesis.
Todo es muy extraño, piensan para adentro
en los raros momentos en que se les aparta la alegría
porque vuelve a asaltarles la costumbre.
Pero el milagro sigue.
No detienen el juego por ahora.
Pasean, deletrean el alfabeto de su inocencia,
balbucean sus nombres nuevos, sus sueños viejos,
cantan estribillos de canciones tontas
y les parece extraordinariamente divertido,
se olvidan de comer, hablan sin parar de la hermosura,
se conmueven cada vez en los silencios.
Suele haber en estos casos una ciudad
que va dando pasos lentos hacia la noche y luego
pasos un poco más rápidos hacia el alba.
El alba mientras tanto aguarda tranquila,
en su sitio, con su guadaña.
a pesar de saber que no va a encontrarlo ya nunca.
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Los viajes que no hice
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2/24/2008 01:49:00 p. m.
Etiquetas: David Eloy Rodríguez, m0ntaraz
viernes, 22 de febrero de 2008
Niños
19
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La mujer que va a tener un hijo me regaló una vez una Waterman Audace. También la cafetera con la que hago el descafeinado de por las noches. El último fin de semana que estuve en su ciudad, me lo pasé acariciándole la tripa a todas horas, sin creérmelo casi, aunque ya le hubiera escrito cuando aún no era más que deseo, proyecto y búsqueda.
El hombre que va a tener un hijo me dice que no se puede ser tan macho y nos reímos. Él vive más lejos, a dos autobuses y casi seis horas de distancia. A su pareja la conozco por fotografías y cuando la vea, será, supongo, para saber de los otros dos miembros de su familia a la vez. Para abrazarle y admirarme ante la nueva vida que empieza.
La mujer que tiene dos niñas no pasa por sus mejores momentos, pero cuando las ve, casi es capaz de olvidarlo todo. Su sabiduría le permite recordar a cada instante que se acabará la tormenta, a pesar de los miedos, y que quizá algún día, podamos recordar todo esto con el dolor justo.
La pareja que tiene un hijo afirma que, si llegan a saberlo, lo hacen antes. Los días se les pasan entre cuidados, paseos con cochecito y una placidez estable. De vez en cuando (menos de lo que me gustaría) observamos cómo va creciendo esa personita a la que vimos, por primera vez, con quince horas de vida. Y siempre nos asombra.
El hombre que me abrazaba todos los días, ahora puede levantarse temprano para llevar a su hija a la guardería, ir a recogerla y comer los tres juntos. Me enseñaba estrellas y estaciones espaciales y el día que se fue, me regaló un libro lleno de planos para estrenar mi casa. Le echo de menos todo el tiempo.
Hay otra pareja con niño. Con foto de niño en el móvil, con pocas posibilidades de conocerle aún. Pero sé que también son felices, porque son felices juntos desde hace casi diez años.
Sólo una vez he deseado tener un hijo, porque conocí al único padre idóneo. Fue hace mucho tiempo, en una de esas etapas de locura transitoria que da un amor que luego sólo fue escarcha -no he tenido más frío en mi vida- y más tarde reconocimiento y después recuerdo y asunción de la propia historia rara que vivimos. Ahora que muchos amigos míos son padres, o lo van a ser, me sorprendo pensando en cómo cambian las vidas en tan poco tiempo, nueve meses poco más o menos, y comienzan a ser otra vida que gusta.
Será divertido estar ahí.
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2/22/2008 11:11:00 a. m.
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domingo, 17 de febrero de 2008
Añoro
18
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Te echo de menos. Ya te lo dije un día, que escribir siempre era escribir una carta a alguien, aunque después no la lea. No la leerás, pero yo escribo, que es la mejor manera que tengo de aventar mis fantasmas. No de expulsarlos: ésos no se van nunca.
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2/17/2008 10:56:00 p. m.
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viernes, 15 de febrero de 2008
Por qué escribes
21
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Odio el té rojo. Nunca tomaría té rojo. Verde, blanco o negro. Mejor verde con hierbabuena y azúcar negra o negro, paquistaní, hecho en agua, con un chorro de leche. Ahora, con sacarina líquida concentrada, cuatro gotas exactas. Antes, con dos cucharadas o un sobre de azúcar. Y, mientras bebo té, fumo. Y fumo mientras escribo.

Me tomo un té contigo. Y te veo el intento y te palpo la vergüenza, que no sé si es vergüenza o es pudor. Me gusta lo que veo y lo que intuyo. Pero sé que no se puede explicar, ni siquiera delante de un té a distancia. Ni siquiera cuando se disfraza como otra manera de devolver lo que te dieron, de aventar la soledad, de estar solo del todo y contundentemente, de conseguir amigos o de que los amigos te conozcan mejor y sepan quién eres. Sólo es eso: la necesidad de vivir más y de nuevo cuando escribes.
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2/15/2008 10:21:00 p. m.
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El día del culo
12
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2/15/2008 09:29:00 p. m.
martes, 12 de febrero de 2008
Ellas
24
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No hay nada mejor que tener amigas. Amigos también, desde luego, pero ellas son espectaculares. Una casa por estrenar, dos botellas de vino, patatas fritas, ensalada para mí y mucha charla sobre lo pasado, el trabajo y el futuro. Un sofá de piel marrón, una cocina naranja, un cuarto de baño morado, una cama de matrimonio para mí sola y una estantería con cristales para todos los libros del mundo. Cajas, películas, cremas, discos, fotografías, velas, las tazas que me regaló J., un estropajo y trapos para el polvo. Un cenicero con colillas, una alegría compartida con cinco mujeres maravillosas -faltabas tú-, abrir los armarios, elucubrar sobre los regalos que me harán por el estreno, arrellanarse en el sillón, encender todos los cigarros y hablar, hablar, hablar. Hacer planes para habitar un espacio unipersonal que estará cuidado y será mío y se llenará con cenas compartidas, con películas, con lecturas, con un edredón grande y calentito, con alguna manta, con muchos proyectos tranquilos y con infinita serenidad.
Soy feliz. Comienzo a ser feliz del todo.
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2/12/2008 07:06:00 p. m.
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lunes, 11 de febrero de 2008
Por fin
15
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No sé cómo será, pero sí qué será. Será llegar a casa después del gimnasio, comer tranquilamente sola o sólo con quien me apetezca, hacer un capuccino, sentarme a leer un libro durante la hora de la siesta, ir a trabajar, volver a leer. Será Historias de Filadelfia, Centauros del desierto, Toro Salvaje, La Palabra. Serán Dreyer, Cukor, Hawks y Lubistch. Será Sexo en Nueva York y Carnivàle y Héroes y un mate en un mate curado y unas tazas y dos teteras y cuadros de Friedrich, Kandinski y Monet. Habrá imanes de muchos lugares del mundo en la nevera y estarán Pedro Guerra, Calamaro, Sabina, Vince Jones y Billie Holiday. Habrá muchos cuadernos con pasta dura, una mesa siempre limpia en la que escribir, un desorden que será sólo mío y Dickens y Andersen y Auden y Szymborska y Juan Ramón Jiménez. Comenzaré a estar habitada de nuevo, después de año y pico haciendo de madre de quien no se lo merece ni ha mostrado nunca la mínima solidaridad ante las desgracias.
Será todo eso.
Por eso me siento, ahora mismo, tan feliz.
Como si me hubieran indultado.
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2/11/2008 06:27:00 p. m.
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sábado, 9 de febrero de 2008
Gentes de toga y gentes de espada
19
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Ando revuelta este fin de semana, entre intrigas palaciegas, herretes de diamantes, cardenales de 35 años que saben de sobornos y se enfrentan con reyes y amores de tres segundos. Por allí anda un chaval gascón, que se mete en peleas siempre que puede, por una mirada o una palabra mal dicha y que salva su impericia con las ganas. También un hombretón noble, corto de entendederas, leal, muy hablador y magnífico para el difícil arte de obedecer sin planear. Y un mosquetero que quiere ser abate y que estudia teología en sus ratos libres, acompañado siempre de una dama y nunca la misma.
A mí me acompañan estos cuatro desde que recuerdo. Siempre me gustaron las espadas y los duelos y ciertas mujeres valientes que no saben esperar sin actuar primero y preguntar más tarde. Hoy me he venido con El vizconde de Bragelonne bajo el brazo, tres tomos y la última de las aventuras que me queda por leer, pero he vuelto a comenzar desde el principio, aunque el principio me lo sepa de memoria. Rochefort, Milady, Richelieu, Tréville, Luis XIII, Ana de Austria, Mourdant. La fuerza, la nobleza, el valor y la astucia.
Por allí anda también otro. Treinta años, poco más o menos. Un hijo. Una mujer a la que quiere ver muerta. Pocos amores, o casi ninguno. Misógino. Casi mudo. Leal. Le busco en cada página y siempre me asombra.
Con él descubrí que puedes enamorarte como una loca de alguien que no ha existido nunca.
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2/09/2008 11:15:00 p. m.
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viernes, 8 de febrero de 2008
En marzo hace un año que bailamos esto
6
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Lookin' back on everything
And all the things that stay
I can count on memories
Cuz they don't go away
Good times were hard to hold
Until she came along
She moves me like a Memphis soul song
I'm not always there I know
But she don't mind at all
As pretty as a picture that hangs on my own wall
She's like Mississippi
When the sun comes up at dawn
She moves me like a Memphis soul song
With an angel on my lefty side and the devil on my right
She's the one who saves me from them dark unholy nights
Of all the ones who've left me it's a wonder she's not gone
She moves me like a Memphis soul song
She moves me like a Memphis soul song
She don't care what the game is
She's always down to play
My world without her seems a million miles away
She don't have to worry
I know where I belong
She moves me like a Memphis soul song
I've been dealt some aces
And I've played them all the same
But she's the only one that keeps me in the game
No fame or fortune could ever keep me gone
She moves me like a Memphis soul song
With an angel on my lefty side and the devil on my right
She's the one who saves me from them dark unholy nights
Of all the ones who've left me it's a wonder she's not gone
She moves me like a Memphis soul song
She moves me like a Memphis soul song
There's a magic down in Memphis
That never seems to fade
Even now them voices carry
Like a lonely serenade
It's the memories that still and always will be on my mind
They move me every time
She see's the good in everything there is to see
Sometimes I wonder what she ever see's in me
I'm not always right you know
But she's never led me wrong
She moves me like a Memphis soul song
In all my travels I've never found a way
To find the words that say the things I'd like to say
I've sang some melodies but she's my favorite one
She moves me like a Memphis soul song
With an angel on my lefty side and the devil on my right
She's the one who saves me from them dark unholy nights
Of all the ones who've left me it's a wonder she's not gone
She moves me like a Memphis soul song
She moves me like a Memphis soul song
Uncle Kracker
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2/08/2008 09:07:00 p. m.
Que una década no es nada
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Nos reunimos en abril, porque hace diez años que acabamos la Facultad. Son las fiestas t'acuerdas, como decía Darío, el mejor y más interesante de los copisteros. Reviso los correos, a ver quién más se apunta. La mayoría de los nombres ni me suenan, o no les pongo cara. Después de dos lustros, se quedaron quienes debían: seis o siete con los que no pudieron los kilómetros, los cambios de residencia, los amores, el resto de la vida que fue pasando. Pero hubo muchos otros con los que compartí momentos: a los 18 se me despertó la sociabilidad y descubrí que contando me va mejor. Ésa y no otra es la razón de mi apertura: que sabía escuchar porque no sabía hablar. Por eso venían. Por eso cambié en cuatro años lo que ninguno.
En una década, el mundo ha dejado de ser abarcable. Ya no hay tantos que me pongan libros en las manos, a los poetas me los descubro yo y nadie me canta Rosa María a las doce de la noche de cierto día de junio. Habité cinco ciudades más, regresé a mi tierra porque se me negaron dos y ahora hago lo que me gusta (qué digo: me apasiona mi trabajo), como buenamente puedo y con mil limitaciones.
Será divertido. Aunque la gente que me interesa no vaya a venir...
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2/08/2008 06:02:00 p. m.
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jueves, 7 de febrero de 2008
Un nombre
17
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No puede ser que el nombre sea lo único importante. Que por un dato absurdo rompamos lo que somos y lo que podríamos ser. No sé cuál es tu miedo, pero a mí se me hacen duros los míos: no volver a hablar contigo nunca, no volver a sentir admiración -a pesar de las imágenes-, no fomentar esa intimidad que me resultaba tan fácil, contigo más que con nadie, porque quería que participaras de mi vida. Tampoco sé quién resultará más terco de los dos, porque yo te pedí que te fueras. Como yo no quiero largarme, hazme el favor de largarte tú.
La segunda vez duele menos. No habrá una tercera. Pero duele. Duele no tener noticias, duele la desaparición, duele que no te acerques, que no lo intentes siquiera, que lo des por asumido, se acabó, hasta aquí llegué, que no haya más palabras, no esperar verte asomando aunque no me hayas borrado del todo. Y me duelen la rabia y la impotencia y la espera de dos años y el tiempo y la confianza y la apertura.
Porque al final un nombre es todo lo que importa.
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2/07/2008 02:19:00 p. m.
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miércoles, 6 de febrero de 2008
Blanco sobre negro
19
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Blanco sobre negro, intento llenar un espacio que aún no es mío del todo. Debería hacer una declaración de intenciones, de ésas para que nadie se llame a engaño, porque nunca he sabido qué responder cuando me preguntan qué escribo, ni sé si se puede llamar género a lo que nació sin pretensión literaria alguna, ni la tendrá.
Escribo para mirarme desde fuera, porque a veces no reconozco a la que leo. Ya no hace falta -no tanto como antes- la terapia, ni analizar cada aspecto de todas las que soy. Perdí el pudor a que me leyeran en una ciudad del Sur, pero antes siempre guardé los lienzos en el sótano y vueltos de espalda. No hay un personaje. No soy capaz de crear un personaje. No sabría venderlo y, si lo hiciera, sería más fuerte, menos ingenuo, menos confiado, menos esperanzado y bastante menos loco y más culto y con más prestancia. Aunque no pueda saber si lo que se adivina es lo que hay o, mientras vaya avanzando el blanco sobre el negro, se dará de bruces con la cruda realidad. Siempre me ha intrigado el juego de los espejos, los reflejos y las proyecciones. La manera en que el cerebro registra unas palabras o unos hechos y es capaz de emitir juicios o, aún peor, de creer conocer a alguien.
Este medio no sirve para eso. Lo que ves es lo que hay, pero siempre faltarán la voz, las manos, un abrazo fuerte, los chistes, la risa, la mirada de asombro.
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2/06/2008 04:02:00 p. m.
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lunes, 4 de febrero de 2008
Sola
13
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Una taza de té de rosas en una tetera que parece japonesa, pero es blanca y no es de hierro. Un café capuccino en una cafetera que no he querido estrenar aún. Una batidora que muela todos los purés. Una plancha de cocina para la carne y el pescado. Mis historias del arte en una estantería. Y Dickens y Juan Gelman y la Novela de Genji y las revistas y las cenas con los amigos, el mueble bar lleno, algunos ceniceros dispuestos estratégicamente, la charla y la risa.
Nunca me gustó vivir sola. Pero me he dado cuenta de que tengo mal ojo con quienes elijo como compañeros de piso, desde hace mucho. Me he dado cuenta de que es relativamente fácil engañarme porque conservo la ingenuidad de la niñez y jamás podría plantearme que hay quien es venenoso de por sí. Jamás comprendí la envidia ni el desprecio. Y ahora me encuentro con que hay quien aprobó un examen y quiere vernos en la calle a los demás y se dedica a lanzar bulos sobre mí y mi trabajo. Y me encuentro con que ya me cansa no poder leer nunca porque la tele está puesta con series y programas absurdos a todas horas (Escenas de Matrimonio, Al pie de la letra, Identity), lo mismo que me cansa no ver una buena película.
No sé cuándo será. Pero qué ganitas tengo...
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2/04/2008 07:15:00 p. m.
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domingo, 3 de febrero de 2008
El bolígrafo Bic
7
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Azul. Transparente y azul. Lo uso casi todas las noches, en libretas con las hojas cortadas, en cuadernos nuevos de pasta dura, en papel reciclado. Las primeras palabras siempre definen lo que vendrá a continuación, porque escribir es una terapia. Una terapia que a veces funciona, cuando consigues verte desde fuera, cuando consigues analizar lo que eres o lo que las letras muestran de ti. En silencio, siempre. Con tabaco, bebida (una infusión, ahora, o agua) y mil ideas o ninguna. Escribo a mano y luego tecleo y, mientras tecleo, corrijo algo: casi nunca, porque a veces las teclas llevan a otros caminos.
A otros viajes que no hice.
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2/03/2008 11:27:00 p. m.
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