Aterrizo en Bolonia y estoy muerta de frío en la estación. He venido en taxi
desde el aeropuerto: 16 euros. No os asustéis si el taxímetro no se mueve
durante un rato: es completamente normal. El billete a Florencia cuesta 26: el
próximo, porque hay varios trenes, pero éste es de alta velocidad. Un capuccino
en la máquina, muy rico, por cierto (he venido a una tierra de grandes amantes
del café. Como yo), 0,80. El taxista escuchaba música de los 60 y nos hemos
entendido en una mezcla de italiano, español e inglés, idioma que he hablado sin
problemas con la chica que me ha ayudado a sacar el billete de la máquina.
Bolonia es muy bonita, por cierto: lo poco que he visto. Las típicas
construcciones mastodónticas de piedra de colores anaranjados, las cúpulas
verdes y palomas por doquier. Lo malo es que en la estación no hay ni un asiento
y estoy aquí con la espalda doblada, escuchando las mil llamadas de megafonía en
el idioma musical de los italianos. Me preguntan varias cosas algunos
transeúntes. Digo "no sé" en español, con la esperanza de que me entiendan: si
no el lenguaje, sí mi cara de pasmo. El cielo está completamente gris y yo
intento colocarme en una posición más cómoda, porque llevo más de cinco kilos de
equipo fotográfico a las espaldas y la mochila es incómoda para ciertos
menesteres, por más que me haya acostumbrado a que sea una extensión de mí en
todos los viajes.
Tapenade con pan toscano |
Un viaje es esperar y esperar en varios lugares donde la gente no interacciona. A mi lado, una mujer con Il Corriere della Sera. A mis pies, más palomas, gordísimas. Tengo que bajarme en Santa Maria Novella. Allí me espera Nerea. Necesito una cámara pequeña, porque la mía no la he sacado aún de la bolsa, ni ganas que tengo: no pretendo hacerlo hasta que no llegue a Florencia.
No me da miedo viajar sola.
Ravioli con salsa de nuez |
Comemos en la Osteria Santo Spirito, en la plaza del mismo nombre. Menestra di farro y ravioli con salsa de nueces: 7 y 9 euros. La camarera me explica que el café macchiato es el cortado y el café con leche, café latte, es un café con leche tamaño catedral.
Lo primero que fotografío es la comida.
Minestra de farro. Esto está de muerte. |
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