Y aquí el señor Karajan, of course...
(Sí, otra vez).
Y aquí el señor Karajan, of course...
Publicado por Los viajes que no hice en 12/31/2008 05:07:00 p. m.
Dejé de tener grupos hace mucho tiempo. En la Facultad éramos treinta o treintaypico y salíamos juntos, pero yo tenía relaciones individuales (hechas a base de cafés y confidencias) con cada uno. Una vez leí que los amigos se crean cuando se comparte un secreto. En eso yo lo tengo fácil: hay dos o tres hechos que le he confesado a muy poca gente y que me marcan la medida. Y, además, ya no los cuento porque me cansé de oírme. Los que llegaron después se los perdieron y, la verdad, tampoco hace falta que los sepan. La última vez que los conté estaba en Valencia de Alcántara: eran las siete de la mañana y hablaba con un hombre con quien soñé hace dos días, llena de añoranza. Se llama Javi y le echo de menos.
Publicado por Los viajes que no hice en 12/30/2008 06:44:00 p. m.
Etiquetas: Javi Rubio
Mis años siempre comenzaban en otoño. Hasta marzo, poco más o menos -menos desde que comencé a trabajar, por aquello de que en mi oficio hay que saber siempre el día en el que escribes, por si lo tienes que hacer para el mañana-, me liaba y decía siempre que estábamos en el año anterior. Cuando me había acostumbrado, casi tenía que tomar las uvas. Después comencé a contar mis años por ciudades y luego me estanqué, de tal modo que siempre digo que conocí, por ejemplo, a Sonia y a Pupe hace un sexenio cuando ya ha pasado casi una década. Pronto comenzaré a no saber mi edad, aunque seguro que, por ahí, alguien me la recuerda un día.
Este año ha sido, también más o menos, como todos. Eso iba a escribir, pero luego me he dado cuenta de que mentía. Se me ha muerto alguna gente, he sentido alguna añoranza por alguien a quien le pedí que se fuera (si es que tengo una boquita...) y hubo algún percance laboral del que procuro no acordarme porque no tiene la más mímima importancia.
Pero también perdí la mitad de los kilos que me sobran (en fin: la mitad menos los que habré puesto durante estos días plenos de comidas y bombones), conocí a varias personas interesantes, Madrid y Sevilla estuvieron ahí como una promesa cierta, tuve un día inmensamente feliz, comencé a vivir sola (que ha sido lo mejor que me ha ocurrido en mucho tiempo: esa sensación de llegar a casa y saber que es tu espacio y la sensación, también, de que es un espacio compartido en el que siempre habrá quien se autoinvite al menos una vez por semana) y mi vida social ha sido muy activa y... Y fui de boda, carajo, y ahora tomo los mejores cafés del mundo.
Y, además, supongo que habré llorado, pero no lo recuerdo.
Así que pido lo mismo que el año pasado: Virgencita, que me quede como estoy.
Feliz año nuevo a todos.
Publicado por Los viajes que no hice en 12/29/2008 08:55:00 p. m.
Etiquetas: Navidad
Publicado por Los viajes que no hice en 12/24/2008 01:00:00 p. m.
Etiquetas: Navidad
Hago malabares. Me pruebo un abrigo monísimo de Desigual y sueño con que mi armario se cae de ropa igual de monísima con la que yo, que he perdido los no sé cuántos kilos que me sobran junto a los tres o cuatro que pondré esta Navidad, estoy divina de la muerte para siempre y por fin. Soy ya, oficialmente y con sus papeles en regla, vicepresidenta de una ONG y cambio mi deseo de viajar a Nueva York por pasarme un mes en un hospital de Douala, Camerún. Me suscribo a la mejor revista que hay en el mercado sobre consumo responsable, pero compro alimentos que no tengo ni idea de dónde vienen porque las etiquetas son una jodienda (en el pescado ponen Atlántico Norte: pues no es grande el Atlántico) y los compro en una superficie que además es francesa pero es la que está al lado de casa. Mi huella ecológica en lo que a transporte se refiere es casi nula: he cogido un avión cinco veces en mi vida y siempre uso el transporte público o me llevan, pero tengo un ordenador y dos móviles hechos con coltan, que está provocando una guerra en el Congo horrorosa. Me informo sobre la Responsabilidad Social Corporativa en las tiendas textiles pero lo último que adquirí fue una boina hecha en China sólo Dios sabe bajo qué circunstancias.
Tengo 32 años y medio y un principio de trastorno esquizoide.
Publicado por Los viajes que no hice en 12/20/2008 04:52:00 p. m.
Etiquetas: Diario de navegante
Tiene un colchón de lana, una pared de láminas de madera con un póster soleado y zapatista, una estantería azul que quiere ser un pueblo de Grecia, una espiral de incienso que se trajo de Vietnam y muchos libros. También -vale, lo diremos- unos muebles lacados en rojo con un filo dorado, un suelo muy frío al que se le ven todas las pelusas, mil apuntes de arquitectura metidos en cajas, un carro de la compra destartalado para el que no encuentra sitio y la sensación de estar de paso.
Vallecas sigue siendo el centro de operaciones. Pasear por Vallecas es como estar en un pueblo desde el que se ven los mejores atardeceres de Madrid si a uno le da por subir todas las colinas del Parque de las Tetas. También es como estar en el mundo en pequeñito: mil acentos, muchos tonos de piel, mil vestimentas distintas y el deseo de aprender idiomas. Mi radio de acción es también exiguo: centro, Chueca, Vallecas, Lavapiés. Pero, de entre todos los lugares, me quedo con su casa, mi maleta en el sillón, la posibilidad de despertarla después de una noche de juerga, de arrebujarme con ella en la cama para convencerla de que ya es hora de desayunar, calentarle el agua para el café, coger una manta y un cenicero y hablar de cualquier cosa.
No te preocupes: va a ser muy divertido.
Publicado por Los viajes que no hice en 12/13/2008 02:55:00 p. m.
Etiquetas: Nerea
Publicado por Los viajes que no hice en 11/26/2008 07:11:00 a. m.
Etiquetas: Angel Campos Pámpano, Palabras
Hemos hablado sobre el amor. Sobre la imposibilidad de olvidar a quien no se ha ido. Sobre la firmeza de quienes se marchan cuando se lo pides. Sobre la incapacidad de conjugar la realidad y el deseo y la debilidad que nos hace seguir intentándolo las noches de zozobra. Hemos hablado, también, sobre los cuerpos. Sobre quienes son vírgenes aunque hayan dormido quince años con una persona de la que se enamoraron ciertamente. Sobre lo anormal y lo normal de ciertas prácticas para esa mayoría en la que no estamos. Sobre el dolor y el frío que hacen que te ahogues cuando recuerdas. Sobre la incpacidad de comprender perfectamente a alguien sin tener en cuenta la incoherencia en los afectos y en las ganas; sobre el desconocimiento y todos los porqués del mundo. Hemos analizado cada resquicio sólo para volver a quedarnos sin palabras.
Publicado por Los viajes que no hice en 11/23/2008 05:13:00 p. m.
Publicado por Los viajes que no hice en 11/20/2008 08:00:00 a. m.
Etiquetas: Actuar
Se acuesta todos los días a las seis de la mañana y aún no ha recogido el piso que tiene que dejar: llevó siete cajas y siempre encontró algo mejor que hacer. Quedar con amigos, ver un partido de fútbol, escuchar música, leer a Kundera, que le levanta el ánimo, pensar en la partida.
Se va en una semana. Le han regalado El síndrome de Ulises y una piedra de Lisboa y algunos paquetes de ese Vogue polaco que estoy fumando mientras le escribo. "Crea un blog", le hemos dicho. Para que te espiemos mientras estás a miles de kilómetros, queriendo aprender un idioma extraño del que chapurreas sólo unas pocas palabras, queriendo construir otra clase de vida, mientras se vienen encima los nervios y la incertidumbre y el saber lo que sabemos todos: que será duro, pero no imposible.
Crea un blog, niño. Te vamos a echar de menos.
Publicado por Los viajes que no hice en 11/07/2008 06:33:00 p. m.
Etiquetas: Chema
Publicado por Los viajes que no hice en 10/28/2008 12:00:00 p. m.
Etiquetas: Javier F.
Me empezó a gustar a la vejez. En La gata sobre el tejado de zinc pensé: "Pues no es para tanto". La cara demasiado larga, los ojos demasiado azules. Muchos años después, allí estaba, en pantalla grande, en Al caer el sol, con la Susan Sarandon más glamourosa que he visto jamás. Debió de ser el principio de esta gerontofilia mía que me hace babear con Federico Luppi y Tomás Segovia, pero me enamoré. Me enamoré como todos, porque no conozco a nadie que no haya estado enamorado de Paul Newman.
Tampoco conozco a nadie que no le admire. Ni a ninguna mujer heterosexual que no haya envidiado a Joanne Woodward por acostarse con él en la misma cama -las dosis justas de lujuria y respeto- durante 50 años. Uno detrás de otro.
El sábado de hace un mes fue la única noticia que importó.
Hay muertes que son tuyas.
A su salud, señor. Una botella de bourbon. Sin hielo. Sin vaso.
Publicado por Los viajes que no hice en 10/26/2008 10:04:00 a. m.
Etiquetas: Cine, DXC, Paul Newman
Hoy he soñado contigo y eras otra persona. Sólo cuando me he despertado me he dado cuenta de que eras tú. Ahora, un amigo -un encuentro de una noche en la que acabamos intercambiando vidas, ya lo conté-, dice que si ella no le quiere, prescindirá de la gente común y de su compañía. Hay ausencias que no se llenan nunca: no duelen todos los días, pero de pronto te duermes y te las encuentras. Sé -una, que es muy lista- que el amor se reformula. Que no puedes pasarte la vida enamorado de quien no te corresponde. Que pasa el tiempo y todo pasa. Y que no tener a alguien para nada y jamás es infinitamente más duro que permanecer a su lado de esa manera en que no quieres.
Eso sé. Vale: lo que sé no me impide echar a la gente o que se vayan. Tampoco va a provocar que yo deje de tomar decisiones en caliente y con las tripas, ni que deje de confiar hasta el descaro en quien me parece interesante y se me olviden las armaduras y los pies de plomo a la vuelta de la esquina.
Pero ya sabes. Yo soy como los curas: haz lo que yo diga y no lo que yo haga.
Publicado por Los viajes que no hice en 10/25/2008 07:38:00 p. m.
Publicado por Los viajes que no hice en 10/18/2008 01:58:00 p. m.
Etiquetas: Diario de navegante
Publicado por Los viajes que no hice en 10/15/2008 12:23:00 p. m.
Etiquetas: Actuar, Drepanocitosis, Namhlanje
Mantengo la ilusión de que yo decido. Jamás he contado a quién van a escuchar y por qué, y en nombre de qué cosas, y en qué planteamientos ideológicos se basa mi vida, cuál es el mundo que pretendo narrar. También supongo -en mi descargo- que, a poco que me oigan, sabrán por dónde van los tiros, pero no sé si sería un ejercicio de honestidad intentar contarlo. Contar que yo decido los contenidos, que sólo me baso en lo que considero interesante y ni siquiera en lo que considero interesante para la colectividad, sino para mí. Desde un corredor para salvar al oso pardo en Asturias hasta cómo dormir a un niño correctamente. Siempre he querido creer que todo sirve para algo. Que no decir la nacionalidad de quien comete un delito sirve para algo. Que obviar en una revista de prensa un titular racista sirve para algo. Que hablar sobre la situación de las mujeres indígenas mexicanas -en cuyos idiomas no existe siquiera la palabra "mujer"- sirve para algo. Que puede cambiar en algo la realidad. Quiero creerlo porque también podría elegir hablar de otras cosas: de las ventajas del sistema capitalista, de lo maravilloso que es consumir y consumir o de la poca necesidad que hay -dicen algunos- de que un puñado de personas sepa dónde están sus muertos. Podría adoptar otro punto de vista, pero tengo el que tengo y el que tengo a veces no me basta.
Dos horas para mí, que se me pasan muy rápido, la verdad. Quiero creer, también, que a los demás les ocurre lo mismo. Aunque no conozca a esos demás ni encuentre respuesta alguna.
Publicado por Los viajes que no hice en 10/10/2008 09:12:00 p. m.
Etiquetas: Periodismo
Publicado por Los viajes que no hice en 10/06/2008 09:32:00 a. m.
Etiquetas: Cumpleaños, Pupe
Publicado por Los viajes que no hice en 10/02/2008 06:06:00 p. m.
Publicado por Los viajes que no hice en 9/15/2008 06:30:00 p. m.
Etiquetas: Chiquitín, Hugo, Maricarmen, Niños
Está naciendo ahora: supongo que será un parto duro, pero que saldrá bien. La idea ha sido de una compañera de un foro de cocina (sí, le doy a todos los palos) y, como sé que aquí llega gente de muchas partes de España, pues me gustaría que lo dijérais en vuestros sitios por si alguien está en la misma situación.
Os dejo el enlace a su página: sí, es un blog de recetas riquísimas, pero os pongo el enlace en el que habla de la asociación y de Jordi.
Muchas gracias.
Publicado por Los viajes que no hice en 9/11/2008 01:40:00 p. m.
Etiquetas: Actuar
Publicado por Los viajes que no hice en 9/08/2008 03:36:00 p. m.
Etiquetas: Javi de Palos
Se me olvidó que te olvidé.
Se me olvidó tanto que paseé por Madrid sin sentirlo, descubriendo calles y más calles desconocidas, tiendas de cómics y delicatessen, un nuevo cansancio en las piernas, unas fotografías geniales. Te recordé con Nerea y, donde antes hubiera habido una charla larga y sondeante, ahora sólo hubo una anécdota mínima, una de esas cosas que tienes que contar porque ella está delante y tenías que contárselo, pero sin rabia, sin pena, sin preguntas.
Se me olvidó que te olvidé.
Se me olvidó tanto que paseé por Madrid y acabé en la Plaza Mayor. Alcé la vista y se me cayó encima, entera, como un yunque: cada uno de los soportales y los arcos, cada una de las mesas de los bares, cada uno de los postigos, la estatua de Felipe III, los escudos. Toda. Me ahogué durante tres segundos y quise reponerme pero sólo dije una frase:
-Vámonos de aquí.
Publicado por Los viajes que no hice en 9/07/2008 03:57:00 p. m.
Etiquetas: m0ntaraz
Publicado por Los viajes que no hice en 9/04/2008 09:53:00 p. m.
Etiquetas: Carlos, Diario de navegante
Publicado por Los viajes que no hice en 9/02/2008 09:20:00 p. m.
Etiquetas: m0ntaraz
Creo que éste ha sido el meme que ha tenido más éxito de todos cuantos circulan por la red. Os recuerdo: seis cosas tontas que te hagan feliz. Ya he dicho que las mías no son tontas. Me lo ha enviado alguien y sus deseos son órdenes. Podría decir muchas más, pero dejad de mandármelo, por favor.
- Llegar a casa de Nerea y hablar, hablar, hablar... y descubrir, hablando, cosas en las que no había pensado antes.
- El abrazo fuerte de Juan Carlos Blasco cuando llego a trabajar. Todos los días.
- Los mojitos con una rubia y una andaluza hablando de vidas y de libros.
- Volverme loca comprando ropa para un niño que no ha nacido aún. Y no quiero ni pensar en qué haré cuando tenga edad de leer...
- El primer abrazo de alguien que te demuestra que ya has entrado en su vida.
- Hacer planes con Pupe, o que surjan.
Publicado por Los viajes que no hice en 9/02/2008 03:24:00 p. m.
Etiquetas: Memes
Cuando le conocí, hace ya varios años, no sé si seis o siete, me habló muy poco pero no se durmió durante la charla. Ese día yo tenía una verborrea incontrolable, como siempre que la timidez me vence (porque a mí la timidez me vence, pero no me impide) y él, que es tímido de verdad, se mantuvo callado mientras yo me agobiaba por momentos. Quizá nos preguntábamos lo mismo: quiénes éramos y por qué nos eligió ella, a él como pareja, a mí como amiga; si nos gustaríamos él y yo o qué podría pasar a partir de entonces.
Publicado por Los viajes que no hice en 8/31/2008 06:29:00 p. m.
Etiquetas: Kois
Siempre he tenido una imaginación fragmentada. Nunca recuerdo el todo: sólo planos detalle y sensaciones, sabores, olores, palabras. La curvatura de un hombro dorado; la línea de separación del pecho; unas manos muy sabias, de dedos cuadrados, perfectos, que no se me van de la cabeza; una caricia en la pierna que tuvo el poder instantáneo de hacerme temblar como un preludio; unas pestañas muy largas, muy tupidas, sobre unos ojos que saben escuchar; mi risa ante un ronroneo -no te rías- que fue espontánea porque me alboroza ver cómo alguien disfruta; una piel suave, muy suave, cuyo tacto recuerdan ahora las yemas de mis dedos; la manera de apresar un pezón entre los dientes; los dibujos que me hacían cosquillas en el costado; las palabras que no dije por pudor, vergüenza, bloqueo o -mucho me temo- gilipollez; un sexo muy duro rozándome el muslo al principio y su sabor -muy, muy rico- más tarde; la forma de entornar los ojos en una embestida; un susurro que jadea y un gemido; el color del semen encima del ombligo; un beso en el cuello; una lengua que entra en mi boca como si fuera suya; un cuerpo desnudo en la cocina; un antebrazo con la forma exacta.
Todo eso recuerdo.
También evoco lo que no ocurrió. El sabor terroso, amargo y seco de las ganas de más, desde hace días.
Ahora he descubierto que el tiempo a veces no mitiga: potencia.
Publicado por Los viajes que no hice en 8/30/2008 01:50:00 p. m.
Etiquetas: Sexo
Suena la guitarra de Vicentico y canta una canción que no compuso él. Es la mejor versión que he escuchado nunca de ese bolero. Quizá no sea la mejor, pero a mí su voz me estremece porque una vez me dedicaron este tema, este tema suyo que no es suyo, y me compré ese disco sólo porque ya me sabía la letra de memoria. Lo escuché y creo que lloré, no lo recuerdo, pero supongo que sí, porque en aquel momento todas y cada una de las frases eran reales. Sobre todo una.
Posiblemente, no conozca a muchas de las personas con las que me apetecería tomarme un café. No conocí a Jorge, que me mandó un cuento de Allan Poe para explicarme por qué se iba. Ni a Minerva. Ni a David, que murió y por el que dos seguimos manteniendo un foro de debate que no es lo mismo sin él. No conozco a Náufraga, a pesar de que nos escribimos desde hace ocho años. Ni a Karma7, ciruja, Tuppence o Vertigo y no sé si habrá alguna oportunidad de quedar con Tragamuvis en cualquier lugar del mundo. Tampoco voy a encontrarme nunca con la persona que me dedicó Algo contigo, pero eso ya no duele, o duele mucho menos y sólo duele a ratos.
Ahora tengo aquí a un anónimo que me escribe versos. Me gustan los poemas que escoge y al principio se me saltaron las alarmas porque pensé que podían ser dos personas. Nunca he sabido que una de ellas leyera poesía y la otra no escribe como él, pero se le parece. Reconozco estilos cuando he leído mucho a alguna gente, aunque no soy infalible y cualquiera puede disimular. Y, si no fuera porque dudo mucho de que mi otro candidato sepa quién es Santos Domínguez, le hubiera dado todos los puntos. Por muchas razones. Hasta que me di cuenta de que podía ser un ella y no un él y de que posiblemente haya llegado a este sitio por casualidad y haya querido comunicarse con las palabras de otros. Quizá un día se vaya también y yo me acuerde a ratos de ese anónimo que me escribía versos.
Sigo escuchando canciones que me recuerdan los encuentros que nunca se produjeron. Antes cantaba Vicentico. Ahora es Calamaro quien grita.
Publicado por Los viajes que no hice en 8/29/2008 10:47:00 a. m.
No sé a qué hora nos han dado la noticia, porque estas noticias siempre te las dan. Te las dan y no te las crees y recuerdas, intentas recordar, cuánto tiempo hace que no le ves y fue hace poco pero a ti te parece mucho o qué más da.
Le conocí, no podía ser de otra manera, en una rueda de prensa. Luego nos vimos muchas veces más y, entre comparecencia y comparecencia, me contó que era de Cáceres, que había adoptado a dos niñas chinas, que tenía dos hijos más y que estudió en la Complutense.
Siempre recuerdo las primeras imágenes: un tipo muy grande, orondo, muy guapo, camiseta gris, vaqueros y unas gafas de espejo rarísimas con los cristales naranjas. Llegó a Adenex cantando y, a partir de ahí, comenzamos una especie de rito, cada vez que nos veíamos:
-Fernando, cántame...
Y me cantaba.
Se llamaba Fernando Hernández Pelayo. Nació un 14 de agosto de 1958 y falleció un 23 de agosto de 2008: que es el día en que escribo esto, sin creérmelo aún.
La última vez que le vi, se iba ya y le llamé:
-Hoy no me has cantado nada, pedazo de negligente.
Y, como siempre, me miró. Y me cantó.
Publicado por Los viajes que no hice en 8/24/2008 02:38:00 p. m.
Etiquetas: Fernando Hernández
Por riguroso sorteo entre sus amigos, me llega de José Manuel Díez un meme que ya hice por encargo de Puntos de Vista: el de las seis cosas tontorronas que te hagan feliz. Y, aunque estoy de acuerdo con él en que ninguna de las cosas que me hacen feliz son tontas, procedo a buscar otras seis:
-Los nervios antes de abrir la puerta cerrada del salón el día de Reyes.
-Sentarme en el sofá de la casa de Maricarmen para hablar con ella y con Javi, leer los periódicos, ver una película, dormitar...
-Cantar. Escuchar a Pupe y mi hermano Nacho cantar. Cantar con Pupe. Cantar con Julia. Tararear canciones en un concierto o gritarlas directamente.
-Curiosear en una tienda en la que vendan cosas que me gustan: libros, cachivaches para la casa, productos gourmet, especias, chocolates...
-Las charlas arreglando el mundo.
-Sonreír porque recuerdas.
Publicado por Los viajes que no hice en 8/22/2008 06:20:00 p. m.
Etiquetas: Memes
Si fuera a Madrid por primera vez, no dejaría de visitar la Plaza Mayor, el Madrid de los Austrias, el Prado, el Thyssen y el Reina Sofía y quizá algún convento. Hace quince años que no piso el Palacio Real y el mismo tiempo que no entro en ninguna de sus iglesias. Salvo en la Almudena, ese monstruo horrible con aquel retrato de San José María Escrivá de Balaguer, canonizado por un Papa muy popular al que yo no le vi nunca maldita la gracia y que nos hace recordar a todos que no sufriremos los rigores del infierno. Si es que existe.
Me quedan pendientes la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y el Museo Nacional de Artes Decorativas, pero la ciudad que yo habito se mueve siempre entre unos pocos barrios -Chueca, Vallecas, Lavapiés-, en algunos restaurantes de comida internacional -esos vídeos musicales afganos, impagables, Dios-, tres o cuatro cafeterías imprescindibles y varias tabernas con vermú de grifo.
En ninguna ciudad he caminado tanto, en pocas me he emborrachado más a gusto y sólo alguna más tiene ese asombro nuevo de lo cotidiano. Ahora sólo tengo un plan, porque Edward Steichen me espera en el Reina Sofía. Pero eso sí.
Me muero por un café con leche, en taza grande, y una buena tapa de boquerones fritos en el Café Gijón.
Publicado por Los viajes que no hice en 8/21/2008 06:37:00 p. m.
No hago propósitos de año nuevo. Miento: sólo una vez, en El Convento, Pupe y yo rellenamos una lista que hemos cumplido sólo a medias. Sin embargo, sí hay proyectos siempre. Proyectos que necesitan tiempo, dinero y ganas. En Facebook he rellenado un mapa con (casi) todos los lugares que he visto. Mi radio de acción se reduce a España (no está mi primera casa), Portugal (tampoco está mi segunda casa, que fue A Portagem) y el Norte de África. También he señalado los lugares a donde quiero ir. Algunos son típicos (Nueva York, Orlando, San Francisco, Los Ángeles, Roma, Venecia, Florencia, Buenos Aires, Santiago de Chile). Otros forman parte de esos viajes que una tiene en la memoria por las lecturas (Rouen, La Rochela, Yukon) y otros son destinos que siempre me atrajeron, aunque no pueda explicar por qué. Soy más urbanita que campestre pero siempre he querido ver los bosques canadienses en otoño. Y siempre, también, Transilvania y Kaz y Oludeniz desde que Neno me habló de ellas, más allá de Estambul.
También me propuse aprender idiomas, inglés sobre todo, porque queda lejos el tiempo en que abandoné el árabe, el francés y el hindi. El otro día estuve hablando con Sandra Canudas, que ha editado un libro, Manual para viajeras, que ya tengo y que reúne una serie de consejos para mujeres que viajan solas (Europa se despacha en cinco líneas: no hay ningún problema). Porque hay muchas mujeres que viajan solas y, mientras ellas preguntan, sobre todo, por aspectos relacionados con la seguridad, ellos lo hacen sobre si será aburrido hacer planes y ver sitios sin nadie a quien contárselo.
A mí comienza a atraerme ahora, que descubro que poca gente viaja como yo (que soy incapaz de patear y patear para verlo todo en un día porque, qué se le va a hacer, tomar café en un bar me gusta mucho mucho mucho) y también me digo que debería sacarme de una vez el carnet de prensa internacional (otra cuestión pospuesta mucho tiempo), colgarme una buena cámara al cuello y decir que soy fotoperiodista y estoy haciendo reportajes (que siempre dejan entrar en según qué sitios con más facilidad). Y, como sé que viajaré sola, sólo me he marcado destinos en los que supongo que podría desenvolverme a pesar de no saber el idioma (que a ver qué demonios como yo en Rumanía, además de chiorba y sarmale, que al menos sé lo que son): un Estados Unidos poblado de hispanos, una Latinoamérica en la que se habla español...
Por lo pronto me espera Madrid, como siempre. Y Lisboa. Y Granada. Y una boda en octubre. Y unos pocos días de vacaciones que no sé cuándo tendré. Y una cuenta corriente que alimentar para el año que viene. Y una mochila nueva. Para cuando cumpla de una vez todas esas promesas que me hice...
Publicado por Los viajes que no hice en 8/20/2008 04:31:00 p. m.
Etiquetas: Diario de navegante
He visto a un yonki meterse aire en las venas; alguna bronca callejera; tres cigüeñas bailando para mí durante un día de resaca; tres países distintos y aquí al lado; una flor de jara en los caminos; la niebla menos veces de la que me gustaría; un cadáver de un hombre al que no conocí; las lágrimas de mis mejores amigas (de ellos, no); varias piedras volando en dirección a mi cabeza; tres pieles que se hicieron mías un ratito; muchos paisajes que ya no recuerdo; alguna paliza; una cárcel asfixiante (como lo son todas); un juicio con la primera absolución en 41 años; un cangrejo con las pinzas de oro. He visto un atardecer en el mar y, en el mismo mar, una luna de plata y a decenas de inmigrantes llegar a las costas de Motril muertos de hambre, de sed y de frío mientras un montón de curiosos los miraban. He visto, y vuelvo a ver, a niños metidos en contenedores de basura buscando algo que comer entre los desperdicios. He visto a una mujer con la cabeza abierta por una paliza que le había dado su ex marido con una barra de hierro. Tenía cara de no haber roto nunca un plato, el hijoputa, y una orden de alejamiento que, por supuesto, no cumplió.
Publicado por Los viajes que no hice en 8/16/2008 11:55:00 a. m.
Etiquetas: Diario de navegante
Al final descubres que todos tienen el mismo miedo que tú. A ciertos temas de conversación, a determinadas preguntas, a la desnudez real (que a veces se mezcla con la física, pero no siempre y no a la vez), al silencio incómodo, a la soledad impuesta.
Amaso una carne que no está y la recuerdo. Sonrío hasta que me duelen las mejillas. Hablo de las mujeres importantes de mi vida y siento la necesidad de tomarme un café instantáneo con una de ellas en su nueva cafetera rojo Ferrari, para intercambiar vidas, caminos de Santiago, risas, un fin de semana lleno de sensaciones y una borrachera de palabras. Hablo de la invisibilidad, de los sitios donde me he quedado, de los fantasmas y de las heridas. Descubro que no me quedan cicatrices, que me apetece regalar un poema, que no me importa contar si estoy cómoda, pienso en mis canciones recurrentes, en las imágenes que proyectamos y confieso que soy incapaz de encontrarle un defecto, por más que busque, a ciertas personas. Imagino otros lugares y, por vez primera, un viaje acompañada que posiblemente no se produzca nunca. Me veo caminando por calles desconocidas, en paz y muy serena y hay también un prado verde. Y pienso si la madurez será, al fin, un equilibrio que te haga disfrutarlo todo como si todo ocurriera por vez primera. Se me empañan los ojos en el momento de la despedida y no sé en qué se basarán los recuerdos ni el tiempo que transcurrirá hasta entonces. Vuelvo a sentir la ternura y unos brazos. Y sé que callaré las palabras que son suyas.
Publicado por Los viajes que no hice en 8/15/2008 08:39:00 p. m.
Etiquetas: CKDexterHaven, DXC, Jero, Pupe
En mi casa, ahora, están los restos de una visita que no recogeré hasta mañana. Una cama por hacer, un montón de cerveza en la nevera, tres botellas de vino sin abrir, un par de vasos largos en el fregadero, una resaca leve de tabaco y ron y mil palabras rondándome la cabeza.
Un Brugal con frío en la terraza equivocada del teatro, dos charlas hasta las cuatro y media de la mañana, unos planes lentos llenos de piedras viejas, el aljibe con peces rojos en la Alcazaba, bacalao dorado, tortas de la Serena y del Casar, una cripta en el museo, el casco antiguo de Cáceres, Coldplay y los Beatles, Buika y Jorge Drexler, Tom Waits y Coltrane. Una cigüeña que marca el camino, una sonrisa perenne, un abrazo largo de despedida y lo demás. Todas las primeras veces en dos días.
Luego ya sí: luego recogí los restos de la visita, la casa se me hizo grande y eché de menos una voz que se me desdibuja. Y la calma de contarle quién eres a un desconocido que no guarda ideas preconcebidas e inmutables sobre ti, el silencio para paladear las conversaciones, mi mirada huidiza cuando yo hablaba porque si miro mucho no me concentro y decirle que cierre los ojos, que yo guío.
Descubro, de nuevo, que no me gusta que la gente se vaya. Aunque creo que él llegó para quedarse.
Publicado por Los viajes que no hice en 8/14/2008 07:05:00 p. m.
Etiquetas: CKDexterHaven, DXC
¿Qué zapatos elige? Más que zapatos, marcas. La mayoría no los aguanto ni un cuarto de hora, pero descubrí los Clarks y los Camper, que no me hacen daño. Creo que los Pikolinos tampoco, pero mi última adquisición necesita doma. No soporto los tacones: me duelen muchísimo los pies.
¿Cuál es su lema en la vida? La gente está fatal... pero todos somos gente.
¿Cuál es la cualidad que más valora en una mujer? La conciencia de género.
¿Y en un hombre? Pues lo mismo: que tenga conciencia de género (pero no del suyo: del mío, ojo).
Pero lo primero que le mira es... Lo que más destaque: en unos los ojos, en otros las manos, o los labios o la sonrisa... No, no me fijo en el culo.
Cuélguese una medalla. Es media medalla. Escucho. Pero sólo a quien me interesa. Quizá sea una medalla entera: antes escuchaba a todo el mundo.
¿Qué rasgo de su apariencia cambiaría si pudiese? Huy, casi toda yo, salvo algunas partes de mi cuerpo que me gustan mucho.
¿Cuál es el defecto propio que más deplora? Mi absoluta falta de sentido de la oportunidad.
¿Y su mayor virtud? Yo es que no creo en virtudes ni defectos; al menos, no en el sentido que les da el común de los mortales. Si tengo que decir un rasgo mío que me guste, supongo que la capacidad de análisis y de autoconocimiento y de lucha (interna) que me ha llevado a ser lo que soy.
¿En qué consiste la felicidad? En que no haya dolor. Claro que si no hay dolor, pero tampoco alegrías, más que ser feliz, eres un corcho andante. Así que reformulo: en que no haya dolor y sí alegrías. Digo.
¿A qué le tiene miedo? ¿Yo? A casi cualquier cosa. A las alturas, a los insectos (menos a las moscas, a todos los demás), a la gente en general, a los conflictos...
¿Qué le aburre? Una charla de cosas de chicas. Es decir, una charla de estética y cosas así en plan: qué guapa estoy y qué mona me veo... No es que me aburra, me pone de los nervios y me dan ganas de matar. Me irrita soberanamente.
Dígame algo a lo que jamás renunciaría. A escribir. Las épocas en las que no lo he hecho, se me han olvidado del todo.
¿Qué hecho histórico le hubiese gustado vivir? ¡Todos! Me hubiera gustado estar en un sinfín de sitios. Quizá no "vivir", pero sí "ver", desde arriba, para saber qué pasó o cómo vería yo lo que pasó.
Posar para alguien... ¿vestida o desnuda? He posado vestida y desnuda: depende de quién sea.
Comida y bebida preferidas. Canelones de mi madre (no puedo comerlos, engordan muchísimo); tiramisú -o cualquier postre, aunque ése por encima de todos los demás-; Coca-Cola; vino o Brugal-cola. Depende de dónde y con quién.
Un disco o una canción. Como siempre, depende de la época. Ahora me ha dado por Miénteme bien, de Concha Buika.
Publicado por Los viajes que no hice en 8/11/2008 06:00:00 p. m.
Etiquetas: Memes
El País publica hoy una lista de 100 escritores que escogen, cada uno, 10 libros que les cambiaron la vida. Las listas van cambiando y, además, considero que los libros que tienen ese poder lo ejercen, sobre todo, en la infancia y la adolescencia, cuando estamos descubriendo el poder de la lectura. Por eso, entre tanta sesudez, me encanta encontrarme con un Javier Marías que destaca La isla del Tesoro, o con quienes no son sospechosos de profesar religión alguna y nombran La Biblia, cuyo Eclesiastés yo sigo nombrando a la menor ocasión. La he guardado, para que me sirva de guía, pero me encantaría un porqué. Qué tuvieron esos libros que no tienen ninguno de los demás para poder cambiar a alguien, si es que ese cambio ha sido real y no se basa en una mera relación de títulos para la galería. Quizá los que yo nombre no sean mis preferidos, pero sí tuvieron ese poder.
1.- Rebelión de verano. No recuerdo el autor, según internet y si no hay ningún libro que se llame igual -en teoría no, pero en la práctica existen- pueden ser Bill y Vera Cleaver. Yo sólo sé que lo leí cuando tenía seis o siete años, que terminé llorando a moco tendido y que, cuando lo terminé, volví a abrirlo por la primera página para releerlo. Hablaba de la malaria y, sobre todo, hablaba de los dependientes ("el dependiente" se llamaba Luke), de quienes necesitan siempre a alguien al lado. Luego descubrí que soy dependiente a ratos, pero que la dependencia enfermiza de mí me provoca ahogo y angustia.
2.- La Historia Interminable, de Michael Ende. Fue el primer (y único) libro que he leído al alimón. Mi hermano mayor y yo, antes del desayuno, cuando aún dormíamos juntos, nos levantábamos para cotejar nuestra visión de Atreyu, Bastian y Fújur; para imaginarnos cómo seguirían esas otras historias que deberían ser contadas en otra ocasión y para disfrutar como pocas veces he disfrutado más tarde de un libro -por lo que tenía de primera vez y de descubrimiento-.
3.- La isla del tesoro y El Club de los Suicidas, de Robert Louis Stevenson. Porque, leyéndolos, me di cuenta de que se podía envidiar a un escritor: yo, que siempre me he vanagloriado de no sentir envidia alguna de nadie. Sólo me ocurre con él y ni siquiera pienso que sea el más genial de los escritores que frecuento. Pero, cuando una lee cierto párrafo del Club de los Suicidas y comienza a insultar a su autor, al final ha de colegir que eso es envidia de la mala.
4.- Corazón, de Edmundo d'Amici, ese señor que decía que el destino del hombre depende de que en su casa paterna haya habido, o no, una biblioteca. Porque tenía razón y porque he crecido con Garrone y con el Albañilito y con ese personaje aprendí a que me gustara la suciedad que procede del trabajo.
5.- Historia de dos ciudades, de Charles Dickens, porque de ahí viene mi concepto del honor.
6.- Trilce, de César Vallejo, porque lo leí con once o doce años y fue el primer libro de poemas que me emocionó.
7.- Cualquiera de los libros de Louise Cooper, que fue mi primer acercamiento a la literatura fantástica y a la que le debo, en mucha parte, la manera que tengo de preguntar cuando el tema es doloroso para mi interlocutor. Me falta la segunda parte de El Señor del Tiempo y Timun Mas los tiene descatalogados. Cabrones.
8.- Dumas. Los tres mosqueteros, Veinte años después y El Conde de Montecristo, porque fueron los primeros personajes (junto con Tarod, del Señor del Tiempo, de Louise Cooper) de los que me enamoré físicamente. Taquicardia me entra cuando los leo, oigan.
9.- El libro de la selva (que en la edición que yo tengo se llama El primer libro de las Tierras Vírgenes y El segundo libro de las Tierras Vírgenes) que me hizo darme cuenta, cuando los leí, (también era muy pequeña: ¿veis? los libros que cambian la vida, al menos a mí, son los de infancia) del daño que ha hecho Disney y de que la falsa modestia no sirve de nada. Y qué carajo, porque siempre quise ser Bagheera.
9.- Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz, porque me lo sé de memoria y me sigue emocionando. Cada vez que lo recuerdo se me pone la carne de gallina. No sé en qué me cambió la vida, pero supongo que si despierta en mí todo eso, es que algo debió de hacer en favor de mi sensibilidad.
10.- Matar un ruiseñor, de Harper Lee y Rebeca, de Daphne du Maurier: los dos por la misma razón: por mostrarme, al más puro estilo David Lynch, que las cosas no son lo que parecen.
Publicado por Los viajes que no hice en 8/10/2008 05:29:00 p. m.
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