viernes, 20 de octubre de 2006

Noches

Recuerdo una canción. Una sola, difícil de conseguir, una que me trae memorias de ruptura y de encuentro. Es genial bailar contigo. Sólo me queda un bolígrafo de esos días, que robé para tener algo material a lo que asirme, aunque me hubiera quedado su olor, sus manos, su saludo recurrente, mi temblor de piernas, el descubrimiento de un cuerpo evolucionado y cambiante.

Conocí a alguna gente a destiempo y en un lugar equivocado. Supe que no podía ser, que nada podía ser, y me resistí. Me enredé en historias inacabadas. No quise pensar -no quiero pensar- si habría -si habrá- una segunda vez, una tercera, o un hasta cuándo.


Me resisto. Es genial bailar contigo.

2 comentaron:

Anónimo dijo...

¡A bailar, a bailar
que la orquesta se va!

Sobre el fino garabato
de un tango nervioso y lerdo
se irá borrando el recuerdo...

¡A bailar, a bailar
que la orquesta se va!

El último tango perfuma la noche,
un tango dulce que dice adiós.
La frase callada se asoma a los labios
¡y canta el tango la despedida!
¡Vamos! ¡A bailar!
Tal vez no vuelvas a verla nunca,
y el último tango perfuma la noche
y este es el tango que dice el adiós.

¡A bailar, a bailar
que la orquesta se va!

Quedará el salón vacío
con un montón de esperanzas
que irán camino al olvido.

¡A bailar, a bailar
que la orquesta se va!



Pt: Habrá muchos bailes.

Anónimo dijo...

Creo que sí. Que habrá más bailes.