Hay palabras que van y vienen de uno a otro lado
casi sin notarse, como la luz unta el día,
cumpliendo un pacto antiguo.
Hay palabras que languidecen igual que amores
que decaen, tristes, en anemia o burocracia,
fatigados de pérdida.
Hay palabras que se comprenden en los severos
dominios del invierno, palabras malheridas,
infaustas cortesanas en los fueros de un rey cruel.
Hay palabras como fúnebres farsas o sombras
sin figura o guiñapos en las fauces de cachorros,
palabras vencidas por su propio veredicto
igual que barcos que tan sólo trasladaran
enfermedades infecciosas de isla a isla.
Hay palabras que huyen en barcazas de ciprés
por el río de la misericordia, audaces,
prófugas, sin reposo.
Hay palabras como peces turbios en un lago
de dolor cristalino.
Hay palabras dulces masticando sal.
Hay palabras que son cisnes nadando aguas extintas.
Hay palabras como hormigas en el mar
que intentan alcanzar la tierra.
Hay palabras imantadas, clérigas de arcaicos
saberes, muy turbadoras palabras con alas
de perro, tan diestras en
hablar desde otro tiempo y nacer en este instante.
Hay palabras que golpean tenaces la puerta
de tu casa con la sombra de sus puños. Insisten,
como la lluvia sobre las lápidas insisten,
precisas, feroces.
Hay pecios del ruido del mundo, palabrería.
Hay palabras como palomas que se disputan
migajas de este cielo.
Hay palabras con nariz de payaso, palabras
como gafas de ver.
Todas, todas ellas devoran
implacables, cruciales, el país de lo sin nombre,
todas imponen su presencia arrogante, convierten
el oro del misterio en piedra pura.
David Eloy Rodríguez
... tanta palabra que no sirve
salvo para que me veas
con los dedos manchados de tinta y de ilusiones.
2 comentaron:
Y a mí me gustaría aprehender todas esas palabras...
Sobre todo, las que no conocemos...
Publicar un comentario