No me equivoqué contigo. Sabía que te irías, tarde o temprano, que yo no te buscaría, que no podría buscarte, que me ampararía en el respeto, que sólo sería posible algún correo electrónico que espera una respuesta que no va a llegar porque no puede llegar.
Recuerdo tu voz llena de tabaco. Las ganas de querer que te escondieras en mí. La sonrisa grande, el abrazo, la caricia. Veo tus manos de la misma forma en que las siento, porque nadie tiene tiempo de recorrerte el cuerpo lentamente. Releo algún mensaje ("es genial bailar contigo"), memorizo la mirada del primer encuentro, mi temblor de piernas, la danza lenta de una canción de Uncle Kracker, deshacer la cama con un motivo durante meses, desear una palabra...
Sólo espero que, en una de éstas, no se me olvide tu cara.
Imagen de Contra-Diction.
sábado, 3 de noviembre de 2007
Sabía que te irías
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11/03/2007 06:51:00 p. m.
Etiquetas: Jero
Mi viaje perfecto III
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11/03/2007 04:37:00 p. m.
Mi viaje perfecto VII
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11/03/2007 02:49:00 p. m.
viernes, 2 de noviembre de 2007
Inútil
15 comentaronEso también se aprende, algún día. Que eres inútil. Llevo 64 clases encima, una detrás de otra, he conducido fumando, escuchando música, hablando y sin ver porque el sol o la lluvia no me dejaban. He llevado el coche durante una hora con una sola mano porque la otra tenía que usarla para no deslumbrarme. Aparco en una caja de cerillas, lo clavo a la primera, rapidísimo, a pesar de que mi profesor me dice siempre que vaya más lento y no suelte tanto embrague. En 64 clases se me habrá calado el coche diez veces, tres de ellas en los exámenes, por supuesto. Si me descuido, me pongo en autovía a 140 kilómetros por hora y más y no lo noto. Me parece que el coche va lento. Soy capaz de pegarme a la derecha si pasa un camión y, aunque me digan que no circule, que no voy a entrar, yo sigo circulando y entro y no me choco. Me he vuelto experta en esquivar coches aparcados en curvas sin visibilidad con la puerta abierta porque el conductor está revisando papeles o hablando por teléfono.
Pero llega el día del examen, de mi cuarto examen, y el día anterior me como tres bordillos por primera vez en mi vida y por poco no se chocan conmigo en una rotonda. Y el día del examen no quito el freno de mano o me como una rotonda o se me cala dentro o entro y sigo circulando a 120 en un carril de deceleración porque no veo las señales (es que no las veo) y no sé seguir las indicaciones, que Starsky y Hutch parecía yo por aquella autovía, sin saber dónde está Sevilla ni dónde Badajoz.Y me exigen el carnet para el trabajo, me estoy quedando sin mis ahorros y llevo gastados unos 2500 euros que me podrían haber servido:
- Para irme de viaje a algún extranjero que no fuera Portugal, que nunca he salido de la Península y a este paso voy a seguir imaginando países por los libros.
- En una maravillosa réflex digital, dos objetivos, un trípode y diez o doce cursos de fotografía.
- Para reconstruirme un par de muelas rotas que tengo y ponerme tropecientos empastes, que puestos a tirar el dinero como lo estoy tirando, me podría haber arreglado la boca, que ahora entiendo al Lichis, "tú que te mereces un príncipe, un dentista".
- Para la entrada de un piso. Que tampoco tengo mucho interés en comprarme un piso, pero digo lo mismo que en el apartado anterior: que puestos a tirar el dinero...
- Para el Diccionario de María Moliner y los libros que me faltan de Dickens, Hanna Arendt, Carson McCullers, Virginia Woolf y otros tantos, irme a algún sitio con el mínimo de silencio que no tengo en mi piso compartido con una pareja y ponerme a leer como si se fuera a acabar el mundo.
- Para fundírmelo en ropa, que tengo tres pantalones y uno está roto y cuatro camisetas de entretiempo que me trepan por toda esta maravillosa barriga que me acompaña donde quiera que voy. Vamos, que me están pequeñas, que la ropa nunca ha sido una prioridad y tampoco encuentro nunca nada de mi talla que me guste: me compro lo que me cabe, simplemente.
Pero no. Me lo tengo que gastar, obligatoriamente, en un carnet de conducir cuyo examen no voy a aprobar en la vida, porque además de ser inútil soy muy consciente de mis limitaciones y sé perfectamente lo que puedo hacer y lo que no. Es decir: me estoy quedando sin dinero, tengo unas oposiciones que no son oposiciones dentro de un mes para las que se me exige el carnet, un jefe que está todo el día preguntándome cuándo coño me lo voy a sacar (como si me lo pagara él) y ni siquiera sé si voy a a tener trabajo en treinta o cuarenta y cinco días.
Y si hablo del resto de mi vida física, afectiva, de ocio y amistosa apaga y vámonos.
Ah. Al primero que escriba la palabra "actitud" le retiro el saludo para los restos. Estoy harta, rematadamente harta, del discurso de la actitud, la asertividad y la confianza en las posibilidades de uno mismo. Vamos, que esto es un ejercicio de desahogo psicológico, nada más. Que no pretendo que nadie me dé unos ánimos que no tengo, ni me aconseje medidas ni técnicas de relajación. Que llevo todo el día tragando bilis con el "tú puedes", "no pasa nada" y "la próxima vez será". Y se me está atragantando y la única manera que tengo de vomitar y de llorar y de desesperarme es ésta: negro sobre blanco y a juí, como dicen en mi tierra.
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11/02/2007 07:22:00 p. m.
Etiquetas: Diario de navegante
jueves, 1 de noviembre de 2007
Eso se aprende
24 comentaronA ser una señorita, a no hablar de sexo, a sentarse bien, a no mostrarte demasiado despierta, ni demasiado inteligente, ni demasiado activa. Luego se aprende a no nombrar la palabra "feminista", que tiene mala prensa y de la que no es bueno parecer sospechosa. Nadie lo enseña. Nadie te dice que la mujer es inferior, absolutamente nadie, porque no hace falta decirlo. El presidente de un partido político te llamará "bonita"; el taxista te dirá "chiqui"; algunos te preguntarán si eres señorita o señora y, si trabajas con un hombre, le mirarán a él. De eso se dan cuenta pocas y casi ninguno: del ninguneo, la ignorancia y la invisibilidad a la que has de hacer frente porque naciste con el sexo equivocado.
Alguna hay a quien le gusta. No sé por qué. Para mí, y a pesar de las ventajas del mundo occidental, es como querer ser judío en la Alemania nazi.
(La imagen es de Charlotte Perkins-Gilman. Podría haber sido de cualquier otra, pero esta mujer me cae bien: eso sí, en ninguna librería he encontrado "El papel de pared amarillo").
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11/01/2007 05:02:00 p. m.
Etiquetas: Feminismo
domingo, 28 de octubre de 2007
Déjame entrar
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Quien entra en mí suele hacerlo de golpe. Suelo ser generosa en las palabras, salvo que tenga un mal día, porque se me da mal mentir y porque, aunque la gente, en general, me dé miedo, en particular suelen gustarme. Y me gustan personas de muy distinto tipo. Atraigo, además, a quien no habla, a quien no cuenta, a quien no se muestra. Me ha pasado siempre, no sé qué lo provoca y supongo que, si lo supiera, tampoco podría utilizarlo. Algunos de mis mejores amigos pueden dar fe: no son de muchas palabras, o de casi ninguna. Se me da mal, muy mal, hacer preguntas, salvo con Adúlter, al que escribo con signos de interrogación. Sólo soy cómica si me encuentro muy a gusto. Escribiendo no. No me sale. No sé si es estilo, que dudo mucho que lo tenga, o incapacidad (por eso admiro a Suntzu). Hablo mucho, o poco, depende del interlocutor. No digo demasiado. Así que no entiendo esa atracción.

El post viene de aquí.
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10/28/2007 10:26:00 p. m.
Hazlo
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10/28/2007 07:34:00 p. m.
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Finales
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10/28/2007 06:11:00 p. m.
El blog de Jotacé
4 comentaronSoy carne de cómic. Se lo debo a mi santa madre y a ser la mediana de dos hermanos. A la santa, porque, cuando teníamos que quedarnos en la cama porque estábamos malos (la palabra "enfermo" me suena a seria), nos traía a Los Vengadores, Spiderman y La Patrulla X, El Motorista Fantasma, Daredevil, Los Cuatro Fantásticos, El Caballero Luna, Capa y Puñal y Batman. Primero fue Marvel. Luego DC. No conozco nombres de guionistas ni dibujantes, salvo los básicos y me dan igual las guerras editoriales, pero los colecciono y ahí están, bien alineados, en varias estanterías de mi casa. Algunas de sus frases se han convertido en mantras. Estos días me repito una de ellas: "He estado peor. Y estaré mejor".
Hace algún tiempo, en uno de los comentarios del blog de Jotacé (en el que no suelo escribir mucho, porque yo cuando escribo pretendo una respuesta -que me parece que es lo mínimo que se despacha-) le dije que le escribiría un texto porque no sé dibujar. Cumple tres años. Es de los blogs más prolíficos que he encontrado por ahí y uno de los más creativos, divertidos e irónicos. Hay toda una legión de seguidores pasándole viñetas para que las analice y se ha convertido en referente. Haciendo únicamente cosas como ésta: descontextualizando.
Espero que no se canse nunca. Feliz cumpleaños, chaval.
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10/28/2007 09:42:00 a. m.
jueves, 25 de octubre de 2007
Ésta fue mi casa
6 comentaronAllí viví yo. En el segundo piso, encima de los ventanales. Y me sentaba en ese balconcillo a hablar, por las noches, con mi compañera, una mujer menuda, es(tré)pitosa, apasionada, a la que le entraba el nervio a las tres de la mañana y con la que miraba la luna y el edificio de la UNED, con sus arcos ojivales y sus gárgolas.
Allí viví yo hace siete años. Me salvaron la vida tres hombres (un soldado, un sindicalista, un anarquista). Me llevaban diez años, los dos primeros, y dieciocho, el último. No es una frase hecha: me la salvaron de verdad. Hubo otros, porque en Melilla hubo mucha gente. Entre ellos, un tipo leal, con nombre de escritor, que me regaló el único anillo que no me quito jamás y la capacidad de no escuchar las habladurías que llevaran mi nombre. Pero también un periodista loco, que cruzó en coche el Parque Hernández y que me llamaba para ir a romper el ayuno en Ramadán. Y un chaval de quince años, internado en un centro de menores, con el que miré los dibujos que hacía la sangre del cordero en el sacrificio de Aïd El Kebir.
Melilla fue también un grupo de gente desperdigada, de amigos contingentes a los que da igual el tiempo que hace que no veas. Fue el descubrimiento, la madurez, el aprendizaje a base de problemas, problemas y más problemas, el desarraigo, la búsqueda, los amigos. Fue la supervivencia, porque es una ciudad sin ley y allí cada uno se hace las leyes como puede. Hubo otras ciudades después, pero ninguna que recuerde tanto como ella, ninguna que me haya conformado tanto -salvo Sevilla y quizá-, ninguna tan determinante. Porque allí estaban Ángel Castro y sus obras de teatro maravillosas para sus niños de La Salle; Vicente Moga pidiéndome libros descatalogados y el director de cierta institución, de la que no voy a decir el nombre, dando órdenes de que me llevaran a la Biblioteca para que cogiera cuanto quisiera porque era yo y le gustaba leerme.Melilla fue el té con hierbabuena, que los cristianos no sabemos hacer; fue aprovechar el día de inicio del Ramadán para tomar, con dos amigas mías musulmanas, todo el cerdo y todas las cervezas del mundo; fue un niño perdido que siempre estuvo ahí en la sombra, para que yo me diera cuenta, meses más tarde, de que había estado ahí siempre, con los brazos prestos, el abrazo grande, el beso y la caricia; fueron los viajes de Los Cuatro Carreteros hacia los acantilados de plata de Aguadú, el lugar más hermoso de la Tierra, los cortados donde se matan los inmigrantes que llegan por mar o donde aparece algún cadáver de ajustes de cuentas de vez en cuando; fueron el faro del Hospital del Rey, los jeringos de Los Arcos, los desayunos en el Tropical Rudy; las tapas del Casino; el Palacio de la Asamblea y sus sillones; la frontera de Farhana y su hachís; las coreografías con Arwen en La Vaca; mil canciones que siempre me recordarán ciertos momentos; un mercado con especias olorosas y cien calles que no he vuelto a pisar.
Y ellos dos. Una vive ahora en mi misma ciudad. Otro está en Granada y ya he contado nuestra historia en este lugar. A él suelo verlo en las crisis, cuando acudo. Hace tres años que no ha hecho falta. De allí me los traje y se quedaron.
Hoy he visto la foto de mi casa y se me ha agolpado un año en dos segundos.
La primera imagen se la he robado a Arwen, que sí que ha vuelto a casa.
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10/25/2007 10:13:00 p. m.
miércoles, 24 de octubre de 2007
Como una marioneta
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10/24/2007 09:24:00 a. m.
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domingo, 21 de octubre de 2007
Este lugar
38 comentaronAsí comenzó. Como una excusa, la que me hacía falta, para que me espiara una amiga que estaba lejos y que ha leído casi todo lo que he escrito alguna vez. Porque a mí nunca me ha gustado que me lean. Ni cuando publicaba y me paraban por la calle. Me da vergüenza, me da pánico. Por eso, durante mucho tiempo, ella fue la única que tuvo la dirección de este lugar.
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10/21/2007 11:04:00 p. m.
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Pronto...
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10/21/2007 09:11:00 p. m.
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viernes, 19 de octubre de 2007
Si no sabes, no lo hagas. Y no digas.
23 comentaronHabla pausado, se centra en una idea, las explica, las resume. Redes Cristianas invitó a Badajoz a uno de sus miembros, Juan José Tamayo, amonestado por la jerarquía de la Iglesia a la que pertenece y que intenta cambiar como puede y le deja Ratzinger, que es más bien poco, para que hablara sobre las creencias, las increencias, los movimientos religiosos y el diálogo social. Como esperaba, un lujo, un placer y enriquecedora. Lo que no había previsto es que me avergonzara tanto.
Qué mal hablamos en público.
A todos -o casi- les tiembla la voz; unos comienzan a hablar de su vida -"leo todo lo que cae en mis manos", se justificaba una: mujer, un poquito de criba nunca viene mal- y se lían en los argumentos. Otros insultan descaradamente o se ponen gallitos, usan un lenguaje tabernero o tutean descaradamente a un señor que ya no cumplirá los 60 y con el que no han comido jamás. A otros se les nota que se han dormido en medio de la charla, que han estado en otra parte o que no entienden el idioma, porque tergiversan frases y mensajes a su conveniencia. Nadie es capaz de formular una pregunta clara o de hilar tres ideas seguidas con un mínimo de coherencia, cuando no notas que les encanta oírse porque deben de pensar que sus pensamientos son originales y atrayentes.
Una pena.
Lo curioso es que, si se les pregunta, todos se considerarán más o menos cultos y jurarán ante el mismísimo diablo que son capaces de discutir sobre cualquier asunto. Enarbolan, como una verdad inmutable, que ésa es su opinión y tú tienes que respetarla por fuerza. Y, cuando les dices educadamente que ni de lejos respetas todas las opiniones -las hay asesinas, discriminatorias o directamente estúpidas- y que ni siquiera respetas el derecho a manifestarlas en según qué foros públicos, te tildan de fascistas sin tener idea de lo que significa esa palabra o te preguntan si estás en contra de la libertad de expresión.
Hay gente de todo pelaje por ahí. Ésos que te espetan que no leen -porque te lo espetan, todo ufanos- y de los que la desidia te hace callar que los consideras unos burros ignorantes. Pero, ojo, ellos han estudiado en la Universidad de la Vida -que vaya vida vacía y de mierda- y, merced a este título, se permiten el lujo de opinar de lo que no saben y de hablar "por voz de la experiencia". Desprecian a aquellos más cultos, porque dicen que lo aprendieron todo en los libros, como si ellos no te conformaran ni te construyeran, y eso se nota en todos y cada uno de los ámbitos de la vida, desde el público hasta el privado, de tal modo que la opinión de cualquier mindundi vale más que la de Kierkegaard.
Pero hay más: también están los que, en su afán de que se les considere críticos a ultranza contra todo y cualquier cosa, niegan cualquier autoridad y ponen al mismo nivel a Cervantes y Paulo Coelho o afirman, sin que les tiemble el pulso y sin que les dé vergüenza, que Ciudadano Kane y David Wark Griffith están sobrevalorados.
Decid que sí. Con dos cojones.
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10/19/2007 06:44:00 p. m.
Etiquetas: Diario de navegante
miércoles, 17 de octubre de 2007
Caracteres
12 comentaronConfío del todo en poca gente y ni siquiera sé qué nos une. En pocos casos tenemos la misma sensibilidad, ellos lloran más que yo y sigo teniendo buena mano con los raros o los tímidos, que se me abren al primer vistazo. Puedo reconocer a quien me gusta en un minuto, pero con la misma rapidez desechar a alguien con quien pasé años, porque soy de efecto retardado y tardo en darme cuenta de las traiciones. A los 22 años me traumatizaron y, desde entonces, huyo como de la peste de los caracteres problemáticos y de quienes exigen pruebas de amor constante: un chantaje psicológico es la manera más fácil que alguien tiene de que yo no vuelva a saber de él en la vida (y en pocos casos me molesto en dar una explicación), porque soy una lapa pero sólo cuando me apetece (que puede ser casi siempre) y porque mis amigos saben que no llamo (casi) nunca y que pocas veces pediré ayuda aunque me esté consumiendo. También que no sé decir que no y que cuando paso mucho tiempo con una persona (salvo dos o tres honrosas excepciones) termino agobiándome y me encierro. Puedo cortar relaciones con la misma facilidad con que las construyo: el tiempo me ha enseñado que nadie es imprescindible pero hay quien me acompaña desde hace tres lustros a pesar de las ciudades, los cientos de kilómetros y los trabajos que me han hecho no vivir en el mismo lugar que mis amigos durante siete años. Supongo que ellos tienen más paciencia que yo, porque nunca fui una mujer fácil: tengo un carácter que uno de mis mejores amigos definió como primario a más no poder y estallo en cuestión de segundos, me disparo y vuelo. La razón se llama miedo, siempre se ha llamado miedo: esta incoherencia mía me vuelve sociable y desenvuelta aunque en realidad la gente, así, en general, me produce auténtico pánico. No hay una frase que diga que no la repiense luego diez mil veces, todos los días, y puedo pasar años -años reales- avergonzándome de un tono o de un comportamiento hasta que se vuelven fantasmas que me persiguen. Muestro el amor que siento a cada instante, salvo a alguna persona a la que no soy capaz de decirle te quiero, pero en mi fuero interno sé que no me apego a nada ni a nadie: puedo pasar meses sin ver a alguien y lo único que temo es que me eche la bronca por no llamar. No he encontrado aún a nadie que entienda que no me gusta el teléfono, que odio el teléfono, que si me llaman tres veces el mismo día, me parece que el aparatito no ha dejado de sonar en toda la tarde, que me vuelvo muda o irritable en una conversación que dure más de diez minutos y que es más importante el asco que le profeso al móvil (que encima tengo dos) que las ganas de hablar contigo.
A cambio, estoy disponible casi todo el tiempo, deshago planes según las prioridades, mimo, abrazo, cuido, visito periódicamente a los que están lejos, mi lealtad es a prueba de bombas y me interesará y haré mío todo cuanto seas.
Váyase lo uno por lo otro.
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10/17/2007 10:57:00 p. m.
Etiquetas: Diario de navegante
martes, 16 de octubre de 2007
Baraja
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10/16/2007 01:04:00 p. m.
Etiquetas: Diario de navegante
Alcohol
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10/16/2007 12:22:00 a. m.
Etiquetas: Charles Dickens, Palabras
lunes, 15 de octubre de 2007
De conciertos y ambientes
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10/15/2007 06:34:00 p. m.
Etiquetas: José Manuel Díez, Música
domingo, 14 de octubre de 2007
Las reglas
18 comentaronQue no te tiemble la mano ni al borrar ni al escribir. Me lo dijo una de las personas a las que más admiro, cuando asumí la moderación de un foro conflictivo con múltiples trolls en el que cualquier debate se hacía imposible. Desde entonces, lo he cumplido a rajatabla, y no me tiembla.
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10/14/2007 10:30:00 p. m.
Etiquetas: Internet
Miranda del Castañar
23 comentaronHe aprendido a distinguir cuáles son los boletus más ricos, a caminar por los pueblos queriendo mirar de otra manera, a descubrir cinco colores distintos en una hoja de vid y a saber cómo se cazan los jabalíes en plena sierra, saliendo a por ellos, bicharracos de más de cien kilos a los que se espera por la noche, sin luz y en silencio.
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10/14/2007 08:39:00 p. m.
Etiquetas: Lugares, Miranda del Castañar
jueves, 11 de octubre de 2007
Ha sido Doris Lessing
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10/11/2007 01:08:00 p. m.
Etiquetas: Doris Lessing, Palabras
miércoles, 10 de octubre de 2007
Escribir el miedo
16 comentarondespacio, con letra
pequeña y líneas separadas,
describir lo próximo, los humores,
la próxima inocencia
de lo vivo, las familiares
dependencias carnosas, la piel
sonrosada, sanguínea, las venas,
venillas, capilares
Lo escribió Olvido García Valdés y yo lancé una voz gozosa en mi trabajo cuando le dieron el Premio Nacional de Poesía. "La poesía sólo escribe el miedo", dijo una vez. Y que la atención, la paciencia y la violencia eran necesarias para ser poeta.
Yo escribo el miedo. Lo he escrito toda mi vida, desde que puedo recordar, porque escribo contra el miedo. Para ponerle nombre y para ahuyentarlo. No me sale demasiado bien.
Ahora tengo miedo de relaciones rotas, de que no me crean, de tensar las cuerdas.
Y ni siquiera sé cómo escribirlo.
Imagen de haciendo click.
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10/10/2007 08:08:00 p. m.
Etiquetas: m0ntaraz
domingo, 7 de octubre de 2007
Una mujer y un hombre
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10/07/2007 10:24:00 a. m.
Etiquetas: José Manuel Díez, Palabras
jueves, 4 de octubre de 2007
Cultura. Educación. Políticas Sociales.
57 comentaronLos números siempre se me dieron mal. Los demás preguntan cuánto tiempo llevarán las obras, qué presupuesto se ha gastado en la programación de teatro, a cuántos profesores afecta la medida. No soy de temas de apertura: se me dan mejor los cierres. No me gustan las cifras porque no me cuentan la historia individual de nada: porque las magnificamos hasta lo indecible, porque sirven como pretexto y como excusa. Las veo innecesarias, salvo cuando se habla de corrupción, de robos, de pérdidas o de muertes. Porque a mí me interesa lo pequeño, eso que en teoría no le importa a nadie: alguien que consigue que sus alumnos aprendan qué bacteria es la que provoca el olor a tierra mojada, la restauración paciente de un cuadro, cómo viven los inmigrantes en un centro de acogida temporal, un concurso gastronómico de las amas de casa, la historia de un monumento.
No entiendo de arte ni de danza ni de teatro. De teoría literaria sé lo justo. De música, menos aún, y no digamos ya de cine o arquitectura. La memoria del CAP -Curso de Adaptación Pedagógica- me la suspendieron porque pidieron una valoración crítica y escribí diez folios hablando del penoso curriculum de Literatura en Secundaria (o cómo lograr que los alumnos odien la lectura de una vez por todas) y de que la integración quedará muy progre y muy maravillosa en un papel, pero que en la práctica no funciona. Mis alumnos de catorce años pedían silencio cuando yo recitaba a Pavese y disfrutaron más con los cuentos de fútbol de Galeano que con el Marqués de Santillana. Leímos a Olympia de Gouges, a Neruda, Ángel González, Florencia Pinar, Vallejo, Christine de Pisan, Cernuda y Celaya y pidieron "más poemas de esa gente", pero lo obligatorio era analizar la métrica de las serranillas.
Y dos cursos por debajo estaba Irene.
Irene, que con doce años escribía como Dios y a la que no me dediqué ni se dedica nadie, porque saca sobresalientes y en su clase había tres mataos que rompían los libros, corrían encima de las mesas y pasaban cinco horas diarias jugando a la Play Station. Cuando me largué, descubrí que ella (que devora libros, que me hizo llorar con un texto, que es callada, dulce, rubia, tierna y tímida) es, al final, la marginada del sistema educativo y de los esfuerzos.
No entiendo de cine, ni de literatura, ni de tendencias artísticas. Soy incapaz de decir si un cuadro es bueno y aún menos de explicar por qué me gustan una obra de teatro o una película. Sobre educación no tengo ni idea, a pesar de la trayectoria familiar y de que los adolescentes se me den tan bien como se me dieron en tiempos los yonkis. Y, sin embargo, son los únicos temas que me gustan. Cultura. Educación. Políticas Sociales.
La Conferencia de Presidentes, que la cubra otro.
Imagen de las ventanas: Darco TT
Imagen del aula: angelgriselectrico.
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10/04/2007 06:54:00 a. m.
Etiquetas: Educación, Periodismo
lunes, 1 de octubre de 2007
Encargos
9 comentaronLas historias de amor son todas curiosas. Algunas nos crean heridas que otros curan, pacientemente, aunque ellos no sean culpables del dolor. Otras van y vienen: comienzan cuando dos son pequeños, se acaban, pasan años y llega el tiempo del reencuentro y la alegría. De crear proyectos comunes, organizar una boda, elegir trajes, invitar a los amigos que están lejos y a los que han asistido diariamente a esta historia recobrada. Llega el tiempo de los nervios, de las dudas, de pensar si saldrá bien, de creer que saldrá bien. De saber que la otra persona es la correcta. Que el otro es tu idioma, tu patria y tu cuerpo.
No se puede explicar el amor. Las palabras tampoco bastan mucho. No describen la pasión, la felicidad, los cosquilleos en el estómago, ni la serenidad cuando ves a alguien y sientes que por fin estás en casa. No son suficientes para explicar por qué sabemos que podemos, que queremos, pensar en dos. Dejar de ser uno del todo para ser del todo de alguien. A pesar de las dificultades, de las crisis, de los mil problemas. A pesar, también, de las ausencias.
No sé si desear suerte. En una boda no se desea suerte. Sólo, quizá, que esto no suponga ningún esfuerzo. Que no haya que trabajar el amor, porque el amor no necesite trabajo. Que fluya solo. Que no desaparezcan las ganas de contar cada nimia cosa que ocurre. Que te puedas mirar en los ojos de otro, y reconocerte, y saber que eres mejor porque te miras con sus ojos. Que el otro te conforme y te complete y te construya. Que sigáis siendo dos, aunque seáis juntos. Que os apasione lo cotidiano: una puesta de sol, un libro, un paseo, un café con amigos, hacer un viaje. Que sepáis que el mundo es vuestro. Eso es lo único que puedo desear en una boda...
(Cariño, a ver si te vale, porque la verdad es que yo no estoy nada inspirada y escribir de amor se me da fatal).
Imagen de olvwu.
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10/01/2007 06:22:00 p. m.
Etiquetas: Bodas, Maricarmen