Como los años comienzan cuando quieren, este nuevo año mío comenzó en un despacho, a las seis y diez de la tarde del día 30 de diciembre de 2013. Hablando con una desconocida que se despidió diciendo: "Vas a hacer tu vida bonita para ti".
Ese es mi propósito principal de año nuevo. Hacer mi vida bonita. Hay ciertas partes que no lo son, que son muy feas o que no me gustan aunque no sean feas del todo. Necesito volver a escribir y a escribirme, contar alguna historia a alguien que no sea yo (creer que puedo contarle una historia a alguien que no sea yo), hacer ejercicio, retomar la dieta, cumplir un horario en mi tiempo libre hasta llenar los minutos, recuperar la poesía y la lectura, estudiar arte, leer en inglés algún libro de Twain que compré hace siglos en Nueva York, cocinar, hacer fotos, aprender, obligarme, obligarme y obligarme. Y cuidar a los amigos. Más. Porque sé quiénes son y cómo están, de qué manera contundente están conmigo: incluso aquellos a los que no veo tanto como quisiera porque no separan 12000 o 900 kilómetros.
No sé cómo acabará siendo el año. Sí sé, porque lo sé, que va a ser un proceso largo y doloroso y también estimulante y de reencuentro, que hace mucho que no me analizo y no me trabajo ("no juzgarías a otra persona tan duramente de estar en tu lugar": me lo dijo
Nerea hace ya tantos siglos), que hace aún más que no me narro lo que no quiero saber y que no uso la escritura de la forma en que me era útil: como descubrimiento.
Feliz año nuevo. Que sea bonito.