"El lenguaje es violencia".
Toni Morrison.
Han cambiado las cosas, pero no han cambiado tanto. Lo sé porque he dado
clases y porque dediqué una a responder a dos adolescentes que dijeron -el
lenguaje es violencia- que los homosexuales "son unos enfermos". Y me encontré
hablando de LeVay y de Monique Wittig y de Judith Butler y de la construcción de
la sexualidad y del heterocentrismo y me acordé de un amigo que un día, entre
risas, me dijo: "Esto es como ser judío en la Alemania nazi".
Wikipedia. |
Eso fue antes de pasarme 29 horas seguidas (mi café más largo, hasta la
fecha) hablando con otro sobre cómo decirlo y cómo asumirse. Hablando sobre lo
de siempre: el yo sexual, el porno como terapia identificatoria, el
heterocentrismo, el discurso que te dice (porque te lo dicen otros) cómo tienes
que ser, si tienes que tener pluma, ni no tienes que tener pluma, las butch, las
femme, la construcción del género, las dinámicas que crea el colectivo -porque
las crea- y todo lo demás.
"Nunca hubiera imaginado que tú fueras tan queer". Eso lo tengo escrito en un
ejemplar que me regalaron de Teoría Torcida. Ha sido uno de los mejores piropos
que me han dicho nunca. A mí, que llevo tres décadas luchando con(tra) el
concepto de femineidad.
Tengo un radar para el machismo y la homofobia. Al fin y al cabo, son lo
mismo.
No está todo hecho. Ni yo lo veré. Pero hoy pienso en unos cuantos de mis amigos y me alegro, me alegro mucho, porque hace diez años era todo mucho peor.
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