viernes, 13 de julio de 2012

Los medios públicos

He hablado de mi oficio muchas veces. Toni Garrido, que se ha despedido hoy de Radio Nacional de España, porque no sabe si volverá en septiembre, también ha hablado de la importancia de los medios de comunicación públicos. Yo trabajo en uno. En esto del periodismo siempre hay una dicotomía. Si uno se debe a quien le paga o a quien le escucha, le lee, le ve. Yo lo he tenido muy claro siempre. Y siempre, voy a confesarlo, me ha ido muy mal. En internet se da por hecho que la radio pública, la que pagamos todos en toda España, va a prescindir de él, de Juan Ramón Lucas y de Pepa Fernández. Alguno hay confirmado ya.

Miren ustedes. Cuesta mucho trabajo, de verdad que lo cuesta, conseguir fuentes de información fiables. También cuesta mucho trabajo que esas fuentes de información no te utilicen (yo ni siquiera sé si lo han hecho conmigo alguna vez porque debo de tener en mis genes lo de la presunción de veracidad del interlocutor, que es una cualidad de toda comunicación, y no hay quien me lo quite, para mi desgracia). Es muy triste darte cuenta, durante toda tu vida profesional, de que, cada vez que conoces a alguien nuevo, lo primero de lo que te habla es de la manipulación informativa. De cuántas veces te han indicado lo que tienes que decir, te han impedido hablar de determinados temas o te han censurado directamente tu información. Si dices que nunca, no se lo creen.

Yo lo voy a repetir otra vez. Comencé a trabajar en el año 1999. Llevo trece años de profesión y jamás nadie nunca me ha dado ninguna consigna. Ni en medios privados ni en medios públicos. Y no me la van a dar porque, de verdad, no cobro tanto como para eso. También, lo voy a decir, he tenido y tengo, muy buenos jefes. Jefes que son periodistas, jefes con una visión de la realidad muy clara, jefes que tienen mucha más experiencia que yo y que nunca han trabajado para ningún gabinete de prensa y jefes muy rigurosos. Esa relación también se basa en la confianza. Porque aquí todo es una cuestión de confianza.



Los periodistas somos sospechosos de manipulación hasta que no se demuestre lo contrario. Demostrarlo cuesta mucho esfuerzo. Es un trabajo de años. Años entrevistando a unos y a otros, a estos y a sus contrarios; años intentando aprender de los más variados temas para contarlos bien; años en los que uno intenta construir una trayectoria profesional pasito a pasito, que se basa solo en eso. En que las fuentes saben que no vas a manipular torticeramente la información, y en que lo mismo piensan los espectadores, de los lectores, o de los radioyentes.

Esa confianza, que tarda años en aparecer y aún más en consolidarse, se destruye en un segundo. Y por eso sabemos que no nos fiamos de la labor de determinados nombres y que sí nos fiamos, por ejemplo, de un Fran Llorente.

Con una piqueta, me dijo un amigo, se puede destruir hasta la catedral de Burgos. Crear es mucho más difícil. Aunque los periodistas de los equipos informativos sean los mismos, con su misma visión del mundo y su manera de contar, una decisión política les acaba de condenar a la sospecha.

Y eso es lo peor que nos puede pasar.

1 comentaron:

Manuel Barranco dijo...

Pero los periodistas son necesarios. Y los medios. Y los funcionarios, los mineros y hasta los pobres contables de fragua, como yo.
Haciendo cada uno su trabajo de forma honesta, solvente y solidaria.
La manipulación, sin ser advertida, es como el error que está tras cada ejecución diaria en nuestro puesto de trabajo. No podemos ser remisos pensando que podemos equivocarnos. Trabajar con miedo de meter la pata, o con el temor excesivo de ofender a alguien. La maledicencia siempre tendrá objetivos a los que disparar. Al final, dará igual. Haré mi tarea, o diré mi opinión, o apoyaré tal o cual causa. Si me equivoco, pues lo sentiré. Pero es más de sentir el no moverse ni tomar posturas.
Uno tiene que ser íntegro, sin dar por terminada la jornada cuando se sale del curro, porque tal y como están las cosas, resulta que hay tajo para dar y tomar (manifestaciones, redes sociales, campañas, o personas cercanas a las que echar un cable...).
En mi blog te preguntas qué se puede hacer. Pues eso: ser bueno en lo tuyo. Y además dar la talla como ciudadano. Hasta que se pueda.