La mujer que va a tener un hijo me regaló una vez una Waterman Audace. También la cafetera con la que hago el descafeinado de por las noches. El último fin de semana que estuve en su ciudad, me lo pasé acariciándole la tripa a todas horas, sin creérmelo casi, aunque ya le hubiera escrito cuando aún no era más que deseo, proyecto y búsqueda.
El hombre que va a tener un hijo me dice que no se puede ser tan macho y nos reímos. Él vive más lejos, a dos autobuses y casi seis horas de distancia. A su pareja la conozco por fotografías y cuando la vea, será, supongo, para saber de los otros dos miembros de su familia a la vez. Para abrazarle y admirarme ante la nueva vida que empieza.
La mujer que tiene dos niñas no pasa por sus mejores momentos, pero cuando las ve, casi es capaz de olvidarlo todo. Su sabiduría le permite recordar a cada instante que se acabará la tormenta, a pesar de los miedos, y que quizá algún día, podamos recordar todo esto con el dolor justo.
La pareja que tiene un hijo afirma que, si llegan a saberlo, lo hacen antes. Los días se les pasan entre cuidados, paseos con cochecito y una placidez estable. De vez en cuando (menos de lo que me gustaría) observamos cómo va creciendo esa personita a la que vimos, por primera vez, con quince horas de vida. Y siempre nos asombra.
El hombre que me abrazaba todos los días, ahora puede levantarse temprano para llevar a su hija a la guardería, ir a recogerla y comer los tres juntos. Me enseñaba estrellas y estaciones espaciales y el día que se fue, me regaló un libro lleno de planos para estrenar mi casa. Le echo de menos todo el tiempo.
Hay otra pareja con niño. Con foto de niño en el móvil, con pocas posibilidades de conocerle aún. Pero sé que también son felices, porque son felices juntos desde hace casi diez años.
Sólo una vez he deseado tener un hijo, porque conocí al único padre idóneo. Fue hace mucho tiempo, en una de esas etapas de locura transitoria que da un amor que luego sólo fue escarcha -no he tenido más frío en mi vida- y más tarde reconocimiento y después recuerdo y asunción de la propia historia rara que vivimos. Ahora que muchos amigos míos son padres, o lo van a ser, me sorprendo pensando en cómo cambian las vidas en tan poco tiempo, nueve meses poco más o menos, y comienzan a ser otra vida que gusta.
Será divertido estar ahí.