Pues sí. Quién nos lo iba a decir cuando llegaran los treinta. ¿Dan demasiado miedo las cifras redondas o sólo ésta, que nos recuerda que ya debíamos ser adultas? Nos pienso hace doce años, con la inconsciencia que da la sensación de comenzar a construir el futuro. Y hace seis, al otro lado del mar, adaptándonos a vivir juntas, el Baygon como compañero inseparable, la música siempre, los periódicos tirados en el sofá (sigo siendo desordenada, qué creías), las noches de insomnio, los miles de tés y jeringos y pañuelos que se quedaron para siempre en las caderas, las coreografías en La Vaca (¡Mamma mia!)... ¿Realmente hemos cambiado tanto? ¿No seguimos en lo mismo: en intentar entender el mundo, en dibujarlo con palabras, en hallar el vocablo preciso e íntimo que nos despierte; en construir un espacio único, amueblarlo como se pueda, recoger los escombros cada cierto tiempo? Porque nos recuerdo, ya te digo, con dieciocho. La misma contundencia y las mismas locuras, aunque (es cierto) ni tú ni yo aguantemos ya noches de doce horas y aunque las locuras han pasado a ser una cosa incierta llamada "proyectos".
Sé que si no hubiera comenzado a trabajar seis días antes de mis treinta, el tono de este escrito sería bien distinto, porque mi cerebro y el de Peter Pan se hubieran fundido sin remedio. Sin embargo, no es el deseo de no crecer: contra eso no quiero hacer nada (aunque cada uno se autodestruye como puede). Es la certeza de que crecer no era esto. De que nadie nos advirtió. De que tuvimos que darnos cuenta en medio de plantes, huelgas, jornadas de catorce horas, inseguridad laboral y cuidades en las que a menudo no quisimos vivir. Llegaron los amigos con fecha de caducidad, las carreteras eternas, las crisis de pareja (o el no encontrarla nunca, que también es algo que llega), el sentirse en tierra extraña y el aprender, al final, que los lugares y las personas se llevan dentro. Cambiaron los cuerpos: lo afirman rotundas las fotografías. Y tengo doce años más, tendré doce años más dentro de nada: abandonaré los 29 y me sigo viendo igual de perdida...
No aprendí a quererme más, porque nunca supe qué era eso. Sólo publico textos periodísticos porque sigue dándome tanta vergüenza que me lean como cuando tenía ocho años y escribía en clase. También dispongo de casas y me apropié de algunas ciudades del centro al sur. Fui amiga y sigo siéndolo porque hay quien permanece a pesar de las caducidades y los kilómetros. Me enamoré y conseguí olvidar, aunque de vez en cuando me pique la cicatriz. Y sigo recordando las palabras de Vanesa el último año de Facultad: "Todos hemos cambiado, pero tú te llevas la palma". Descubrí que soy ingenua. Sigo sintiendo vértigo ante los abismos. Me procuré unos cuantos refugios, unos cuantos bares, unas cuantas noches de luna llena. Sigo echando de menos el mar. Viajé con la mente porque con el cuerpo me fue imposible. Creé un blog para que mis amigos me espiaran. Hice muchas maletas, pero nunca aprendí a llevar una casa. Conocí dos pieles. Vi crecer a niños a destiempo. Creí y descreí. Se me desmontaron todos los esquemas. Aprendí a darme del todo.
No sé si es buen baremo para estos treinta.
A Arwen, que me pidió un texto más.
Un viaje por el mundo real de Stephen King
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El mundo de Stephen King está en su mente pero se pude tocar. Las novelas
del escritor norteamericano nos trasladan a lugares terroríficos y
fantásticos ...
Hace 4 días
6 comentaron:
Ante todo, GRACIAS. Siempre supiste como ponerme los pelos de punta, aunque esta vez haya perdido mi capacidad de ser tan espitosa (no te creas, aún a los 30 llegan las 12 de la noche y me despierto...).
Nadie nos avisó y, sin embargo, aquí seguimos.No sé si somos ejemplo de la juventud que sigue luchando, pero sí lo somos de las ganas de vivir, de mejorar el mundo, de no querer crecer si eso supone pasar de todo y no importarnos nada.
Es verdad, pronto tendremos doce años más, y espero que sigamos intentando cambiar el mundo para que sea lo que tiene que ser.
Y espero que la felicidad llegue a ratos más largos y podamos viajar, aunque solo sea para poder reencontrarnos...
felicidades para el próximo 26, probablemente ese día no me acuerde por que me habré disfrazado de tiburón. Mientras disfruta por que lo que viene no es mejor...o si....
Gracias. Me gustaría saber de ti.
Pero no tengo tu teléfono.
Y tampoco sé si a ti te apetece.
Pero mi correo sigue siendo el mismo. Y si no lo tienes y lo quieres, te lo dejo por aquí...
Hola... De vez en cuando vengo por aquí, así que sabía que era tu cumpleaños...
Felicidades. Suerte. Ánimo. Abrazos.
Hablaremos otro día que no sea lunes...
Hola Tuppence... Qué alegría. Y gracias gracias gracias. Por todo y siempre.
sira,
La del dibujo con el cuchillo eres tu, dibujas muy bien,se parece muchísimo a tí, bueno sin el cuchillo, espero q no sea a mí a quien quieras matar(d.o.l...t.v.), ya q no t'he mencionado nunca en mi pueblo,pq desde q empezé a estudiar en mi pueblo cambié, siempre se metían conmigo en todo y por desgrácia aún se meten.
Espero q la chica de la q hablan en el bar no seas tu, ni te hayan seguido como lo hacen conmigo, ni te molesten diariamente como a mí. Son gitanos y unos locos de mi exclase afortunadamente ex.
Ya ves lo q tengo q aguantar,gentuza, estoy buscando casa pequeña o almacén sin nada encima, para irme de t.a.r....
Saludos como el otro día en la renfe, ehhhh es de mala educación dar la espalda, s.i.l.via. de q reías, de mí????
saludos.
MARIADTV@YAHOO.ES
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