Me he pasado media vida creyendo que el sistema me beneficiaba. Que yo siempre tendría razón delante de un folio en blanco.
Es mentira.
También he pensado siempre que sabía hacer mi trabajo. Que, desde el día en que tardé cinco horas en rellenar media página hasta que comencé a pedir dos enteras libres y a escribir artículos de opinión, y anduve de un lado a otro, de una ciudad a otra, prensa, agencia de prensa, televisión, radio, había aprendido algunos de los rudimentos del oficio. Que nadie haría las cosas como yo porque sólo yo tengo este recorrido y este equipaje, esta manera de enfrentar el mundo y de contarlo, este punto de vista.
También es falso.
Hoy me han dicho que no sé trabajar, que no sé escribir, que no sé redactar una noticia, que no sé hacer una entrevista a un escritor y que mi percepción de la realidad es errónea. Que cuando salgo de un examen y me emborracho porque he hecho una prueba brillante, es mentira. Mi examen es medianito. Muy medianito. Poco más que un suficiente alto. De hecho, es tan medianito que me sobrepasa con creces alguna persona que comete errores gramaticales de bulto.
No sé hacerlo mejor. Y, si quiero conseguir un empleo estable en uno de los pocos trabajos que me gustan, tendré que someterme a otra prueba que no pasaré porque no sé redactar una noticia, ni sé hacer una entrevista, pero nadie me lo había dicho hasta ahora. Nadie me había dicho hasta ahora que no sé usar las palabras. Y ni siquiera sé a qué otra cosa me puedo dedicar. En qué otra parcela comenzar a buscar trabajo.
Lo cachondo es que era la única cosa de mi vida que funcionaba. La única que me hacía sentir medianamente segura, y feliz. Y vamos a ver: no me creo un genio, no me creo una artista, no me he presentado jamás a un concurso literario ni a un premio periodístico, ni se me pasan por la cabeza, ni he pensado nunca en publicar nada porque soy muy consciente de mis limitaciones. Pero escribo bien. Eso he pensado desde que pude empuñar un boli. Que esta parte de mi vida -que es, con mucho, la mejor, porque las otras no existen-, sí me pertenecía y estaba lo suficientemente anclada.
Me equivoqué, para variar.
Nadie me lo dijo antes, no sé si por desidia, porque no importaba la falta de calidad en lo que hago o porque me ocupaba de un espacio de relleno, ya saben, el área que se les da a los becarios cuando vienen a hacer prácticas en verano y les mandan a cubrir el Festival. De hecho, llevo dos años escuchando que soy buena. Muy buena. Y no tengo que creérmelo porque nadie se cree las cosas buenas que dicen de uno. Aunque resulta, también, que si no eres un genio ya se verá, pero si no te lo crees ni tú no llegas a ninguna parte y "lo mío" -a ver si alguien me aclara alguna vez qué es "lo mío"- es un problema de actitud. Mi inteligencia -bastante medianita, ya se ha visto- no me da para conjugar las dos partes: que no tengo que creérmelo y que tengo que creérmelo con todas mis fuerzas para llegar.
El problema es que no sé hacerlo mejor. No sé escribir mejor. Ni peor, tampoco, porque no sé escribir de otra manera. No sé contar la realidad de otro modo, ni se me ocurrirían otras preguntas que hacerle a un escritor. No puedo aprobar un examen porque mi manera de redactar es de un suficiente y se necesita ser sobresaliente o notable altísimo para conseguir una plaza. No sé llevar el área del que me he ocupado durante la inmensa mayoría de mi carrera profesional, porque yo siempre he llevado Cultura allá donde he ido. Y ni siquiera nadie ha tenido la decencia, aunque fuera por mantener unos niveles de calidad mínimamente decentes en un medio de comunicación, de decirme que lo hago mal y qué tengo que cambiar. Ah, bueno, sí. Que soy muy literaria y poco informativa -porque cuando voy a una rueda de prensa de Sanidad mi crónica reproduce únicamente versos de las Coplas a la muerte de su padre, no te jode- y que mi estilo es muy pedagógico porque intento condensar en un minuto desde los antecedentes de un hecho hasta las consecuencias.
El problema es, también, que me regalan dos puntos por haber trabajado -muy mal, que conste que no se me olvida- ocho, diez, doce, catorce y diecinueve horas diarias. Y que me voy a poner en los primeros puestos de una lista en la que no me merezco estar, para vergüenza de mis jefes y mayor humillación mía. El problema es que tengo que tengo que trabajar, porque no me ha tocado la Primitiva, ni hay nadie a mi alrededor que me mantenga, salvo mi madre, que dobla turnos y se echa a la espalda 16 horas de trabajo para arañar 300 euros más al mes porque cobra una mierda de sueldo de auxiliar de clínica. Con lo cual tengo que trabajar sí o sí. Y hay crisis económica y no me llueven las ofertas ni el mundo es tan grande ni hay tanto mercado. Etcétera etcétera.
Se me ocurren un sinfín de símiles para contar lo que le han hecho a mi dignidad hoy: desde la sodomía hasta el fist fucking. Ya lo decía Larralde, que el derecho de ignorar tiene razón limitada.
Yo me entero diez años después y así me llega la sentencia, la recomendación o el aviso. Dedícate a otra cosa, que para esto no vales.
Me acaban de partir por la mitad.
No estás sola
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Anteayer las calles de nuestras ciudades se volvieron a llenar de gente
manifestando su preocupación por la violencia de género, un concepto que
sigue co...
Hace 21 horas
15 comentaron:
No es por nada amiga, pero a parte de valer para otras muchas cosas, estás sobrada para lo que haces.
Te diría aún más, pero lo dejaré para otro momento para que luego no me digas que soy "la anécdota en las conversaciones serias"
Creo que mienten. No sé cómo escribes más allá de este blog, pero estoy segura de que mienten.
Yo no se escribir. Nunca lo he hecho y seguramente nunca lo haré. Primero, porque no tengo interés y segundo, porque "no me sale". Nunca soy capaz de escribir lo que estoy pensando. Pero se torear. Y aunque me han corregido millones de veces y se que soy un "tuercebotas" y que nunca llegaría a nada soy feliz. Porque haciendo lo que me gusta me siento el centro del mundo.
Espero que te llevaras de mi blog la palabra esperanza, que es lo último que se pierde. Claro que si te la has llevado... ¿ahora qué hago yo? No pasa nada, ya me apañaré.
No hagas caso a necedades, nadie sabe mejor que uno mismo lo que sabe hacer y lo que no. Siempre habrá un hueco por el que colarse.
Y como dijo el poeta:
La libertad es algo
que sólo en tus entrañas
bate como el relámpago.
Por cierto... he apretado sin querer lo de fist fucking y es una guarrería como una casa. O por lo menos a mí me lo ha parecido. Voy a darle otra vez no sea que me haya confundido.
A mí me parece que tienes una escritura muy cercana a la de Arturo Pérez-Reverte, al menos en lo que se refiere a las cosas de tu vida, que es lo único tuyo que he podido leer a través de este blog y el anterior.
Me gusta lo que cuentas y cómo lo cuentas. Para mí eso es escribir bien. Aunque claro, mi opinión de poco sirve; yo no vivo de ésto y soy un "simple" aficionado.
Como diría el señor John Locke: "Que nunca te digan lo que no debes hacer", que no te pongan cotas ni te hagan creer que no sirves para lo que llevas haciendo toda tu vida. Es como cortarte las alas en pleno vuelo. Cada cual sabe de qué es capaz y si vale o no. El resto son simples juicios de valor que nunca dejan de ser subjetivos.
¡Un besote!
Que lo he pensado mejor... el que te ha dicho eso es un gilipollas. Que lo sepas.
Yo ya dije todo lo que tenía que decir. Sólo te deseo que te animes y que te vuelvas a sentir rquetebién.
:)
No te machaques y recuerda los rostros del 'jurado'. Y ahora piensa en cómo trabajan ellos. Y ahora... ¿merece la pena lamentarse por la valoración que ellos hagan o simplemente porque gente como esa pueda valorar?
Rumpa, gracias. Pero no te cortes, que me gustan las anécdotas.
Cristina, o que el sistema es perverso en sí mismo.
Alfredo, ya sé que sabes torear. En todos los sentidos. Y tienes razón: haciendo lo que me gusta me siento el centro del mundo.
Alelo, la palabra esperanza se me perdió hace mucho tiempo. Aunque tienes razón: nadie lo sabe mejor que uno mismo. Lo del hueco no lo tengo tan claro. Y el fist fucking es una práctica sexual. Ya sabes: experimentar con el cuerpo y todas esas cosas. Si hablamos de guarrerías, el sexo es lo más sucio del mundo. O sólo cuando se hace bien, como decía Woody Allen. Creo que era Woody Allen. Sobre tu segunda intervención… me encanta el exabrupto. Yo exabrupto mucho :P
Juanma, ¿a Pérez Reverte? Jo. Podías haber dicho a Virginia Woolf, Stevenson, Dickens. ¡Shakespeare! ¡Kafka! ¡Carson McCullers! Ay, dios. Ya me gustaría a mí. A cualquiera de ellos. Yo no sé qué es escribir bien. Con esto me pasa como con las películas y con el resto de las cosas: me lo dicen las tripas. Me encantaría tener un asidero teórico, pero soy incapaz de eso.
Random, muchas gracias por lo de antes, lo de ahora y lo que vendrá.
Javier, buen ejercicio ése. No me lamento. Me pasa lo que a Guille el de Mafalda: ¿Y MI ODDGULLO?
Te voy a contar una historia... No para que te consuele, no creo que seas de las de “mal de muchos...”, pero simplemente, para que la leas...
Yo siempre quise estudiar periodismo. De pequeña regalaba cuentos y de adolescente ya lo tuve claro. “Lo mío” era escribir. Lo que me gustaba. Y lo que gustaba, a los demás.
No saqué la nota para entrar en la Universidad pública y no quise hacerlo en la privada.
Demasiados años en un colegio de curas y demasiada responsabilidad la posibilidad de poder suspender 200.000 pts., como poco
Así que estudié Derecho, y lo acabé. Tras hacerlo, me presenté para poder acceder al segundo ciclo de periodismo. Y no me pasaron. Bueno, no pasé (yo). Ni siquiera me dieron muchas explicaciones. Un aprobadito también. Y no era suficiente.
Me planteé entonces que quizás “lo mío” era escribir, pero de otra manera... De una manera más literaria. Y me apunté en un centro bastante bueno a un curso anual de Narrativa y al año siguiente a uno de Cuento.
Este último no me entusiasmó, y entonces pensé que quizás mi manera de redactar era más periodística que literaria. Una compañera de clase (periodista) afirmaba siempre que yo valdría para ello. No lo sé.
No he vuelto a intentar hacer periodismo, ni he pensado en publicar un libro.
Pero me encantaría trabajar escribiendo.
No sé qué estilo tengo, pero creo que sé transmitir juntando palabras, a mi manera, que quizás no sea la correcta, ni la mejor... Pero es la mía. Y tampoco puedo – ni quiero- hacerlo de otra manera.
Con esto quiero decirte que tú sabes, siempre, lo que sabes hacer y lo que no. Porque eso se siente. Y se sabe más por uno mismo y por lo que ves a tu alrededor que por la crítica de un experto. O de diez juntos.
Tienes que creértelo, simplemente, porque vales para esto, y lo sabes, claro que lo sabes.
Quizás no tengas la técnica perfecta que alguien en particular busque (ahí ya no entro), pero escribir es mucho más que técnica... Y preguntar un arte, que puede acabar en conversación, más que en pura (y dura) información...
Sólo puedo decirte, y no soy en absoluto aduladora de nadie, que lo haces MUY BIEN, no sé en tu trabajo... Pero sí aquí, y no puede distar mucho. Y créeme, soy realmente exigente... ¿Cuestión de gustos? No lo creo. Creo, sinceramente, que soy objetiva contigo.
Y quizás por eso me extiendo mucho más de la cuenta en este post, porque odio las injusticias, y porque estoy harta de que se valoren aspectos equivocados...
¿ O Joaquin Sabina es la mejor voz nacional....? Por ejemplo.....
Parto de la base de que el sistema es perverso y que una prueba de examen no demuestra nada, aunque muchos mantengan que es lo único que sirve para valorar.
Tú escribes bien. No sé si valdrías para ser periodista: yo no valgo. Yo valgo para una cosa muy concreta, que es la que hago. Pero lo mío no es periodismo: es otra cosa. O es otro estilo de periodismo. De todos modos, el mercado laboral de este oficio es realmente penoso. Si es lo que quieres, sigue intentándolo, pienso. Pero supongo que no es lo único que te permitiría trabajar escribiendo...
Claro que no sé en qué trabajos se escribe, además de en éste.
Podrías buscar colaboraciones en revistas o algo así: pero ni siquiera yo sé por dónde podrías comenzar. O qué estás haciendo ahora... Ya me contarás.
Ah. Y Joaquín Sabina no es la mejor voz nacional. La mejor voz nacional no graba discos, te lo digo yo. Que la tengo en casa.
No es cuestión de ponerse, yo que te conozco poco y desde hace poco, a rasgarme las vestiduras por lo bien que escribes y lo que te han dicho, pero está claro que tú no te crees eso que te han dicho, ¿no? Que esa opinión, si era sincera (que habría que verlo), no es más que eso, en el mejor de los casos.
A mí me parece que sabes escribir, la verdad. Y conozco a bastantes periodistas.
Un abrazo. Y ánimo. Y claridad.
Joder, lo siento. Pero no dejes que te hagan creer que no sabes escribir. Eso será lo que a ellos les conviene que tú creas.
Pero no es así. Ni de coña.
Un abrazo y un beso enorme.
No es habitual poder leer a alguien que escriba como tú; por eso es una suerte. Corren malos tiempos para las personas libres, las que nadan contracorriente... es decir, para quienes hacen bien las cosas. Los artesanos están en desprestigio, cosa que es bastante evidente con los que trabajáis con las palabras. Hay un olvido de forma y de fondo, algo que para mi es desesperanzador. ¿Dónde están los asuntos importantes? ¿Dónde las preguntas interesantes? ¿Dónde la expresión de ideas que no nos haga sentir estúpidos? El periodismo es esencial para una sociedad, y muchos necesitamos no solo que nos cuenten cosas relevantes (hacer buenas preguntas), sino que también nos las cuenten bien (transmitir bien las respuestas).
Un abrazo,
Alonso.
Porto, no es cuestión, no. Y no lo han dicho: es una deducción cabrona de una nota de un examen. Pero en fin: ya pasó y no tiene la más mínima importancia.
Suntzu, no pasa nada. Muchas gracias...
Alonso, se intenta eso. Se intenta. No sé si se consigue. Claro que yo hago un periodismo muy... muy... muy aperiodístico. Llamémosle así.
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