viernes, 19 de noviembre de 2010

Upper East Side





Ya me habían advertido de que la zona era pija, pero ver a esas madres de negro riguroso, con sus Chaneles, y a sus hijos preadolescentes enchaquetadísimos y con corbata, desgarbados en un traje que no les corresponde, ha sido asombrosamente divertido. 




Escribo en el café Sabarsky, de la Neue Galerie. Antes he ido a desayunar al Legal Grounds. X me ha despedido con un abrazo mañanero. Me gusta mucho ese hombre. El día está nubladísimo, con un cielo que amenaza tormenta y mucho viento: los árboles de Central Park se mueven furiosamente. Así que, después de desayunar, me he ido a la orilla, a hacerle fotos al perfil de Manhattan con esa luz. Mi ampolla y yo nos hemos pensado mucho bajar la calle, porque hay un trechillo y tengo el pie lleno de heriditas (these shoes are not made for walking, por muy domados que yo pensara que los tenía), pero ha sido uno de los momentos más hermosos de la jornada. 





El otro ha sido el Path. Un padre contándole cuentos a su hija, una niña guapísima y muy expresiva, que le escuchaba completamente embobada, ahora palmoteando, ahora riendo, ahora asustada y siempre pidiendo más. Su padre gesticulaba (un hombre muy guapo, por cierto), movía los brazos (con cuidado, porque tenía a otro niño mucho más pequeño en las rodillas), levantaba las cejas y hacía de monstruo. No me he enterado muy bien de qué iba la historia, pero me ha parecido divertidísimo y tierno. Los mirábamos todos los de alrededor, sonriendo, con el mayor descaro del mundo. Y ellos ni siquiera se daban cuenta.





El Cafe Sabarsky, por supuesto, está lleno hasta la bandera de gente arregladísima y varias chicas anoréxicas con un Louis Vuitton, supongo que verdadero y no de Chinatown, que saben cruzar las piernas dos veces (para eso hay que estar muy delgada o ser contorsionista: o ambas cosas a la vez). Hay unas tartas estupendas, pero no voy a comer tarta a media mañana (más bien son las dos de la tarde y a mí me rugen las tripas). Los camareros no te dicen: "Hi! How are you?", sino "Good afternoon, madam". Dicen que es un típico café vienés, con su música clásica, pero no lo sé, porque nunca he estado en Viena. Eso sí: el café melangé es magnífico y el sitio es bonito.
9 de septiembre.