En la Marble Collegiate Church, que no puedo ver porque las horas de visita son por la mañana (aunque está abierta: soy así de disciplinada) va a haber una Misa el 12 de septiembre. Las verjas que la separan de la calle están cubiertas de cintas. De cada una de ellas cuelgan tarjetas con nombres: las de los fallecidos durante el atentado a las Torres Gemelas. Me sobrecoge, la verdad, porque nombrar a alguien (yo lo sé muy bien: conozco muy bien la importancia que tiene un nombre) es poseerlo, darle forma, traerlo a la memoria, hacerlo tuyo. El corazón me da un muerdo porque me he acordado de m0ntaraz en Forbidden Planet, al ver un muñeco de V de Vendetta, de repente, y me ha vuelto a dar mucha pena, esa historia siempre va a darme pena, y también me he acordado de Pedro, porque yo olvido muy mal, a mí olvidar no se me da bien, y me he puesto triste, por ellos y por mí, sobre todo por uno de ellos, en el que pienso, de nuevo, cuando leo esos nombres de gente a la que no conocí pero a los que otros lloran desde hace casi una década, y asiento porque sí, porque es importante que haya quienes sepan tu nombre y tu apellido.
8 de septiembre.
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