viernes, 8 de febrero de 2008

Que una década no es nada

Nos reunimos en abril, porque hace diez años que acabamos la Facultad. Son las fiestas t'acuerdas, como decía Darío, el mejor y más interesante de los copisteros. Reviso los correos, a ver quién más se apunta. La mayoría de los nombres ni me suenan, o no les pongo cara. Después de dos lustros, se quedaron quienes debían: seis o siete con los que no pudieron los kilómetros, los cambios de residencia, los amores, el resto de la vida que fue pasando. Pero hubo muchos otros con los que compartí momentos: a los 18 se me despertó la sociabilidad y descubrí que contando me va mejor. Ésa y no otra es la razón de mi apertura: que sabía escuchar porque no sabía hablar. Por eso venían. Por eso cambié en cuatro años lo que ninguno.

En una década, el mundo ha dejado de ser abarcable. Ya no hay tantos que me pongan libros en las manos, a los poetas me los descubro yo y nadie me canta Rosa María a las doce de la noche de cierto día de junio. Habité cinco ciudades más, regresé a mi tierra porque se me negaron dos y ahora hago lo que me gusta (qué digo: me apasiona mi trabajo), como buenamente puedo y con mil limitaciones.

Será divertido. Aunque la gente que me interesa no vaya a venir...

5 comentaron:

Suntzu dijo...

Yo no creo que vaya, la verdad. Simplemente, no me lo pide el cuerpo. Espero que podamos vernos en otro sitio.

Ana dijo...

Qué bonita la sensación de haber exprimido el tiempo ¿verdad? de haber descubierto, aprendido y superado.

Besotes.

Los viajes que no hice dijo...

Suntzu, me hará ilusión verte sea en el sitio que sea...

Ana, a veces da vértigo lo del tiempo que pasa tan rápido...

Isabel Sira dijo...

Por tu última frase dudo ahora de si realmente iré. Aunque hay algunos de los apuntados que sí que me arrancarán una sonrisa en cuanto los vea y a los que me gustaría dar un abrazo y decir, oye, que crecimos juntos, aunque luego hayamos crecido más... Ya sabes, a mí la facultad me cambió, pero fueron los tres años siguientes los que me convirtieron verdaderamente en la que soy y de la que me siento orgullosa (ea, que no necesito abuela).
Así que nos veremos, nos reiremos, nos acordaremos en abril, cuando el azahar siga oliendo y mi Sevilla sea mi Sevilla.

Los viajes que no hice dijo...

Bueno, pero quizá nos encontremos con alguna sorpresa...