Cold Spring es un lugar encantador, que Robert ya conocía, pero todavía estoy tratando de dilucidar si es más encantador el pueblo o el camino que conduce a él. Pasamos por Central Park para recoger a las niñas: es la primera vez que veo el parque tan de cerca. Y después, después del Woodbury, sólo hay árboles y más árboles, una vegetación exuberante y verdísima, algunas hojas ya mudando el color y preparándose para el otoño, y el río, calmo y gris, que luego se volverá de plata al atardecer.
Qué suerte tengo de estar viva, pienso. Qué suerte tengo de estar viva el 5 de septiembre de 2010, a la una menos cuarto de la tarde, con Robert a mi lado, conduciendo, la radio escupiendo éxitos de los 60, los 70 y los 80, con Mónica detrás y Boule más atrás aún y mis ojos abiertos para observar este paisaje al que no le podré hacer fotografías y que tendré que memorizar para siempre.
Un robado en Cold Spring.
Paseamos. Hablamos con gente (una chica espitosa: "¡Me emociono cuando oigo a alguien hablando en español!" Yo la cojo de los hombros: "Te comprendo perfectamente"), cuidamos de Boule, el camarero le trae agua al perro sin que se la hayamos pedido, entramos en muchas tiendas de antigüedades curiosísimas, observamos a los turistas, hacemos fotos, charlamos. Robert me dice que está contento porque yo haya podido salir de Nueva York y ver el Hudson Valley ("siempre viene bien salir de la ciudad") y yo le digo que estoy contenta porque él va a ver a sus padres.
Hemos quedado en la mansión Vanderbilt, a la que se accede por un camino particularmente hermoso ("anoche soñé que había vuelto a Manderley"), que despierta la frivolidad brutal de querer ser millonaria en ese preciso momento para comprarle el terreno al Estado: acres y acres de césped recién cortado con árboles centenarios dispuestos armoniosamente. La madre de Robert le pregunta a Mónica cómo me las apaño en Nueva York. Cuando llevamos media hora juntos, la mira:
-Se apaña perfectamente.
Mansion Vanderbilt. Paisaje.
Y mansión.
Me gusta mucho y se lo digo a cada rato.
5 de septiembre.
2 comentaron:
No te imaginas lo que disfruto acompañándote, aunque sea virtualmente, en este viaje maravilloso. Me encanta la manera en que lo describes todo, realmente consigues que me sienta inmersa en esos lugares tan bonitos que recorres. Muchas gracias por compartir todo esto con nosotros.¡Un beso!
¡Silvia! Qué alegría verte por aquí y que me dejes un comentario... Qué ilusión me ha hecho.
Muchas gracias, guapa.
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