Legal Grounds.
Pensaba ir al Flatiron District, pero mañana hay mercado en Union Square y quiero verlo. Me encamino hacia Greenwich. Aquí vivieron Edward Albee, Emma Lazarus y Mark Twain. También Anne Charlotte Lynch, en cuya casa leyó Poe El cuervo por primera vez. Aquí, también, hay cientos de árboles dando sombra a las casas y a las iglesias.
Washington Square Park.
Y un parque en el que hay un soldado tatuado, un par de mendigos durmiendo, un yuppie trajeado mirando compulsivamente su iPad, un joven que se baña en una fuente y decenas de turistas fotografiando un arco que conmemora el centenario de la proclamación de George Washington como presidente de los Estados Unidos de América.
Patchin Place.
La casa de Emma Lazarus.
Están restaurando la Jefferson Market Courthouse y sólo se ve su reloj imponente. Lo demás está cubierto y me digo que eso y los museos, que no sé si veré porque las calles de este lugar me apasionan tanto que sólo pienso en caminar, pueden ser una buena excusa para visitar Nueva York otra vez, aunque no las necesito. Podría quedarme aquí eternamente. En eso pienso, emocionada, cuando veo la casa de Emma Lazarus. Mientras le estoy haciendo fotos, una señora muy mayor con un carrito se detiene frente a mí:
-¿Te gusta?
Asiento.
-Yo vivo aquí. Ven conmigo, que voy a enseñarte una cosa. La placa está muy sucia y no se ve muy bien.
Yo tenía la dirección equivocada. 24 10th Street, había apuntado y era el número 14. La puerta de la casa tiene un arco que tapa la placa con su nombre: Mark Twain.
La casa de Mark Twain.
-Debería ser más grande y estar más limpia.
-Ya no se lee a Tom Sawyer. Pocos vienen a fotografiar este lugar.
Washington Mews.
De hecho, no me encuentro a turistas en el Greenwich. Pero, sin embargo, yo ayer vi los libros que mandan en el colegio: Fahrenheit 451, las poesías de Emily Dickinson y Walt Whitman, Oscar Wilde, Julio Verne, Las aventuras de Hucleberry Finn.
Casa de Edith Wharton.
Se me han saltado las lágrimas. Camino flotando, después, con la sonrisa permanente en la boca, con el agradecimiento infinito en el alma, porque, de no ser por ese encuentro, yo jamás hubiera hallado la verdadera casa de Samuel Langhorne Clemens, el señor que me hizo amar los barcos de vapor, la ironía desmedida y a los niños que juran para desahogarse.
Esto parece una iglesia, pero es una casa particular.
Y así, flotando, llego hasta Patchin Place, que habitaron e.e. cummings, Eugene O'Neill y John Reed, que escribió aquí Diez días que estremecieron al mundo. Me estoy enamorando de este lugar. Como me enamoro de las viejas caballerizas de Washington Mews, una calle privada por la que paseo para fotografiar las puertas y los balconcitos llenos de flores.
La Jefferson, en restauración.
Tampoco estaría mal vivir aquí. O en alguna de las casas que dan al parque en el que ahora escribo, viendo caminar a la gente que sí tiene la suerte de habitar este espacio hermoso.
Casa de Anne Charlotte Lynch.
7 de septiembre.
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