sábado, 28 de julio de 2007

En fin

No disecciono libros. A los 18, a los 21, era divertido descubrir. Por aquello de la cultura y tal. Un análisis sintáctico, uno pragmático, la estética de la recepción, el postestructuralismo, la glosemática, la teoría actancial, las conexiones intergeneracionales, las influencias, las lecturas políticas, las temporales, las vitales, las circunstanciales; aquí una guerra, aquí un amante despechado, aquí una resentida, aquí una localidad o una región o una patria; las interpretaciones aberrantes que en el mundo han sido; aquí el canon, aquí la ausencia de canon -ja-ja-ja-; si Freud era shakespeariano o, aún más, si Shakespeare era freudiano; si lo inventó o lo traspuso.

Cada día lo llevo peor. Porque la gente lo intenta, y pregunta: tú qué lees, te gusta la poesía -pues depende de cuál-; escribes... Y, sin que tú sepas cómo -de nuevo- te has metido en ese berenjenal sin pretenderlo, te muestran todo lo que han descubierto a fuerza de abrir libros, nombres y más nombres, la obscenidad del conocimiento. Al cuarto de hora comienzo a poner caras raras, a revolverme en la silla, me entra taquicardia, me tiemblan las manos, contesto bruscamente -zas, zas-; reprimo las ganas de ser pedante (que puedo serlo, y de qué modo) y me pongo más y más nerviosa. No articulo palabra, hablo para respirar y ni siquiera sé ordenar los pensamientos, parezco ramplona y no sé enlazar las ideas. Ni siquiera sé si me quedan ideas, a esas alturas. Porque lo que me pide el cuerpo -y me lo pide mucho- es condescendencia irónica, que es la manera más cruel que tengo de ser cruel.

Daría igual, porque no escuchan.

9 comentaron:

Anónimo dijo...

Pues a mí me gusta y no me gusta. Me gusta dar a conocer los libros que tengo a los demás, pero no me gusta hablar de lo que leo y menos aún recomendar nada a nadie. Nunca hago caso cuando me dicen que lea tal o cual novela (entre otras cosas, porque no me gustan las novelas) y, ciertamente, me molesta que me pregunten qué suelo leer. Normalmente contesto "nada", porque leo mucho pero no leo nada.

Por otro lado, me gusta mencionar libros que conozco o hablar de lo buenas que son unas ediciones u otras (soy muy de libros de consulta, que sí creo que es bueno recomendar o mencionar), pero jamás me verás recomendo a alguien que lea algo "porque a mí me ha encantado". Me gusta guardarme mis libros para mí y que los demás los vean, pero nunca los "disecciono" en compañía ni espero que los demás me pidan que lo haga.

No sé si me explico. Tengo vértigo (sí, de nuevo) y estoy espesa.

Anónimo dijo...

A mí lo que no me gusta, Dood , es que alguien se tire toda una charla hablándome de libros e influencias e intentando restregar toda la cultura que posee.

Quizá sea que, también, me siento insegura: me gustaría entender más de cine, pero no veo suficientes películas; me gustaría entender de ópera, pero las escucho de refilón; me gustaría entender de música clásica, pero no distingo a Bach de Haydn; me gustaría entender de teatro, pero es ahora cuando tengo posibilidades de verlo; me gustaría entender de arte; me gustaría haber leído todos los libros del mundo...

Tengo mil lagunas, jamás veré, ni leeré, todo lo que querría (porque, en fin: también me gusta estar con mis amigos). No me gustan las charlas académicas...

Voy a resumir: que lo que no me gusta, en general, es que me den la coña.

Anónimo dijo...

Bueno, pues entonces ya somos dos. Me encanta compartir conocimiento, pero eso: compartirlo. No aguantar las chapas de un sabihondo que se cree más que nadie ni me gusta que me expliquen cosas que para entender tenga que ir al diccionario cada 3 segundos.

;)

Anónimo dijo...

A mi...me gusta que me enumeren sus conocimientos, y sus increibles bibliotecas...

Me deja tiempo para pensar en otra cosa, y me da una idea de la pedanteria del contrario.


B x C

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo, Unaexcusa. Para mí no hay nada más aburrido que la pedantería. A pesar de mi profsión, a mí me gusta disfrutar los libros, no diseccionarlos. Y aunque considero que a veces un ánalisis determinado ayuda a comprender mejor una obra, me lo quedo para mí. Al fin y al cabo, se trata de disfrutar de un placer.

Anónimo dijo...

Viuda, yo boqueo y me falta el aire...

Suntzu, también de acuerdo...

Anónimo dijo...

Yo como soy hombre de pocas palabras paso más tiempo escuchando que hablando. Y mejor que sea así, porque cuando me da por hablar sólo salen tonterías de mi boca (y eso que en mi cabeza parecen ideas perfectas. ¿Que debe pasar en el coducto cerebro-boca?)

Anónimo dijo...

Siento que esta situación se te repita demasiado a menudo últimamente. A mí me pasa igual, que me siento tonta cuando los demás me hablan de todos sus conocimientos, de todos su análisis. Leo para disfrutar y casi nunca me acuerdo de lo que leo, porque lo leo para saborearlo en el momento, y nada más.
Eso sí, me parece bien que no les contraataques, que te he visto en acción y acabas con cualquiera. Mejor escucha y recréate en la estupidez del que se cree sabio...

Anónimo dijo...

ElPadrino... entonces, ¿qué? ¿vas a ser de pocas palabras cuando yo vaya a Barcelona? ¿qué hay de las copas, la borrachera de palabras, la cena y el vinacho? Ay, si es que al final, tó se sabe...

Arwen, no acabaría con cualquiera. El problema es que cuando escucho una charla así, me aburro tanto...