viernes, 22 de octubre de 2010

TriBeCa

Seis de septiembre. Labor Day. Son las diez y cuarto de la mañana y yo estoy todavía en Legal Grounds, hablando con los niños y resumiendo los dos últimos días. Pensaba ir al Carnaval de Brooklyn, pero vuelve a hacer calor y me temo que habrá muchísima gente, así que voy a cambiar de plan. TriBeCa, quizá. Harrison Street y sus casitas.

Bazzini Building.

TriBeCa, al final. Caminando por el río hasta llegar a la destartalada y encantadora Ear Inn, con sus carteles antiguos y sus pizarras. Ahora comparto barra, después de haber estado caminando durante horas por el barrio. También con sus casas de hierro colado y sus depósitos de agua en la azotea. Debe de ser, como tantos otros, un buen lugar para vivir.


Harrison Street.

Son las dos y media: esta ciudad me quita el hambre, aunque realmente sólo he comido cosas hipercalóricas, así que por mucho que patee... Hay un ambiente bonito en esta taberna: poca luz, mesitas con manteles de papel, un timón en el techo, muchas pizarras y una cabina de teléfonos. Hay gente del barrio, supongo: un hombre completamente tatuado y muy alegre que ya no cumplirá los 50 y que lleva el pelo largo y barba; una pareja mixta (ella muy blanca y muy rubia; él, muy negro y muy moreno); un señor y su hijo comiendo pasta a la boloñesa y una chica sentada en las mesas del fondo. Y un partido de tenis en la tele, muchas cervezas, muchas botellas y una música magnífica. También varias insignias y una escayola de una oreja: no sabemos de quién. Quizá la regaló alguien, quizá hay ahí otra historia oculta y por eso la taberna tiene ese nombre desde el siglo XIX...


Hay otro lugar precioso, con un café estupendo: Kaffe 1668. No he tomado ningún brebaje asqueroso en Nueva York: claro que me cuidé mucho de apuntarme los buenos sitios en la guía. El Kaffe tiene una mesa comunal donde ahora mismo está todo el mundo conectado al ordenador y leyendo el periódico, salvo un perro que dormita bajo mis pies. Ovejitas de peluche, sillas de madera, un gran número de viñetas en las paredes, grandes ventiladores y un camarero muy guapo que saluda: Hi! How are you?.

Mi primer cupcake.

He comido en el parque, en el Washington Market Park, con un gorrión muy atrevido acercándose cada vez más a la comida que yo había comprado en el Whole Food Market de al lado. El Kaffe me sirve para recordar el desayuno de ayer, al que Robert me invitó, en un diner ("en los diners, la propina se deja en la mesa y se paga en la caja"), la Pancake Factory, y para recordar los que vimos por el camino: "Parecen naves espaciales". Reviso las fotos de TriBeCa y el camino por el río y recuerdo a los grupos de chicos sin camiseta, sentados en la hierba y tocando la guitarra; a las parejas observando el perfil de Jersey City, donde está ahora mismo Robert, descansando, espero (he visto a un par que se le parecían) y agradezco el clima neoyorquino que está mudando la piel hacia el otoño.

El gorrioncillo que quería quitarme la comida.

Es asombrosa, pienso también, acariciando al perrito que tengo enfrente, la cultura de mascotas de esta gente. En muchos bares tienen cuencos para el agua, en varias galerías de arte los dejan entrar y en casi todos los parques públicos también, excepto en los destinados a los niños. Creo que fue Gandhi quien dijo que el desarrollo de un pueblo se mide por la forma en que trata a sus animales. Aquí se les acepta, de manera cotidiana, sin aspavientos. Me gustaría que Nerea estuviera aquí conmigo, porque me he acordado mucho de ella caminando por TriBeCa y pensando en que esta ciudad sí parece proyectada para la gente. Para que la gente viva la ciudad y no para que la engulla: con sus mil parques verdes, las flores, estas calles hechas para admirarse y para caminar, para salir al encuentro de alguien conocido, de una parada de metro que te lleve a otro lugar o vuelta a casa y al descanso.

Hoy sé que volveré. Que tengo que volver, para poder saludarla como a una vieja amiga.

6 de septiembre.

2 comentaron:

Suntzu dijo...

Ojalá puedas hacerlo. Gracias por compartir este diario de viaje tan detallado. Es casi como si estuviera allí.
Un beso.

Los viajes que no hice dijo...

Yo creo que volveré. Y espero que sea más pronto que tarde.