Iba todos los días allí, al bar de altos mandos de la Comandancia General de Melilla, prohibida la entrada a civiles solos excepto a mí, que me tomaba un café de lunes a viernes y algún día festivo de servicio, de guardia.

Iba todos los días allí, al bar de altos mandos de la Comandancia General de Melilla, prohibida la entrada a civiles solos excepto a mí, que me tomaba un café de lunes a viernes y algún día festivo de servicio, de guardia.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/31/2007 07:51:00 p. m.
Etiquetas: Melilla, Paco Sánchez Nicolás
Cuando vi Los Persas, me descubrí tarareando El Novio de la Muerte (que no es el himno de la Legión, pero como si lo fuera) y con la piel de gallina. No lo escuchaba desde hacía siete años, pero me sé estrofas de memoria. Con el ejército me pasa lo mismo que con la Iglesia: no comprendo la institución, pero sus hombres, tomados de uno en uno, y no todos, me gustan.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/30/2007 07:20:00 p. m.
Etiquetas: Melilla, Paco Sánchez Nicolás
La primera vez que le vi, pasamos la rueda de prensa mirándonos: yo asintiendo, chasqueando la lengua, divirtiéndome terriblemente con esa manera suya inconexa de articular las frases, de la que al final descubres que no es sino afán por encontrar la palabra precisa.
-Tu cara me suena... ¿Has estado en Almagro?
-No. No nos hemos visto nunca -"pero no me hubiera importado".
Le grabé seis minutos y me quedé sin nada que decir. Salvo cuando llegué a la radio, en directo y en castúo:
-M'enamorao.
Algún mes que otro después, me he vuelto a enamorar, me he vuelto a quedar sin palabras durante una entrevista, me he divertido terriblemente con esa manera suya inconexa de articular las frases que no es sino afán por encontrar la palabra precisa, me han vuelto a nombrar la energía de las piedras del teatro romano de Mérida y a Howard Zinn y me acuerdo de una mirada honda de la que no recuerdo el color de los ojos. De la voz cálida, la cercanía, la manera de responder, la dulzura, la inteligencia, la humildad, la forma serena de contar las cosas, de fruncir el ceño y de explicarse...
No me gusta hacer preguntas. Es más: me parece absurdo preguntarle a alguien sobre una obra que vas a poder ver. ¿Qué van a decir? Qué banalidad, qué tremendo darle a quienes te leen, o a quienes te escuchan, la perfecta forma de interpretar lo que otro hace. El juego es ése: se someten a eso, una entrevista tras otra; nos sometemos a eso, a preparar preguntas que no quieres hacer y a tener diez minutos o menos, a que alguien de prensa te haga la señal de que vayas acabando... Los mismos ritos, una respuesta tras otra, una pregunta tras otra, lo menos parecido a una conversación, una y otra vez.
Al final he acabado pensando en que debería haber sido honesta. Y haberle dicho que solicité la entrevista para oírle hablar, porque resulta que me gusta oírle hablar, que crezco oyéndole hablar, y que por eso me quedo sin palabras, porque a qué carajo tengo yo que oírme la voz cuando no quiero preguntar nada porque a mí lo que me apetece es un cigarro y un café y que hable, que yo escucho, que me encanta escucharle. Y que por eso me quedo sin palabras en medio de las entrevistas y por eso me siento estúpida, o lo parezco. Por eso y porque Bieito está ahí ahí, en lucha con Elias Koteas... a punto de ganarle el segundo puesto, señores, a punto y cada vez más cerca...
El primero no, perdonen. No se puede tener todo.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/29/2007 08:24:00 p. m.
Etiquetas: Calixto Bieito, Festival de Teatro Clásico 2007, Las noches entre las piedras del teatro romano
O Chapitô. Tienen un bar en Lisboa, con vistas al Tajo, propicio para las conversaciones calmadas. Se basan en la economía social, trabajan con niños en los barrios e interpretaron ayer O Grande Criador. Y fue maravillosa. Su recreación de la creación, del diluvio de Noé, de la visita del arcángel Gabriel a María, de la última cena y de la crucifixión fue pura comedia. Humor fino, irónico, preciso, tierno, inesperado. Salimos sin palabras, muertos de risa, de admiración y de respeto.
Qué de problemas tiene Dios...
Fotografía de Efe.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/28/2007 12:26:00 p. m.
Etiquetas: Festival de Teatro Clásico 2007, Las noches entre las piedras del teatro romano, O Chapitô
No disecciono libros. A los 18, a los 21, era divertido descubrir. Por aquello de la cultura y tal. Un análisis sintáctico, uno pragmático, la estética de la recepción, el postestructuralismo, la glosemática, la teoría actancial, las conexiones intergeneracionales, las influencias, las lecturas políticas, las temporales, las vitales, las circunstanciales; aquí una guerra, aquí un amante despechado, aquí una resentida, aquí una localidad o una región o una patria; las interpretaciones aberrantes que en el mundo han sido; aquí el canon, aquí la ausencia de canon -ja-ja-ja-; si Freud era shakespeariano o, aún más, si Shakespeare era freudiano; si lo inventó o lo traspuso.
Cada día lo llevo peor. Porque la gente lo intenta, y pregunta: tú qué lees, te gusta la poesía -pues depende de cuál-; escribes... Y, sin que tú sepas cómo -de nuevo- te has metido en ese berenjenal sin pretenderlo, te muestran todo lo que han descubierto a fuerza de abrir libros, nombres y más nombres, la obscenidad del conocimiento. Al cuarto de hora comienzo a poner caras raras, a revolverme en la silla, me entra taquicardia, me tiemblan las manos, contesto bruscamente -zas, zas-; reprimo las ganas de ser pedante (que puedo serlo, y de qué modo) y me pongo más y más nerviosa. No articulo palabra, hablo para respirar y ni siquiera sé ordenar los pensamientos, parezco ramplona y no sé enlazar las ideas. Ni siquiera sé si me quedan ideas, a esas alturas. Porque lo que me pide el cuerpo -y me lo pide mucho- es condescendencia irónica, que es la manera más cruel que tengo de ser cruel.
Daría igual, porque no escuchan.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/28/2007 01:34:00 a. m.
Etiquetas: Palabras
Al final harás lo que sabes hacer y escribirás lo que te pida el cuerpo, porque no podrás ser de otra manera. ¿Cómo se disocia? ¿Es el propio gusto garantía de bondad? ¿Qué es lo que logra que un diálogo, la construcción de unos personajes, lo que se quiere decir y la forma en que se dice te peguen un puñetazo en el cráneo, una patada en el estómago, te revuelvan el resto de las vísceras? ¿Cómo se pierde el miedo a que lo que eres, o la honestidad de tu trabajo, o la pasión que te suscitan las palabras, pueda someterse al juicio de una masa informe en la que la individualidad se ha diluido? ¿De qué forma se deshace el nudo de la primera vez?
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/26/2007 06:35:00 p. m.
Etiquetas: Festival de Teatro Clásico 2007, Las noches entre las piedras del teatro romano, Palabras, Pau Miró
Hace una semana, me regalaron un cactus al que le nacen dos flores que duran doce horas. Cuando me levanté, a las seis de la mañana, había un magnífico langosto comiéndose una de ellas después de acabar con la otra. Tres horas más tarde se me olvidó ir a la autoescuela (y al día siguiente me enteré de que me examinaba hoy), luego fui a una rueda de prensa inexistente y por la tarde, menos mal, entrevisté a Alicia Hermida.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/24/2007 08:46:00 p. m.
Etiquetas: Carlos, Diario de navegante
Busco una excusa real. Levanto el teléfono. Llamo a otras personas antes que a él. Llamo a su hermana y a su casa. Tecleo un número sin mirar la agenda: el suyo es uno de los dos móviles (el otro es el de Arwen) que me sé de memoria. Me saluda. Está contento de oírme.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/23/2007 07:34:00 p. m.
Etiquetas: Javi Rubio
Le lleva el órgano a los integrantes de la Capilla Real de Madrid y se quedó en la mesa más lejana, donde yo estaba sola, para mantener una conversación conmigo, porque me observó hablar con otros dos y pensó: "vaya: ¿y esta tía?". Es de San Sebastián, querría cultivar cerezos del Jerte pero allí arriba no existen la tierra ni el clima.
Ese día hacía mucho frío. El verano se volvió loco, pero cantaron, y tocaron, maravillosamente. Aunque tuvieran que reafinar los instrumentos una y otra vez ("que son viejitos"). Pero lo mejor fue el encuentro fugaz, porque hacía mucho que no hablaba tanto tiempo con un desconocido sin sentirme incómoda y sin quedarme sin palabras y sin pensarme extraña o tímida.
Luego me contó que se había quedado por eso. Porque me oyó hablar. Y, cuando se despidió me dijo: "eres muy amena y muy divertida".
Qué bien sienta creerse ciertas cosas...
Fotografía: Jorge Armestar.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/22/2007 11:18:00 p. m.
Etiquetas: Festival de Teatro Clásico 2007, Las noches entre las piedras del teatro romano, Música
Un concierto de Montserrat Caballé. Un libro de Céline. Una crónica y diez minutos de Cultura. Una planta de orquídeas a la que hay que regarle las raíces con un difusor en días alternos. Unos veinte capítulos de Sex and the city. Un calor asfixiante. Un peta antes de dormir. Tallarines de arroz ecológicos. Muchas muecas. Madrid y los hombres de mi vida, al fondo. El poder del sexo. Un niño tímido. Las cosas que son vox populi pero de las que yo nunca me entero. Una cena en el teatro romano. Cuatro horas de sueño de menos. Una piedra clavada en un pie. Una cama compartida. Y ella, que ya es arquitecto, que se va un mes a Grecia, que no sabe qué va a hacer con su vida. Ella, el vértigo, la búsqueda...
La foto es de EFE.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/20/2007 10:04:00 p. m.
Etiquetas: Nerea
Esta portada de La Codorniz nunca existió.
Ésta otra de El Jueves sí existió:
Ahí os va. Que el secuestro no es por lo que dicen, sino por lo que hacen.
Ha nacido un blog de apoyo, para difundir la imagen. De nada, compañeros.
(Si Ivà levantara la cabeza...).
Gracias, Escolar.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/20/2007 09:16:00 p. m.
Etiquetas: Política
Le brillan los ojos cuando habla de teatro; se le anegan y se le rompen cuando habla de la Biblioteca de Bagdad, de la destrucción de la Biblioteca de Bagdad y sonríe todo el rato, se apasiona, enlaza (como yo) un tema tras otro: política, teatro isabelino, Irak, Nicaragua, Tokyo, Babilonia... Me recuerda a Ernesto Cardenal, me recomienda a Howard Zinn (y lo apunto para que no se me olvide) y volamos...
No me gustan las entrevistas. No me gusta hacer entrevistas. Empalmo un cigarro tras otro antes, porque queda mal fumar durante, me pueden los nervios y siempre tengo la impresión de que a ellos les apetece tanto como a mí.
Pero, a veces, lo mejor viene después. Cuando se para la grabadora. Cuando la persona a la que entrevistas te mira, te reconoce y os ponéis a hablar. De política, de teatro isabelino, de Irak, de Nicaragua, de Tokyo, de Babilonia... De Ernesto Cardenal, Rilke, John Ford, Dreyer, Bergman, Tennyson, Ibsen, Shakespeare, Chéjov, Petras, Chomsky, Sontag, Lope de Vega... Cuando Jaime Losada, que es su compañero (con quien comparte el pan) saca un tebeo de Julio Cortázar, al final de la charla, y me lo enseña y yo lo cojo con los ojos brillantes, como quien toca un incunable y seguimos hablando de poesía, de literatura, de clásicos, de anécdotas, de la Universidad, de lo impresentables que son algunos que ocupan según qué cargos, de pasiones, de que el teatro dice, de que ciertos textos te cambian la vida, de las vocaciones, la provocación, lo importante que es encontrar un modo de comunicarte... Cuando apoyo la barbilla en la mano, que es la mejor manera de decir que me estoy enamorando de esa mujer... Cuando nos miramos a los ojos, y nos interrumpimos, y nos quitamos la palabra de la boca y ella mira al chico de prensa y le pregunta: "¿Nos tenemos que ir?" y él niega y ella, y su compañero, siguen hablando conmigo en el mismo punto donde lo habían dejado antes y al final, cuando sí se tienen que ir, le digo que ha sido un placer y me mira: "No, no: el placer ha sido mío. Y ni siquiera te he invitado a un café...".
Y entonces recuerdo: la excusa para esta charla ha sido una entrevista.
(La imagen es de El País)
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/18/2007 08:41:00 p. m.
Etiquetas: Alicia Hermida, Festival de Teatro Clásico 2007, Las noches entre las piedras del teatro romano
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/18/2007 07:38:00 a. m.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/15/2007 06:01:00 p. m.
Etiquetas: Sexo
Hubo tierra, mar y fuego. El aire eran ellos, que también fueron instrumento, porque nos demostraron que el cuerpo puede transformarse en un laúd o una guitarra. Tony Fabre, el director artístico de la Compañía Nacional de Danza 2, me decía hace poco que no hay que entender de danza para sentirla. Que ocurría lo mismo con un cuadro. Ellos tienen entre 18 y 22 años y saben pintar. Pintan trabajos en el campo y en las aguas, con azul, morado y lila; pintan rapidez y fuerza negra; pintan sensualidad: una sensualidad inocente, inconsciente, ingenua. Tienen entre 18 y 22 años y ponen en escena tres piezas. Jardí Tancat, de María del Mar Bonet, Coming Together, de Frederic Rzewski y Gnawa, de Hassan Hakmoun, Adam Rudolph, Juan Alberto Arreche, Javier Paxarino, Rabih Abou-Khalil, Velez, Kusur y Sarkissian. A ella pertenece esta imagen.
La voluptuosidad de la comunión con la naturaleza; la turbulencia de la repetición de la música; y el misticismo y la comunión del cuerpo y de los músculos. Era la primera vez que veía un espectáculo de danza completo y fue maravilloso.
La fotografía creo que es de Pedro Arnay, que es el fotógrafo oficial del espectáculo Gnawa en la Compañía Nacional de Danza 2.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/15/2007 05:25:00 p. m.
Etiquetas: Compañía Nacional de Danza 2, Danza, Festival de Teatro Clásico 2007, Las noches entre las piedras del teatro romano, Tony Fabre
Aquí estoy yo.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/15/2007 10:25:00 a. m.
Etiquetas: Memes
Se ha subido el telón hasta el 26 de agosto. Aquí el telón no se sube, pero a quién le hace falta un telón teniendo piedras. Lo pedí entero. Así que, hasta el 26 de agosto, voy a estar viendo obras de teatro y acostándome a las tres o las cuatro de la mañana (y levantándome a las ocho). Sábados y domingos incluidos.
Necesito escribirlo todo, pero en estos momentos prima el sueño sobre la palabra.
Miento: el sueño ha acabado con la palabra.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/13/2007 07:49:00 p. m.
Etiquetas: Festival de Teatro Clásico 2007, Las noches entre las piedras del teatro romano
Estaba escuchando a Christina Rosenvinge y, de pronto, me he encontrado con una entrada de Arwen que me ha hecho llorar. Joder, que yo no lloro...
"Hace unos días me decidí a hacer una visita a una amiga. Hacía años que no compartíamos más que un pequeño momento robado a una visita relámpago o una conversación de esas largas, largas por teléfono. Me apetecía mucho verla, sobre todo, porque se acercaban nuestros respectivos cumpleaños y 13 años de amistad bien merecen una celebración.
Fue un fin de semana intenso, de hacer muchas cosas, pero sobre todo de hablar, hablar, hablar y hablar. Ella se quedó afónica por intentar silenciarme, yo me vacié de todas esas cosas que cuento a alguna gente, pero que ella sabe dar la vuelta y devolverme para que lo mire desde otra perspectiva... Desde luego, fueron dos días que no me defraudaron.
La verdad es que siempre me pone un poco nerviosa ir a verla, porque es de las pocas personas que me meten mucha, mucha caña, y es casi la única a la que se lo permito, porque sé que lo hace con buena intención, porque me permite alejarme de mí misma y mirar las cosas de otra manera. Es directa, a veces dura por ello, radical, racional, aunque también terriblemente visceral, divertida, y, sobre todo, amiga de sus amigos.
Hemos tenido nuestros más y nuestros menos, pero sé que estará ahí. Da igual el tiempo que haga que no hablamos, si me ocurre algo terrible (bueno o malo) sé que la puedo llamar y me bajará de las nubes, me pondrá los pies en el suelo e incluso se reirá de mis idas de olla (que son muchas y variadas).
Es capaz de decirme que cambie de vida y nos recuerda a los que le rodeamos que primero somos individuos, y que la pareja viene después, porque, si no, las cosas no funcionan.De las personas más cultas que conozco, jamás me ha hecho sentirme tonta, porque sabe no darle importancia a todo lo que conoce. Por el contrario, me abre nuevos mundos, nuevos conocimientos que ella recita sin darle importancia, porque son tan suyos como su color de ojos.
Un poco rabo de lagartija, se revuelve si escucha algo que no le gusta, pero sabe encajar bastante bien las críticas, aunque a veces le asombren. Eso sí, si en algo nos parecemos, además de por ser cáncer, es porque si los comentarios negativos vienen de jefes inútiles le cuesta Dios y ayuda saber que un jefe es un jefe, aunque con los años ha desarrollado una mano izquierda que le falló en el pasado.Y esa es una de las cosas que me gustó descubrir hace unos días. Está claro que todos maduramos, pero ella, a la que siempre querré por ser espontánea, directa y, en ocasiones, radical, se ha atemperado y, si bien sigue sin callarse casi nada, percibí una mayor capacidad para soltar lo que piensa sin cargar las tintas, suave 'porque con un poco de azúcar la medicina entra mejor'.
En lo que no ha cambiado es en su desparpajo ante el sexo. Me hace hablar de cosas que casi ni me menciono a mí misma y me obliga a estar alerta, porque ella y quienes la rodean tienen una agilidad para encontrar el lado picante a la vida que me pilla por sorpresa y me deja, más de una vez, colorada. Pero es que esa capacidad de hablar de todo, de quitarle importancia a las cosas que la tienen en su justa medida, por mucho que nos empeñemos en ocultarla, es otro de los elementos que la convierten en la persona a la que me gusta acudir para oírla, para aprender de ella.
Y sabe tocar, y le gusta tocar. Para mí, que casi ni abrazo a mis padres, ahora y cuando la conocí fue un descubrimiento el cariño entre amigos expresado en abrazos, en besos, en definitiva, en tocarse. Quizás no se haya percatado, pero ser su amiga me permitió comprender que todos necesitamos las caricias, el roce: de familia y de la pareja, pero también de amigos, de compañeros. Durante mucho tiempo sólo a ella le permití darme unos abrazos que, por su tamaño y el mío, me ocultaban, y sólo lamento que, tal vez, no le correspondí cuando ella lo necesitaba.Sin embargo, esos momentos de soledad en los que pudo verse han terminado, porque en mi visita descubrí que está rodeada de gente que sabe quién es y la quiere y respeta por eso. Casi tuve envidia, porque hace tiempo que no encuentro un grupo en el que sentirme integrada, en el que poder divertirme y, si es necesario, llorar. Pero no la tuve, porque se merece estar bien, y que la quieran, que ya bastante tuvo de tristezas y soledades, aunque siempre supo rodearse muy bien.
Volver a verla me transportó al pasado, a rabonas de clase y primeras noches sentadas en un balcón modernista hablando de la que se nos venía encima, a días de trabajo interminables y risas por no llorar ante él, a reportajes manoseados hasta encontrarles forma, a noches interminables persiguiendo cucarachas... y a charlas de los sueños que aún teníamos por lograr.
Sé que le quedan todavía unos cuantos, pero espero que también sea consciente de todo lo que ha logrado, de todo lo que nos aporta y siga siendo feliz porque, al final, es de eso de lo que se trata".
(Yo también me acuerdo de cuando nos sentábamos esa pared, a hablar, a ver el mar, a que nos guiara el faro).
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/04/2007 07:45:00 a. m.
Etiquetas: Arwen
Siempre he escrito en los bares. Durante las esperas, sin esperar a nadie, para aventar la soledad, para mirar la Alhambra mientras se hace de noche, contra el aburrimiento o cuando las paredes se caen encima. Todos miran. Empalmo cigarros. Tomo café. Observo. Alguien se acerca. Siempre se acerca alguien. Qué haces. Escribo. Y qué escribes. Cosas. Pero qué: una novela, un cuento, un poema... Cosas. En realidad, siempre escribo una carta y siempre a la misma persona y siempre en un cuaderno grande y gordo. Pero no te lo voy a decir a ti. Y por qué escribes. Ésta me la sé, y los espanta.
Me ahorra dinero en psicólogos.
Publicado por
Los viajes que no hice
en
7/01/2007 10:29:00 p. m.
Etiquetas: Diario de navegante