Dentro de la barriga de mi amiga crece un niño al que ya le he visto la cara y una mueca que parece una sonrisa, los ojos cubiertos por líquido amniótico, la manita en la mejilla, una imagen naranja que te hace asombrarte de que algo tan cotidiano pueda parecer tan milagroso cuando lo ves tan de cerca. He pasado cuatro días en Sevilla, a donde fui en situación de crisis -como tantas otras veces- para admirar una barriga que parece la bola del mundo, un ombligo que ha desaparecido casi por completo y una línea alba que la parte en dos. También he leído tres o cuatro libros sobre el embarazo, he aprendido qué son el apego y la impronta, he corroborado el papel del tacto y he notado moverse a un niño que será también mío.
No sé en qué nos cambiará la vida. Ahora pienso que la vida no te la cambia un hijo. Quizá la vida sea un todo y no haya nada que te la cambie: ni un bebé, ni la pérdida de un trabajo, ni una lotería que te caiga. Es sólo que tu futuro ya no será el que tú pensabas que sería, pero quién puede ver el futuro a estas alturas. Ya nos gustaría ver el de ese muchacho que ahora da patadas mientras su padre le besa y con el que bromeamos, le voy a comprar una raqueta de tenis y un balón de fútbol para ver si nos saca de pobres, pero del que suponemos que será un niño feliz.
Yo ya le escribí cuando aún le andaban buscando, pero me gustaría poder recordarle algún día quiénes son sus padres: esas dos personas que al principio serán comida, abrazos, masajes, mimos y baños; que luego se transformarán en el lugar seguro y consciente de referencia, cuando lleguen los extraños -yo, entre ellos- y sus padres les miren para contarles con los ojos que esa gente rara también le quiere mucho. Y más tarde, los que no entienden nada, las personas ante las que hay que guardar todos los secretos y luego aún dos referencias a las que intuyes y en cuyas manos vuelves a ponerte para contarles los planes, mimarlos, hacerles favores y planear viajes, porque después aprendes que ellos siempre estarán.
Para todo esto hace falta mucho tiempo. Un tiempo que se nos va a pasar muy rápido -qué chico es, mira cómo anda, qué bien habla ya; niño, no digas tacos, hostias; dónde andará a estas horas; el hijoputa ayer llegó borracho- y que produce mucho vértigo, porque cuando él tenga veinte años los demás pasaremos de los cincuenta y nos seguirán asombrando su jerga y su manera de vestir.
No sé cómo cambiarán sus padres en ese tiempo, qué hará el reloj con nuestro carácter y nuestras ganas y cómo podremos hacer del mundo algo que no le resulte tan hostil, todavía. Cada uno piensa en el papel que le toca desempeñar en estas circunstancias y yo no sé qué seré para un niño al que veré dos o tres veces al año, pero me gusta pensar que puedo transmitirle algo, porque los amigos de mis padres también lo hicieron conmigo cuando era una cría y gracias a ellos me enteré de muchas historias que me los acercaron.
Tengo ganas de que llegues y de asombrarme de nuevo cuando te vea.
11 comentaron:
Alguien me dijo un día que cuando tuviese hijos, el tiempo se escaparía de mis manos como la fina arena de la playa entre los dedos...¡¡¡Dios, que razón tenía!!!
A mí me da un poco de vértigo. Me he dado cuenta al leerte de lo poco preparada que estoy para ser madre, supongo que por eso no quiero serlo... Pero es maravilloso ver a los niños crecer, sobrinos de sangre o de amistad.
Y sí, seguro que le aportarás muchas muchas cosas.
Cuando yo fui madre ademas de sentir a mi ñiña, entonces no se sabia el sexo, fué sus movimientos dentro de mi y cuando iba al médico me dejaba escuchar su corazón. Aquel sonido me emocionaba y me asustaba, al mismo tiempo que me tranquilizaba, ya que deseaba que todo el embarazo llegara a buen fin.
Hace unos dias fui de visita rutinaria al ginecólogo y al realizarme una ecolografía de inspección , pude comprobar como habia avanzado la ciencia y el doctor muy amablemente me enseñó ecografias en tres dimensiones de "fetos" de 5, 6 y 7, meses con movimientos y gestos.
Tal vez pienses que soy una blanda gili...., pero me emocionó y me sigue emocionando aunque aquellos niños no les conocia de nada, ni tampoco a sus madres.
Hace pocos dias el hijo de una amiga ha sido padre, todavía no esta casado con la madre ni me importa si lo hará, pero me siento la abuela 2 de esa nieta que no tengo y no se si algun dia tendré.
¡Te hechaba de menos!
Mariló
y luego aún dos referencias a las que intuyes y en cuyas manos vuelves a ponerte para contarles los planes, mimarlos, hacerles favores y planear viajes, porque después aprendes que ellos siempre estarán
Yo creo que lograr eso que dices aquí ya es síntoma de haberlo hecho bien como padre, ¿sabes? No creo que siempre ocurra.
Creo, también, que seguro que podrás transmitirle muchas cosas a ese niño, aunque lo veas poco. Alguien que desea dar algo, y que lo hace con ilusión y cariño, lo da en muy poco tiempo.
Un beso.
Ricardo, una vez un amigo mío me dijo que el tiempo cada uno lo pone y lo quita de donde quiere... ¿Se te escurre o es que los ves y piensas: Dios, qué viejo estoy?
Arwen, yo no creo que vaya a ser madre, no mientras esté pensando que me voy a caer con el niño en brazos y le voy a espachurrar... Pero será bonito verle crecer.
Mariló, es bonita tu historia...
Porto, no sé por qué, tengo la impresión de que cada vez que escribo sobre padres, te das por aludido... Como si rondara por ahí la sospecha de que puedes serlo malo. Y nada más lejos de mi intención (aunque del papel de los padres y de las madres también podríamos hablar: o mejor no: ellos suelen tacharme siempre de injusta). Pero a lo que iba: no, no ocurre siempre: hay quien deja de ver a sus padres. Pero tampoco es lo normal, ¿no crees? En cuanto a lo de transmitir, no sé. No sé jugar con un niño, no sé tratarles, ni sé hablarles ni nada. Quizá le pueda aportar más cuando sea adolescente. Los adolescentes se me dan bien...
Hola.
Me doy por aludido, que yo sepa, porque mi faceta de padre ocupa un % enorme de mí, creo. O ni siquiera me doy por aludido; simplemente me interesa mucho el tema.
Sobre lo de si eso oculta algún temor inconsciente a hacerlo mal, pues no lo sé (para algo sería inconsciente); yo más bien creo que lo que delata es una gran preocupación por el tema. Pero bueno, tendré que consultárselo a mi psicoanalista :)
A los niños, Viajes, hay que tratarlos básicamente como a las personas :) En serio, es una cuestión de sentido común más que nada: de escucharles, de observar cómo responden, y de dar cariño sin muchos aspavientos. Creo yo.
Un beso.
Porto, a mí me está comenzando a interesar el tema, aunque me interesa realmente ahora la cuestión del embarazo. Y también los riesgos del parto, qué quieres que te diga. Pensaba que Woody Allen era el único que se psicoanalizaba... (ah, no: que ya lo dejó: todo un shock para la industria: la del cine y la del psicoanálisis). Sé que un niño es una persona y tengo muy en cuenta que es una persona independiente, con deseos y criterio propios. Y que no son tontos: sólo son pequeños. Y que todos los niños hacen más o menos lo mismo aunque tú pienses que los tuyos (en este caso, el mío que no es mío pero que lo será) son los más listos y los más geniales y los más graciosos. El problema es...
El problema es que no sé jugar, Porto. Y ahora me da muchísimo miedo no saber jugar con ese niño. ¿Ves? Yo también tengo que ir al psicoanalista, me temo. (Y qué hago yo contándote estas cosas a ti).
Eso sí: cariñosa soy un rato. Que conste.
Sea como sea, gracias por hacerlo (contármelas).
¡Si no hace falta jugar, mujer! Sólo habla con ellos, ya verás. Y todo irá saliendo, si estáis cómodos. Primero, cómoda tú y cómod él; luego, ya veremos.
Un beso.
Hablar, sí. Hablar se me da bien. Pero con niños, menos bien... :(
Pues entonces, escúchalos y sorpréndete :)
Hacía mucho que no venía y me he encontrado este post la mar de especial.
Todo fluye, así que no te preocupes, que seréis muy capaces los dos de establecer vuestras relaciones estupendas, aunque sea sólo tres veces al año :)
Y si necesitas pistas, ya sabes, silba.
Un beso.
Sí, porque además, Tormento, está a punto de nacer...
Creo que te voy a silbar muy a menudo...
Gracias, guapa. Un beso.
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