viernes, 25 de noviembre de 2005

Un regalo

Cenizas. El color rojo. Una poesía. Canciones. Una mujer pelirroja que al final es una sirena. Meses de verano calurosos. Una película con un piano que me hizo llorar. Lo que se dice y lo que se calla. Lo que nunca se dirá porque no puede decirse. El amor. La intimidad. La confianza. Los atardeceres lilas. Los deseos. La esperanza. Siempre la esperanza, espoleándolo todo. Esperar, desear, esperar. La ardiente paciencia, que decía Neruda y que yo no tengo. La añoranza. La obsesión... quizá. El desconocimiento. La imprudencia, también siempre. El desconocimiento, de nuevo. Las palabras que se lanzan sin pensar. Lo raro de un medio que es sólo palabras. Las sonrisas que no se ven. Los regalos que se quieren dar. El agradecimiento eterno y muy hondo. Aunque no se vea. Aunque no sepa transmitirse. El reconocimiento verdadero e íntimo y real. Todo eso. Y las letras que no salen. Y lo que no se sabe cómo decir. Y lo que se oculta. Y lo que se obvia. Y la amistad, también y el compañerismo. Y el querer que te quedes y que no te vayas y alejarte. Tirar de las cuerdas y no querer tirar. No querer tirar nunca y no saber cómo tirar. No saber nada, pienso. Ni saber la conveniencia de nada...
Un beso. O más. Sólo eso.