miércoles, 23 de noviembre de 2005

Resistencias

Resistir con las palabras, que quizá sea la única manera de cultivar la disidencia. El sistema hipócrita y jodedor te administra los silencios, de tal manera que, al olvidarse uno de las palabras, también se le olvida cómo pensar y en qué pensar. Se dedica a vivir, simplemente, pero sin buscar la liberación que puede darte existir conforme al camino que uno se había marcado cuando aún era posible creer con todas las fuerzas.

Hacer de la resistencia una palabra amable, en sentido estricto, es una de las mejores empresas que uno puede acometer, si tieen claro cuáles son los motivos y las causas por las que vale la pena resistir. La rebeldía per se es acomodaticia y acrítica. Pero, con una idea clara, se torna fuego implacable, aunque sea íntimo, aunque no pueda trascender porque parezca estúpido. Aunque sea demasiado tarde y para nadie.

¿Cuáles son los objetivos? La dignidad, sobre todo y frente a todos. Esa dignidad con la que no se come pero que es la única razón para levantarte. En todos los aspectos, que para arrastrarnos ya tenemos quien lo haga, quien nos impulse, quien nos agote.

Lo cierto, lo innegociablemente cierto, es que hay mil motivos. Y el menos desdeñable no es ir de un lugar a otro, de un día a otro, con la sensación de que no se puede avanzar hacia ninguna dirección medianamente satisfactoria. El menos desdeñable no es la cobardía que se instala y te hace crecer en una eterna impostura porque existe una disociación abismal entre lo que piensas, entre tus convicciones, y entre tu manera de actuar. Nos enseñan a caminar por un cercado que es un túnel, que nos parece ilusorio porque siempre, y sólo, es posible ir hacia adelante. No nos damos cuenta de que, a veces, avanzar significa retroceder y que, cuanto más retrocedemos, más se afianza el sistema. Incluso es él quien te da, como un Dios, las pautas para criticarlo. Contando, eso sí, con que las palabras "debate" y "crítica" todavía tengan un significado preciso.

Resistir pese a todo. Resistir escribiendo, ahondando en la herida, reflexionando, ahuyentando el miedo y las costumbres y la desidia. Volver a la poesía y a la palabra, para que la palabra y la poesía recuperen el viejo poder de la disidencia. En eso están: en eso estamos.