miércoles, 26 de noviembre de 2008

Ángel Campos Pámpano

25 de noviembre de 2008


Era el tiempo en que, gracias a Sonia, yo había aprendido a dejar de desconfiar en las grabadoras para registrar la voz y me fiaba sólo de mi memoria y mis apuntes. Así que allí estaba yo, con una libreta de cuadros y un boli Bic, tomando notas, los dos en los sillones de cuero de una de las salas vacías del diario Hoy, hablando de libros y de autores. Yo, medio asustada, como siempre que tengo que mantener una charla con alguien de este tema: una intenta que no se le noten las lagunas, que más que lagunas son torrentes, pero me lo pasé bien. Escribí, página par y tampoco mucho espacio, porque la literatura no va a ocupar nunca la número 3 de un periódico. La cultura, ya lo saben: siempre al final. Bastante hay con que a veces salga en portada.

Unos días más tarde me presentaba, con la misma zozobra, en un instituto de Badajoz. Allí estaba Benjamín Prado, pelos largos, chaqueta de cuero negra, cuñado de Christina Rosenvinge y diez años más joven de lo que ambos somos ahora. Él hablaba con unos y con otros, con sus colegas profesores, de la marcha del Aula Enrique Díez Canedo y la necesidad de apoyos y yo, que me sentía completamente estúpida y fuera de lugar, rompí el hielo diciéndole a Benjamín Prado que en uno de sus poemas había una referencia a mis versos favoritos de Bukowski: oigo incluso / cómo ríen las montañas / arriba y abajo de sus azules laderas / y toda el agua / son sus lágrimas, le recité. Más tarde, escribí de lo que me interesaba: de cómo se pierde el pudor a publicar.

Días después, me lo encontré por la calle. Iba a llamarme o a pasarse por el periódico porque le había gustado mucho lo que había escrito: "Tú lees, ¿no?", me preguntó, pero no era una pregunta. A mí me entró un calorcito por el cuerpo, esa mezcla de vergüenza y orgullo y suficiencia e incredulidad, todo a la vez, que me entra siempre que alguien me elogia.

Antes de eso, yo ya sabía quién era él: años antes, mi hermano Nacho se habia pasado el curso entero hablándome del mejor profesor que ha tenido de literatura que ha tenido jamás y de cómo se lo llevaba en los descansos a hablar de cine y libros, porque los maestros no se limitan sólo a los 50 minutos de aula.

Después se fue a Lisboa. Habían pasado dos o tres años de aquellas charlas, pero Sonia le habló de mí y él se acordaba. Que resultaba extraño que alguien tan joven tuviera tanto horizonte, le dijo.

Fue la primera vez que comencé a creérmelo, aunque nunca me lo haya creído mucho del todo: "Si Ángel Campos Pámpano dice que escribo bien, es que escribo bien". Pasó más tiempo aún y nos vimos en San Vicente de Alcántara, su pueblo, y nos fuimos a cenar y despotricamos.

Yo a Ángel siempre me lo he encontrado en estas cosas: para hablar de libros y entre escritores. Siempre ha pasado mucho tiempo entre un encuentro y otro y lo que me sigue asombrando de eso es que se acordara en todo momento de quién era yo a pesar de los años. La siguiente fue en los Premios Extremadura a la Creación: otro abrazo, Nélida Piñón, Félix Grande, Rosa Regàs. Me dijo que estaba preparando un libro. Le llamé y me lo contó para un programa de cultura que hoy he echado de menos más que nunca.

La última vez que le vi fue en una lectura de Antonio Gamoneda en la Escuela de Arte: "Vengo a entrevistarle, a ver si se deja, porque creo que los medios no le gustan mucho". "Antonio, aquí hay una periodista espectacular -eso dijo de mí- que quiere hablar contigo un rato. Atiéndela, porque es magnífica".

No nos vimos más. Nos escribimos. Su nombre sigue en la primera fila de mis contactos de chat de Gmail. Había descubierto mi blog por un amigo: "Leyendo al Lama, me encontré con una excusa inteligente. Ya ves".

La noticia nos la ha dado Efe. He llamado a Sonia, le he mandado un correo y un mensaje a Miguel Ángel Lama y otro a mi hermano Nacho, que me ha llamado enseguida. He comido sin ganas. Emborrono páginas que colgaré tarde, que es mi mejor manera de llorar. Hemos brindado por él por la noche, con vino de la tierra. Mi hermano ha vuelto a telefonearme, porque estaba triste como todos.

He escrito, también, un texto para finalizar las crónicas que estoy redactando para Ágora. "Sólo sé que le hubiera gustado leer esto, porque yo le gustaba".

No me sale hablar de su poesía, ni del Instituto Español, ni de sus traducciones, ni del reconocimiento internacional, ni de su labor como maestro. Cuento las historias desde mí: lo que me pasó con él, la manera de abrazarme, la forma de hacer que yo creyera. Eso le debo. Se lo debía antes, se lo sigo debiendo ahora que no lo encontraré para hablar de libros, de periodismo, de cultura.


Viene a ser verdad el aire herido
de este doble silencio
que ya no necesita responderse.


Los amigos, y la gente que le quería, han escrito de él: Miguel Ángel Lama, José Manuel Díez, Hilario Jiménez, Javier Figueiredo, Santos Domínguez, Álvaro Valverde, Jordi Doce, Álex Chico, Antonio Rivero, Fernando Valls, Marcos Cantelli, y Sonia y À Toa. Sirva esto, también, como abrazo a todos ellos.


Imagen de Laura Covarsí publicada por el diario Hoy.

13 comentaron:

Anónimo dijo...

El mejor profesor que tuve jamás. Lo disfruté durante dos cursos, uno de ellos como tutor. Un humanista, en el pleno sentido de la palabra.Nunca bajé del 9 en sus exámenes que consistían, invariablememte, en el comentario de un poema o texto. Me daba vergüenza decepcionarle, rendir menos como hice con otros posteriores a él.

Me subo a mi pupitre y le digo:

Oh capitán, mi capitán.

À toa dijo...

Casi no le conocía, apenas algunas coincidencias escuchando los versos de otro, intercambiando palabras con amigos en común. Y su amor por Portugal...
Un abrazo.

Regina dijo...

Lo siento... si sirve de algo en estos momentos.

:)

sara dijo...

Me acaba de llamar mi amiga Begoña para decírmelo, eran grandes amigos. Búscaba algo de ella en el facebook y me encuentro con tu enlace. Gracias por hacerme recordar los momentos que también en Lisboa pasé con él. Todo sensibilidad Ángel. Hace poco recibió el premio Eduardo Lourenço y dejé pendiente felicitarle. Un beso fuerte, Campos Pámpano, un honor que te cruzases...

Isabel Sira dijo...

Lo siento.

Portarosa dijo...

Lo siento mucho, Viajes.

Un abrazo.

Suntzu dijo...

Un abrazo y un beso. Lo siento.

Xose dijo...

Lo siento mucho. Me da bastante pena descubrir a una persona tan interesante justo así, cuando se acaba de ir.
Pero tu post es un homenaje precioso. Creo que en lo que le dijo a Gamoneda se quedó bastante corto, de verdad.
Un beso muy muy grande

Los viajes que no hice dijo...

Nacho, me he emocionado y todo leyéndote...

À toa, esas coincidencias también hicieron mi historia. Otro abrazo para ti.

Random, gracias.

Sara, un beso.

Arwen, muchas gracias.

Porto, te echo de menos. Gracias.

Suntzu, un abrazo, gracias. Nos vemos este finde.

Ulyanov, qué lindo eres. Qué lindo. Gracias. (Pero puedes leer La vida de otro modo, por ejemplo; o cualquiera de sus traducciones de Pessoa o de tantos otros).

maripol dijo...

Llevo muchos dias sin entrar en el blog, y acabo de leer tu sentido comentario por la pérdida de una persona querida y admirarada por ti, lamenento ser una ignorante intelectual, pero creo que en mi tiempo perdido me he perdido mucho al no leer todo lo que debiera.
...No, yo no sabía quien era, ni tampoco he leido nada de El, pero a traves de tu recuerdo le he descubierto..., y te acompaño en el sentimiento por la perdida. La cultura es necesaria ..., y tiene que estar ahy, presente para quien quiera descubrirla.
Como ves despues de irse yo le he conocido a traves de ti.
Gracias y un abrazo de Mariló

Los viajes que no hice dijo...

Muchas gracias.

Meadow dijo...

Un libro sigue vivo en sus lectores, un maestro en sus alumnos.

Los viajes que no hice dijo...

Meadow, sí que sigue vivo. También en sus amigos.