viernes, 25 de noviembre de 2011

Humo

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Quería ver las luces de Madrid, la Plaza Mayor repleta, tan repleta que uno no puede acercarse a los puestos de Navidad. El vaho saliendo de la boca, los guantes que siempre se olvidan, los vaqueros fríos, el chocolate caliente. Los pequeños ritos de invierno, del puente de diciembre.



Pensaba que era mi despedida del año. Un poco antes. Pero mi despedida, la guinda redondita al 2011 que se acaba y que no ha sido ni bueno ni malo porque no lo recuerdo porque no lo escribí. Las castañas echando humo (siempre me hacen sonreír, las castañeras: me gusta tiznarme las manos), las luces de diseño sorprendentes. Buscar una obra de teatro, irme al Prado a ver la exposición del Hermitage el sábado por la mañana.

Esconderme en ti. Mirar el mundo contigo un ratito.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Una canción

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Hay una canción. Una que escuchó cuando murió un amigo, de forma recurrente, como la siguió escuchando durante mucho tiempo más, como la puso una y otra vez la primera vez que le vio, para convencerse de que todo iría bien a pesar de lo que ella era, de la inexperiencia, del miedo a darse de nuevo, de que ocurriera lo que ya sabía que iba a pasar.

Ahora la escucha otra vez, otras veces, y recuerda una frase de Larralde, esa que dice que la explicación regalada a veces suele hacer mal, porque siempre ha querido explicarse. Que no quería unos hechos consumados de los que no hubiera tenido idea, ni aun de su gestación, hasta que ya fuera demasiado tarde. También se sobrevive a los sueños. Y a los deseos. A los deseos también se les sobrevive.


That I would be loved even when I numb myself
That I would be good even when I am overwhelmed
That I would be loved even when I was fuming
That I would be good even if I was clingy

martes, 8 de noviembre de 2011

Se me fue Tomás Segovia

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 Ayer se murió Tomás Segovia, sobre las dos de la tarde, ya no sé si en México o en España, pero nos hemos enterado hoy. Yo no supe quién era hasta que no le dieron el Premio Extremadura a la Creación en 2007. Fue a Plasencia a leer sus poemas y le leí, y le entrevisté. Salí de aquella entrevista con una mezcla de asombro, admiración, excitación sexual (luego se lo confesé, en su blog y por teléfono) y absoluta rendición. Luego compré sus libros, volví a leerle, le seguí. Pero no encontré ninguna otra excusa para volver a llamarle: a él, que me dejó claro que estaba sordo y que le tendría que perdonar que no me entendiera.

Me he enterado yo también esta mañana y se me han saltado unas lágrimas que solo han calmado la llegada de otros libros (Rubén, regalándome el primer tomo de la Narrativa completa de HP Lovecraft; los recetarios que pedí a Amazon y que en España no se encuentran). He vuelto a escuchar su voz, he vuelto a recitar sus versos y sigue dándome pena.

Qué solos nos quedamos cuando se muere alguien.

Tendría que aceptar que me reprochen
Si es que puede nacer ese reproche
Que siempre haya esperado mucho más que buscado
El amor la alegría la dicha el cumplimiento
Que nunca haya buscado aunque lo haya esperado
Pertenecer a nada

martes, 1 de noviembre de 2011

Nunca antes

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Es experta en llegar a destiempo. O demasiado tarde, como aquella vez que tardó tres años en explicar lo que solo entonces, cuando pasó el tiempo, pudo comprender; o demasiado pronto. Como ahora.

Mi suerte. Su desgracia.

Se repite muchas veces, estos días, la frase de Mariko. La que Mariko le dice a Lobezno cuando descubre que Yukio está enamorada de él y Logan responde pero yo te quiero a ti.


Desconoce qué significado tienen esas palabras porque nunca llega en el momento justo.