Hoy he leído a alguien diciéndome las cosas que yo ya sé y alguna que no conocía. Ya lo sé, aunque intente no hacerlo. Ya sé qué parte del mundo cuento y con qué palabras y qué ven los que me escuchan. Yo ya lo sé. No soy consciente a diario, desde luego, porque eso me impediría trabajar. Y quizá me impediría trabajar en cualquier cosa.
Sigo pensando que es necesario, de todos modos. Y que hace falta cierta formación personal y cierto compromiso político para ejercer. A pesar, ya lo he dicho, de que muchos no tengamos ni futuro, ni alegría, ni energía, ni esperanza.
He estado leyendo a Gerva, hablando del dolor, y de la profesión y al final he acabado limpiándome las lágrimas un buen rato. He estado hablando con una amiga sobre las jornadas de 16 horas y las cuerdas flojas y los dos trabajos y los muchos veranos sin vacaciones y todo lo demás. No me veo haciendo otra cosa. No la veo haciendo otra cosa. Ni siquiera sé si sabríamos. Ni creo que pudiéramos aprender.
Y, mientras tanto, leo a Gerva, hablando de la crisis de identidad del periodismo, de los grupos de comunicación que abrazaron el poder (y lo que no se dice y el miedo, el miedo, el miedo), de que alguien ofreció 40 euros por un reportaje de texto y fotos sobre la guerrilla de Birmania y de las armas españolas y de las denuncias que no valen para nada y el periodismo de trinchera de la sección de local. Y de la dignidad, de todos modos: de los que murieron por no matar o de los que se enfrentaron. Reivindicando la calle en los momentos más oscuros y pasivos.
Diariamente, me construyo una parcelita bien cuidada, llena de grandes nombres (gente que cuestionó) y a veces descanso, porque me creo a salvo. Y porque yo, haciendo lo que hago, soy muy feliz. Una vez cada dos meses, me acuerdo de Alicia. La cuestión es saber quién manda. Rueda de prensa a rueda de prensa da igual quién mande porque, jugando, se nos olvidó cómo repartir las cartas. De pronto llegan Gerva, o Ignacio Ramonet, o alguien de los de ATTAC, o Ramón Chao o Pascual Serrano y te lo recuerda. Te recuerda lo que ocurre, por qué ocurre y a quién estás sirviendo.
Y de repente, nos doy mucha pena.
Un viaje por el mundo real de Stephen King
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El mundo de Stephen King está en su mente pero se pude tocar. Las novelas
del escritor norteamericano nos trasladan a lugares terroríficos y
fantásticos ...
Hace 3 días
1 comentaron:
Leo esto y siento orgullo de amiga (ya te lo he dicho alguna otra vez, no?) es que lo clavas! eres emocionante, desde luego tú estás en mi parcelita de grandes nombres. Un beso.
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