domingo, 17 de enero de 2010

Yo no olvido

Escuchar su voz ha sido volver a lo que fui.

Yo no olvido. Se me da mal olvidar y lo que se va es que nunca pasó. De todos modos, ya lo sabía de antes, desde hace quince años, que es el tiempo que ha transcurrido desde que sus palabras me conforman. Las escritas y las dichas.

He entrevistado a un amigo. David fue una elección. Yo lo supe un día, me rogó que me quedara para tomar un café. Estaba Alejandra y estaba, por supuesto, Josemari. Le habían ofrecido una beca de dos millones de pesetas, pero quería escribir y enseñar a escribir y publicar (sólo había publicado un libro: Chrauf. Puedo recitarlo de memoria). No aceptó: esa parte de la historia la conocemos todos y quizá el mundo se haya perdido a un antropólogo magnífico. Un tiempo después, mucho tiempo después, a mí me entró un ataque de vértigo insuperable y sólo pude contárselo a él, por escrito primero, hasta que me arrastró de los pelos a la alegría y al desahogo. Había otra gente más, por supuesto, siempre he tenido buenos compañeros de viaje, pero del vértigo y del abismo David sabía más que cualquier otro en ese momento y fue un faro.

David es también Josemari recitándome Adictos, que no es de Josemari, sino de David, durante un cumpleaños, de madrugada. Y alguna revista canalla. Y muchos momentos compartiendo la palabra encima de un escenario. Tantos que, cuando voy a un recital de poesía, siempre me sorprendo de que no esté él. Pero es mucho más, aún, porque algunas palabras significan otra cosa desde que David, y Josemari, le dieron otro sentido, mucho más tierno, más verdadero, más íntimo: lluvia, gato, bar, bruja. También es el camino que alguno debió andar si se hubiera convencido, como él, de que lo que escribía valía para alguien.

Por eso me resultó tan difícil preguntar. Porque él me hablaba y yo estaba en Sevilla, en el Guirigay, en la Pila del Pato, en el Lokal, en el Lisboa, en el Sirena, en el Brujas, en la Imperdible, en el Salvador, en la calle Viriato. En la Alameda. Y bueno, lo he dicho antes, le debo a ese tipo mucho de lo que soy, mucha de la parte de mí que me gusta mucho. Yo no olvido. Hay cosas que no podría olvidarlas nunca.

4 comentaron:

Regina dijo...

Siempre me han encantado estos textos que escribes a tus coleguitas. Deben de sentirse muy especiales y queridos.

Es que estoy sensiblona...

migrante dijo...

Pues no olvidar a quienes han enriquecido nuestras vidas es una cualidad que pocos tienen, tenemos.
Y hermoso es leerte, sentirnos partícipes en esta historia de dar y recibir que es la vida.
Besos.

sara dijo...

¡Me gusta más que el pan! ;)

(...ahora sí, aquí iba éste...)

Ana A. dijo...

Guauuuuuuuuuuuu ....

Suerte encontrar y descubrir personas que dan, abrazan y ayudan a crecer como describes y suerte encontrar personas que tienen la generosidad de recibir todo eso como tú lo haces.

Besos.