They asked us questions. How much is  two and one? How much is two and two? But the next young girl also from  our city, went and they asked her How do you wash stairs, from the top  or from the bottom? She says, I don't go to America to wash stairs.
Pauline Notkoff, judía y polaca, 1917.
No  comienzo mi viaje por Nueva York, por el Nueva York de Manhattan, sino  por la antigua puerta de entrada de todos los que buscaban una vida  mejor. Los mohicanos la llamaban Isla Gull, Isla Gaviota, que en su  lengua se decía 
kioshk. Por los pájaros.
En  Ellis Island hay maletas, vestidos, un piano viejo y muchos testimonios  y fotografías. Ahora te toman las huellas dactilares y te hacen una  foto. Antes preguntaban el nombre -algunos serían un trabalenguas  ininteligible para los americanos- y te retenían cinco horas para  hacerte toda clase de pruebas médicas. Por aquí pasaron, según cuentan,  la anarquista Emma Goldman, el gángster Lucky Luciano o la futura  estrella de cine que luego se llamó Rodolfo Valentino. También  deportaban a gente. También los rechazaban: tres mil de ellos se  suicidaron allí mismo. Cerca del 40 por ciento de los estadounidenses,  nos cuentan, puede encontrar a cualquier antepasado emigrante en los  registros de Ellis Island.

 
En el barco que me lleva allí, que  sale desde Jersey City, también hay gente de todas las nacionalidades.  Cuando pretendo bajar, noto que alguien (alguien pequeñito), me coge de  la mano. Es un niño oriental (¿chino? ¿japonés? ¿coreano?) que, cuando  descubre que soy una desconocida, se asusta muchísimo y se esconde tras  su padre:
-I am good!-le digo. Al cabo de cinco minutos de  carcajadas a coro (su padre, su abuela y yo) me mira y me sonríe. Luego  vuelve a esconderse. Por si acaso.
Es asombroso, pero no me  siento sola. A pesar de que a mi alrededor todo el mundo va en grupo. En  pareja, al menos, pero también hay familias enteras, con sus carritos  de bebé, bajo este sol de justicia. Todos haciendo fotos.
Qué  distinta es la entrada a Ellis Island de la que hicieron Pauline Notkoff  y los suyos. Qué miedo tuvieron que pasar, pienso, viendo todo aquello.  Intentando responder en un idioma que no era el suyo, sometiéndose a  exámenes médicos (dibuje un diamante, dígame qué letras son éstas, qué  correspondencia hay entre estos dibujos) y con la esperanza de salir  adelante: tener trabajo, poder comer. Por dos dólares al día: mineros,  granjeros, carpinteros, sastres. Entre 1892 y 1954 entraron en Estados  Unidos casi doce millones de personas. Algunos años antes, en 1886,  Francia le regaló a América una estatua de 151 pies que todo el mundo  conoce.
30 de agosto.
Las fotos son: 
-El Liberty State Park de Jersey City, desde donde se coge el ferry a Ellis Island.
-La Central Railroad Station, donde se compran los billetes.
-La sala principal de Ellis Island.
-La sala de las maletas de Ellis Island.
-La Estatua de la Libertad.
Son mías todas.