Después quedan la culpa y la espera.
No saber qué lugar ocupas.
No querer preguntar.
No poder preguntar.
No poder comunicarse.
Querer mirar a los ojos para nada.
La calma.
Y menos mal que hay calma.
Y menos mal que hay calma.
Después quedan la culpa y la espera.
Publicado por Los viajes que no hice en 3/31/2007 10:57:00 p. m.
Etiquetas: Jero
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