Estos son mis poemas.
Los escribí en curiosas circunstancias,
por intensas razones,
pensando no en usted concretamente,
pero sí en algún otro / alguna otra
que puede asemejársele.
Los escribí en silencio
mientras mi padre hablaba con mi madre
de trances y propósitos:
este niño no estudia, hay que hacer algo,
sólo piensa en poemas todo el día.
Los escribí una tarde de cigüeñas,
una noche de lluvia,
una noche de lluvia,
una mañana azul que bien pudiera
haber sido amarilla, roja o verde,
pero era azul; azul y yo cantaba.
Estos son mis poemas.
Los escribí al dictado de la sangre,
casi siempre atraída
por la complejidad de la belleza,
aunque algunos sean simples como nudos de sirga,
sencillos como el paso de una nube.
Los escribí escondido en cualquier sombra,
sentado en cualquier plaza,
mientras mi corazón se iba descalzo
por caminos de pluma, por calzadas de ortiga.
Estos son mis poemas; son todo lo que tengo
(que es más de lo que muchos hombres tienen).
Quien los ama, los gana.
Los escribí pensando en esa niña
de cuyo cuerpo supe la hermosura
mientras su tren partía
(mi vida en dos mitades silenciosas);
pensando en el amor no desatado,
las cosas por decir, la luz del hombre,
la oculta certidud
de la que las pasiones se alimentan.
Estos son mis poemas. No se asusten
si los encuentran bellos,
si los leen en voz alta y se les queda
su sabor a manzana entre los labios,
su sabor a manzana entre los labios,
si los lanzan al fuego
y el fuego los deflagra comúnmente,
sin advertir siquiera su materia
de tinta y esperanza.
Estos son mis poemas.
Los escribí en curiosas circunstancias,
(casi siempre tocado por la vida),
mas también por la muerte, las sutiles
caricias de la muerte.
Si los dejan sonar, oirán mi aliento.
Son más que unos poemas: son un hombre.
José Manuel Díez
No me ocurría desde Luis Melgarejo, José María Gómez Valero o, sobre todo, David Eloy Rodríguez, porque en cuestión de poesía, siempre voy a lo seguro. Pero le escuché un día, y me leyó un poema sobre un loco, y rogué por un libro suyo y acabo de descubrir su blog.
No escribo nunca sobre literatura. No me interesa, o no me sale, o es demasiado íntimo. No recomiendo libros ni pongo libros en las manos (salvo a muy pocas personas a las que les permito hacer lo mismo: mi madre, mis hermanos, algunos de mis amigos). Pero sí cito a quienes me gustan (y de eso este blog es buena prueba) aunque no estén todos los que son.
Escribe bien. Escribe muy bien. Y eso es lo único que se puede decir de quien escribe.
3 comentaron:
Gracias por la complicidad, compañero.
Un abrazo,
José Manuel Díez
a. Compañera.
Y lo aclaro por una pura y dura cuestión de reciprocidad, porque yo suelo escribir en masculino cuando hablo en general (que no en genérico)
Otro abrazo para ti.
Creo que cuando te escribí esto aún no te conocía... Sorry.
Besos.
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