martes, 12 de noviembre de 2013

Diez años

Algún día, quizá, solo quizá, se me olvide tu cara. O tu voz. O tus manos. O tu risa. O el color de tus ojos, la manera de cocinar unos spaguetti en el cuarto de atrás o de hacer café o de pedirme que me levantara yo aunque estuviéramos en tu casa. Quizá algún día no pueda evocar tu olor. No tengo la más remota idea. Lo que sé es que, una vez al año, una vez cada año y medio, me descubro echándote de menos como no he añorado nunca a nadie. Y, si hablo de ti, no lo mejora.


Estuve el sábado con una amiga y te recordé. Es decir, recordé la ausencia de miradas cuando te contaba algo, cuando nos daban las cuatro, o las cinco, o las seis de la mañana, y llevábamos hablando, los dos, solos, siete, ocho, nueve horas seguidas, empalmando un cigarro tras otro y un café tras otro —cargado, con leche, una y media de azúcar. Como yo. ¿Se me olvidará tu forma de fumar?— y yo hablaba. Es decir, yo hablaba, sin medias frases, sin dar las cosas por entendidas, explicando, explicándome —esta soy yo: esto que te cuento, esto que ves—, sin pararme a mitad de cada sentencia porque hubiéramos cambiado de tema —nunca cambiábamos de tema hasta que no estaba todo dicho—, sin pensar que ibas a asustarte, que ibas a desaparecer cuando supieras quién era yo, sin creer que algo te resultaría extraño, sin considerar que lo que pienso, lo que siento, mis ideas políticas, mi trabajo o mis reacciones son auténticas chorradas que no merecen ser escuchadas por nadie, y sin vergüenzas.

No he vuelto a hablar así con nadie. Lo intenté, pero se largó. A veces escuece y a veces da lo mismo.

Me han pasado muchas cosas en estos diez años. Las que tú ibas a comprender, ya no te las puedo contar.

Llevo una década buscándote y me he dado cuenta justo ahora.

3 comentaron:

Fco. Gil dijo...

Me recuerdas tantos momentos vividos y como unos pocos folios pueden hacer que tu existencia cambie de la noche al día.
Gracias. Me sigues gustando.

Los viajes que no hice dijo...

Pues son una putada, ciertos momentos, qué quieres que te diga...

Mónica PG dijo...

Te superas en cada texto. Y, con éste, remueves especialmente emociones y sensaciones, esas que parecen encalladas en algún recóndito lugar de nuestro cuerpo y esas otras que, de tan presentes, parecen caprichosas.
Porque haber compartido esos momentos con al menos una persona en la vida...es realmente maravilloso