martes, 19 de marzo de 2013

Florencia

2 de marzo. Barajas.

Stendhal
Hay un cierto tipo de hombre, cincuentón, atlético, con el pelo entrecano, barba corta casi blanca, mirada inteligente, que siempre me encuentro en el aeropuerto. En todos los aeropuertos. Generalmente vengo sola, cargada de guías, me quemo la lengua con el primer café de la madrugada, pienso en una primera frase. 

Reviso las notas que tomé con Marco. Que fuera a Fiésole y a la Piazzale Michelangelo, que no me perdiera el mercado de Sant'Ambrogio ni los barrios de San Frediano y Santo Spirito, ni una iglesia pequeñita que está cerca de la casa de Dante.

El 22 de enero de 1817, Stendhal visitó la Santa Croce: "Absorto en la contemplación de la belleza sublime, había llegado a ese punto de emoción en el que se concentran las sensaciones celestes producidas por las bellas artes y los sentimientos apasionados. Al salir de Santa Croce, me palpitaba fuertemente el corazón, se me había agotado la vida y andaba temeroso de caerme".

2 comentaron:

Manuel Barranco dijo...

Elevadísima sensibilidad. Dulce dolorcillo...
El arte duele, o al menos a mi me duele. Por su belleza, y también por verlo muchas veces allá, inalcanzable. Que no llego, vamos.

Los viajes que no hice dijo...

A mí me sobrecoge también. Por eso Florencia es para ir e ir e ir. Para verla más detenidamente. Para no empacharse. Para no mirar sin ver.