martes, 19 de febrero de 2013

Recorriendo la Península

11 de noviembre de 2012.

La Araña Biónica. Un supermercado.
Puerto Pirámides es una calle, pero hay varios puestos de artesanía. Llaveros de ballenas, pendientes, imanes, postales... Es la primera vez que compro postales de un sitio para llevármelas yo. Recorremos los puestos por la tarde y cenamos en La Estación, en el que ponen buena música rock y que está decorado con vinilos y banderas. Hay hasta una del Barça.

La mesa de Deluna donde escribía
Cuento todo esto en Esquel, mirando los Andes de nuevo desde la casa de Héctor y María, por la mañana, con el sol en lo alto cuando falta un cuarto de hora para las nueve. Llegamos ayer, a las seis y algo de la mañana. Pero antes nos fuimos con Juan Carlos a recorrer la Península Valdés. Y vemos, por la mañana, el mar muy picado, con muchas olas: la excursión para el avistaje de ballenas se hace por la tarde, porque el puerto está cerrado. No abrirá hasta las tres.



Así que el 9 de noviembre nos vamos a recorrer 200 kilómetros. Hacemos tres paradas: Punta Norte, Caleta Valdés y Punta Cantor. En Caleta Valdés están los pingüinos de Magallanes. En las demás hay elefantes marinos: no son iguales que los lobos: los elefantes se deslizan reptando, apoyando todo el cuerpo en la tierra, y la fisonomía, aunque similar, tampoco es exactamente la misma.


Por el camino, Raúl, el conductor, va parando para que veamos la fauna de la Península. Están el guanaco, que es un camélido, que fue fundamental para la supervivencia de los indígenas y que es el único animal al que está permitido cazar. La Península Valdés es un parque provincial y está lleno de estancias. Un tercio de la tierra pertenece a los descendientes del primer inmigrante que llegó, Emilio Ferro. Si fuera un parque nacional, no podría haber estancias. El Gobierno llegó a un acuerdo con los propietarios para construir los caminos de ripio. Los guanacos son un problema para los estancieros porque compiten con las ovejas por la comida y por el agua. La creencia popular dice que arrancan los arbustos de raíz y que desertifican la zona. Es una forma, supongo, de legitimar su caza. Los científicos afirman lo contrario. Cuando hay muchos guanacos en la estancia, porque las normas aquí prohíben que haya más de tres ovejas por hectárea (que, por cierto, ellas sí que arrancan los arbustos de raíz), se activa el permiso para cazarlos.

Guanacos

Caballo

Chal negro


Hay 50 estancias en Península Valdés: toda esta inmensidad está vallada. Vemos martinetas copetonas, aguiluchos comunes con sus crías y a los guanacos con sus chulengos (es el nombre de sus hijos): además, se ven poco, porque es un animal que crece muy rápido y, cuando te quieres dar cuenta, ya son adultos...

3 comentaron:

Fco. Gil dijo...

Un verdadero placer leerte y verte en tus fotos. Más escuchando de fondo "ThatI would be good"

Los viajes que no hice dijo...

:)
Yo que pensaba que ya no te pasabas por aquí... :)

Fco. Gil dijo...

Casi siempe lo he hecho