lunes, 7 de enero de 2013

Nada es como esperaba

Congreso de la Nación Argentina.

Nada es como esperaba. Se lo contaba ayer a Nico, que vino a buscarnos para dar un paseo. Adriana se quedó en casa, porque nos levantamos muy temprano. La madre de Nico vino con nosotros. Es curioso observar cómo son las madres de distintas, cuáles son las relaciones que se establecen con los hijos. Yo estoy agotada: hemos recorrido Congreso, el Abasto, hemos quedado con Sandra (que no tiene voz, que es entusiasta, sensible, dulce y cercana y cuyos ojos son inmensos como dos lunas. Sandra es vegana, comerá en casa cuando se vaya a alimentar a sus perros), no hemos parado un momento de ver cosas.

Confitería del Molino.
El edificio con la inscripción en catalán, como homenaje a Gaudí, "no hay sueños imposibles", los escudos de las provincias de Buenos Aires, la confitería del Molino, que me da una pena horrorosa porque está completamente abandonada (por lo visto, por un problema de herencias inexplicable para mí), hemos probado los Havannettes, que son conitos de dulce de leche recubiertos de chocolate (le tengo que pasar a Sandra la receta del dulce de leche sin leche), hemos visto paredes de colores y me he desesperado con los coches en mitad de la acera, porque no: yo no sé integrar un coche en una fotografía en la que pretendo sacar un edificio. Son las seis de la tarde, estoy agotada y ahora mismo dormiría, pero me tomo un mate, con Gabriela y con Nico. Me pregunta qué quiero ver. Lo que le enseñarías a tu mejor amigo, le digo, y me siento estúpida en cuanto lo pronuncio. Estoy torpe con ese muchacho. Estoy jodidamente torpe y yo jamás estoy torpe con nadie: puedo sentirme torpe, pero estar torpe, nunca. Llevo varias décadas de mi vida, desde antes de los diez años de edad, construyendo un carácter desenvuelto en el que no se me nota, nunca se me ha notado, que a mí la gente, en general, me da pánico.

No hay sueños imposibles.
Y el cansancio, además, no ayuda. No ayuda nada. Recuerdo pinceladas sueltas de la conversación: a ratos, él y su madre hablan de temas de los que yo no sé y no pregunto. Me cuenta, le cuenta a su madre, más bien, que no le gusta lo que ocurre en la cancha, la violencia asumida que ocurre en la cancha, esa violencia que se expande y a la que nadie pone freno.

La Bombonera.
Sé que él querría enseñarme otras cosas, otro Buenos Aires, pero no se atreve. Lo lindo y lo feo, lo llama. Lo feo son construcciones estilo totalitario (pienso en Jandro: en cómo me contó Jandro que era Bucarest), "donde vive gente muy pobre, muy pobre". Al final me lleva por el barrio lindo, el barrio más pijo de Buenos Aires, Belgrano R, pero luego paramos en su bar, que es el Kracow, en San Telmo, aunque está llenísimo y no tomamos nada y yo me encuentro pensando, como siempre, lo importante que es conocer qué tipo de bares le gustan a los demás, y vemos a Mafalda ("¿allá conocen a la Mafalda?"), sentada en un banco, de espaldas, y me cuenta que el barrio es histórico, sí, pero que hay una calle que es el Bronx en la que se vende muchísima droga y siempre hay bronca y que muchas de las casas que vemos están okupadas, algunas transformadas en centros sociales. Y me lleva al almacén Don Manolo.

Almacén Don Manolo.
Su manera de observar, su manera de mirar, me enseña otro Buenos Aires. Otra manera de entender la política de Argentina, también, y otro modo de enfrentarse a sus personajes míticos, como el Gauchito Gil ("que era un cuatrero").

Gauchito Gil.
Caminamos en coche, por todas partes: por la capital del mundo llena de luminosos modernos publicitarios (que a mí no me gustan nada, pero a Gabriela sí), entre el caos del tráfico, la gente bien vestida (los pijos visten igual todos, en todas partes del mundo, le digo: y hay algo en mi tono que hace que vuelva a sentirme torpe. Además, tengo un tapón en el oído desde días antes de aterrizar y Nico y su madre hablan bajito y la mitad de las veces ni les oigo), el atardecer con el cielo naranja, la música en el coche (trip hop, Las Pelotas y el Somebody that I used to know, de Gotye, que tarareo con mi voz medio ronca ya). Buscamos una pizzería que él recuerda que debía de andar por alguna de esas calles de San Telmo, pero no la encontramos. Cenamos en cualquier parte. Me mira a los ojos y me dice una frase de la que no captaré el significado hasta quince días más tarde. Tomamos café: yo me caigo de sueño, al día siguiente me levanto a las cuatro menos algo de la madrugada y ni inyectándomelo en vena sería capaz de articular un discurso coherente.Y además sigo imbécil. Es curioso: no puedo recordar ninguna vez que me haya ocurrido eso. Puedo estar aterrada, muerta de miedo, paralizada por el pánico, pero así de incapaz, no. Y no me siento incómoda, que es lo más extraño. Porque debería. Supongo. Quizá.

Una casa curiosa en Belgrano R, desde el coche.

Viendo el Perito Moreno me acuerdo mucho de él. Me gusta mucho ese muchacho, es la persona más atrayente que he conocido en tiempos y me temo mucho que él no lo sabe o que no se lo han dicho nunca. Con Nico me ocurre como con Jordi. Tengo una imagen suya grabada en la cabeza ("te quiero sacar los ojos", "¿me querés sacar los ojos?"-se burla- y yo comienzo a balbucear -maldita torpeza-: "sí, tú... tú expresas mucho... con los ojos..."), pero no soy capaz de conseguirla en una fotografía. De Jordi eran gestos: la sonrisa sincera, la sonrisa irónica, esa rectitud que él es -cómo le gustaría estar aquí, cómo me acuerdo de lo loco que se volvería aquí-. De Nico son los ojos, la luz que le sale por esos ojos pardos e inmensos, las pestañas espesas y largas, los mil y un estados de ánimo (cansancio, diversión, burla, interés, alegría franca) que es capaz de expresar, los mil destellos que le ves cuando le miras a la cara. Y la sonrisa, esa sonrisa ancha, que le sube a la mirada y que hace que parezca que se ríe con todo el cuerpo. Está muy bien amueblado, ese niño. Nos despedimos con un medio abrazo: "Un placer", me dice. "Igualmente, niño", le susurro.

De repente, me he acordado de Robert.

1 comentaron:

Anónimo dijo...

Mmmmm!! No me creo el "Nada de Nada, Nenaaa!!

Parece ser que Santa ha sido mucho mas que "Generoso contigo y nos has "confabula con la Dicha de sentirnos, mas o menos, a tu Lado.

Yo creo que tambien tiene mucho que ver, la Lengua que hablas para tener en cuenta la politica o situacion de aquel que dice... Dime con quien Andas y te dire quien Eres.

No ha estado por ahi ni "caminando en auto, ni "cogiendo el autobus pero "follones en Toos Laoss!!


Un beso guacha y secate bien "el moquillo, pardalet, que seguro que bien lo MERECES!!


Suerte y SALUD en este NUEVO 2013!!



Pues Si, Ysa!!