lunes, 3 de diciembre de 2012

Madrid y varios cómics

30 de octubre de 2012.

Un avión significa Madrid. Y Madrid es Nerea. Madrid es Kois y es Begoña y es Gerardo. Nerea se va a Florencia, tres meses. Begoña acaba de regresar de un viaje por la India y Estambul en el que ha visto cada vez más mujeres con velo. Gerardo y yo hablamos de amores y de cómics. De Building Stories, de Ware. No lo he leído, no he leído nada de Ware. Con Ware me pasa como con Shakespeare: me da miedo no entenderlo. Pero hablar con Gerardo me hace tener ganas. Él no ha acabado aún Building Stories, que es una especie de Rayuela menos dirigido. El concepto, supongo, es claro: la vida no es lineal, ninguna vida es lineal. Pero Gerardo no sabe, o no ha descubierto, por qué Ware ha elegido contar lo que ha contado en un formato o en otro, que es lo que yo quiero analizar porque a mí me atraen las elecciones: por qué uno decide una forma de narrar y no otra. Cuál es el proceso que siguen las ideas. Cuáles son las diferentes maneras de mirar el mundo, o de leerlo. Pienso mucho ahora en unas palabras que le leí, de una entrevista que le hizo Pepo Pérez: decía que la razón por la que el tiempo se nos pasaba tan rápido ahora era porque, cuando somos niños, vemos el mundo en lugar de leerlo. Dibujar es, quizá, su manera de luchar contra el tiempo. Pero, desde luego, esa manera de observar lo desconocido por primera vez, sin miedos, viene cuando comenzamos a crecer.

Building Stories, de Chris Ware


Recuerdo a Erik, con sus ojos grandes, siempre con muecas de asombro, un círculo perpetuo por boca, mirando, sin leer. Y sé que crecerá escuchando a Beethoven, a Alfredo Kraus y unas pocas gaitas (la primera canción que le canté fue en gallego, A Carolina); que sabrá quiénes son Superman y Batman, quién es Lobezno y quién es Alan Moore y quién es Fontdevila. Y un día, quizá, le cuente que, pensando en Ware, me acordé de él.


Aprendí a leer a los dos años y medio. Leo, e interpreto, el mundo desde entonces. Sé que todo es texto y que todo se lee y que hay formas y formas de leer y sé que posiblemente Ware sea un genio capaz de absorberlo todo, pero me pregunto qué le hizo querer mirar también. Y si es posible, al final, mirar sin leer.