domingo, 19 de agosto de 2012

Hopper


Pavimentos de Nueva York. Hopper.

En Pavimentos de Nueva York hay una monja empujando un carrito de bebé, casi fuera de cuadro. En el arte no hay nada accesorio. Hopper compró una cámara para apresar los detalles de los edificios, pero se dio cuenta de que la perspectiva no era la misma que la de su ojo y la abandonó. Le fascinaban los cuartos vacíos. Qué es lo que pasa, se preguntaba, en una habitación vacía cuando no la ve nadie. He pensado en Estados Unidos, he reconocido los tejados de Nueva York y me ha sobrecogido la perfección de las acuarelas. Y los grabados. Y el gusto por las sombras duras en los costados de las casas. Los toldos azules y blancos, los brownstones, las gasolineras por las que no pasaba casi nadie, los edificios con pasarelas de madera que se adentraban en el bosque, las marinas con el agua moviéndose -el agua se mueve en los cuadros de Hopper- y los grabados llenos de sombras nocturnas, de parejas sórdidas, de barcas varadas.

Room in New York. Hopper.

Hay mucha soledad en los cuadros de Hopper. Pienso en Dorothy Parker, cómo no pensar en Dorothy Parker al ver el retrato de un matrimonio callado, ella tocando aburrida una tecla indolente en el piano, él leyendo el periódico sin levantar la vista. Cómo no acordarme del matrimonio perfecto que se separa porque descubre que, tras una década, ya no tiene nada que decirse. Cómo no ver, también, que hay mucho de Hopper en la serie de Mad Men y cómo no pensar en el mural neoyorquino que mostraba a los hombres trabajando, las camisas medio abiertas, los músculos tensos, mientras veo las fotos de las portadas que Hopper ilustraba: el trabajo en los muelles, los obreros -todos hombres, ninguna mujer, todos elegantes (camisa, chaleco, gorra cuadrada con visera)-: inmigrantes quizá buscando la tierra prometida llena de oportunidades.

Night Shadows. Grabado. Edwad Hopper.

Hay una América que quiso contar Hopper, o varias. ¿Qué lleva a un pintor a retratar casas solitarias, con sus postes en medio, a plena luz del día? Me lo pregunto, también, porque en Canadá surgio un movimiento nacionalista, el Grupo de los Siete, que no quería mirar a Estados Unidos ni quería, tampoco, mirarse en Europa -el París que Hopper también retrata, de un modo muy distinto, con niebla, indefinido- a como retrata las calles de su país. La gran búsqueda de una identidad artística propia, aunque luego todos se formaran al otro lado del océano, claro, con ambientes y tradiciones muy distintos.

Árbol seco y vista lateral de la Casa Lombard. Hopper.

Conozco muy poco de América, de la América del Norte, pero en mis dos viajes he tenido la impresión de que estaba a medio hacer. De que esa construcción de América que han reflejado tantos -Hart Benton, por ejemplo, o el mismo Hopper, con sus escenas portuarias, o Charles C. Ebbets o Margaret Bourke-White-, no ha acabado todavía, porque su historia es cambiante y solo bien entradas varias décadas del siglo XX surgió el movimiento conservacionista. La América donde todo es grandioso: las casas, los parques, las montañas, las hamburguesas, los cafés y las avenidas, los diners y los moteles de carretera.

New York Corner. Hopper.

Pintar lo que ven. Reflejar lo que se conoce, como Cortázar habló de París y Buenos Aires, del barrio de Agronomía, o como Borges habló de Palermo o Arlt de Flores. Pintar a la gente como si todos fuésemos, o fuéramos a ser, esa misma gente. La mujer que mira un papel en una habitación de hotel en penumbra; la que mira a través de la ventana o la que espera en algún pueblo del Sur, con los brazos cruzados en el pecho y los tacones, a que ocurra algo que no sabe si ha buscado todavía.

South Carolina morning.

5 comentaron:

Ana A. dijo...

Que delicia de entrada,
veré la exposición con otros ojos ... (acabo de estar buscando entradas).

Besos
a.

Anónimo dijo...

Muy buena prosa. Sin duda, Olga, consigues transmitir las sensaciones que el arte, de Hopper en este caso, te sugiere. Y, eso, el goce estético, es algo que no está al alcance de todos los informadores. Ánimo!

Los viajes que no hice dijo...

Ana, disfrútala. Es maravillosa. Salvo la taberna ruidosa que es el Thyssen...

Anónimo,¡no sé quién eres, pero tienes que conocerme! :) Gracias.

Luc, Tupp and Cool dijo...

Por apenas dos días no he podido ver esta exposición. Creo que lo lamentaré siempre. Al menos, como un regalo, está está en tu blog.

Un beso, Viajerita.

Olga dijo...

Un beso, preciosa. El Thyssen es una taberna. La próxima vez, me llevo tapones de orejas.