jueves, 5 de julio de 2012

Orquesta de Extremadura

La cultura da prestigio. No dinero. Eso me lo dijeron hace mucho, cuando comencé a trabajar llevando el área pobre de la información, que es, junto con educación y políticas sociales, la más hermosa. Yo no puedo valorar la música en términos económicos. Sí puedo establecer cuánto cobra un licenciado -son licenciados, estos músicos- que está trabajando para la administración. Y hasta cuánto cobra uno que trabaja para un organismo público. Pero no cuánto cuesta que un centenar de músicos ejecute la Sexta de Mahler o que, al grito de "¡la Quinta de Brahms!" se pongan todos a tocar, como si les fuera la vida -el futuro- en ello, a las puertas de la Asamblea de Extremadura el día del debate sobre el estado de la región.



Una veintena de orquestas (la de RTVE, la de Gran Canaria con Pedro Halffter, la Nacional de España con Josep Pons, la Real Sinfónica de Sevilla y muchas otras) han estado tocando la danza extremeña del Candil en apoyo a la OEX en sus conciertos. Si se escuchan todos seguidos, ya puede uno comprender cómo los músicos, y los directores recrean las partituras cada vez que las tocan, por qué un concierto nunca será igual a otro. Las noticias están en todos los periódicos, no voy a hacer un resumen. Ya lo hice el viernes pasado y lo volveré a hacer mañana en Agitación y Cultura. Lo que sí sé es que la cultura es necesaria, en tiempos de crisis más (a no ser que se quiera convertir un país en una nación de albañiles -oh, wait-) y que la educación es necesaria y que la Orquesta de Extremadura no sé yo tanto si es cultura como si es educación: exactamente igual que un libro, un cuadro de Hopper, el Partenón de Atenas o el canon de Pachelbel.

A mí me sigue emocionando, y asombrando, porque soy así de incrédula, que un grupo de gente joven sepa, desde que eran críos, quiénes son Stravinski, Bartok, Rossini o Debussy y que dediquen horas y horas diarias a perfeccionar la técnica y a ansiar la genialidad. Me dan la misma esperanza (una esperanza cierta, casi la única que tengo estos días) que cuando hablo con los estudiantes de los Conservatorios porque me parece un esfuerzo casi titánico que alguien descubra, con todo el futuro incierto que ello conlleva, que le gusta la música más que nada en el mundo.

4 comentaron:

Domingo Cáceres dijo...

Precioso post, a la vez que tristísima realidad. Valor no es igual a precio, por mucho que quien manda lo busque por todos lados.

Anónimo dijo...

quinta de brahms no! por dios! eso no existe! (pero no como el metrobús, sino que no existe de verdad)

Los viajes que no hice dijo...

Que no, que es la danza húngara número 5 de Brahms, pero cuando estuvieron en el concierto de la Asamblea dijeron (para abreviar, supongo), la quinta de Brahms. No es la quinta sinfonía de Brahms, que eso no existe por ninguna parte... Y si la compusiera alguien, no sería Brahms. Que está criando malvas, el mi pobre.

Hera dijo...

Te he elegido para el premio Liebster, pasate para ver de que va ;)

http://lacoctelhera.blogspot.com.es/2012/07/premio-liebster-y-cuestionario.html

Enhorabuena!