martes, 1 de marzo de 2011

Una foto


Hace unos días vi una imagen. Fue en un fin de semana muy raro, que pasé aliviada en parte, algo maltrecha también, con amigos, con libros, con fotografías. Compartí algún dolor que no se ha ido, porque eso me va a doler por mucho tiempo y de muchas maneras diferentes. Y vi una foto.

He visto muchas de esa ciudad. Fui sin saber reconocer el Empire State y ahora distingo cada edificio. He escuchado a Billie Holiday, a Billy Joel y a Frank Sinatra a todas horas. Decidí irme a París para viajar sola y porque hay que ir a Lyon a ver a Noelia cuando para a Mateo. Y porque París significa otras cosas: una reafirmación y otra huida. Sé bien lo que va a significar París.

Una negación, para empezar.

Por eso esa imagen me puso triste. Hay una mujer. Viste de negro. Mira un escaparate. Nada más. Porta una bolsa de las que tienen el logo: "I love New York". Parece cansada o yo la imagino cansada. Y al final ya no sé si se trata de lo que la foto enseña o de lo que yo vi. O de la parte de mí que quiso ser ella y pararse delante de un escaparate que muestra ropa de época, porque hay no sé qué de Jane Eyre, y llevar una bolsa de I love New York porque he entrado en una de esas tiendas horteras de souvenirs para turistas y he comprado algo y...

Me supo a derrota, la foto. Porque sé que iré a París queriendo estar en otra parte. Y sé exactamente qué querría hacer en esa otra parte y que no voy a pedir permiso. Y que por eso no voy, porque no me apetece un no por respuesta, porque sería la tercera vez y porque no estoy de humor como para que no me duela.

Aunque nunca salgan las cosas como pretendo.

No sé quién es ella, pero lleva acompañándome desde entonces. He aprendido las luces de memoria, la forma de las dos bolsas, las letras del escaparate, las manchas del suelo, cómo otra persona coloca una pajarita, las rayas del mármol.

Justo después de verla mandé un mensaje. Para que me esperen, con un café calentito y un muffin de canela.

Él, me contaron, se puso muy contento.

Ahora sólo me queda cruzar los dedos. Y lo demás.

Imagen de Workinpana.