martes, 18 de enero de 2011

Joan Margarit



El lector es el músico que toca la partitura. Con todo lo que él es. Con sus deseos, con sus ilusiones, sus frustraciones, su orgullo, sus sueños o su veneno.

Yo empecé a tocarle hace mucho. No leo libros enteros de poesía, aunque haya libros de poesía que me he leído enteros muchas veces, y hay matices. No recuerdo cuándo fue y no me importa, porque tampoco recuerdo quién me trajo a Auden. Margarit, como otros antes, sin conocerme, me contó una vida que es la mía y le habló a alguien que yo fui, a la corriente subterránea que me habita y que no controlo salvo cuando leo algún verso y sé que sí, que soy exactamente eso. Que otros me ayudan a explicarme. A que sea más fácil vivir conmigo. A mantener la esperanza de que existe alguna clase de piedad.

En alguna parte.

Tantas ciudades a las que debimos haber ido.


Es de ciudades cultas nuestro sueño
con música y cafés hospitalarios,

la majestad de un puerto y estaciones
de hierro y de cristal con los trenes bruñidos por la noche

y por la lluvia, por la misma lluvia
que nos arrulla en un pequeño hotel

o desde las ventanas de un museo.
Hay lugares tranquilos al amparo

de grandes árboles, gente educada,
callada, bien vestida, librerías 
donde los ojos vagan mientras cae la tarde.


Tantas ciudades a las cuales debimos haber ido, amada mía.
La luna sale tras aquellos puentes de hierro de los años

en los que fue cambiando nuestra ley.
Desde entonces el tiempo es una lluvia

que nos inunda como a los tejados.
Pero en la luz del patio están los templos

de mármol blanco y travertino de oro.
Y por las calles de pequeños pueblos

encontramos estucos color tierra,
fastuosos, esgrafiados por el viento.

La casa del balcón posee aún
luz de conversaciones y refugio,

y cuando de los dos quede uno solo,
tendrá por compañía los recuerdos,

la hiedra y el ciprés hasta encontrarnos
en las ciudades de este sueño.


Joan Margarit


La foto es mía.

2 comentaron:

Elías dijo...

Olga:

Pocas veces he visto, en tan pocas palabras, lo que la poesía es, debe ser, para un lector.

Hermoso, Margarit; un poeta con todas las de la ley.

Como hermosa fue tu compañía ayer en su lectura.

Un beso.

Los viajes que no hice dijo...

A mí siempre me parecerá hermoso estar contigo.
Tengo la foto de Margarit dedicando tu libro. Pero las tengo que revelar y te las mando.
Un beso, guapo.
Y muchísimas gracias.