viernes, 17 de diciembre de 2010

Varios años de golpe


Nos encontramos en julio a cuenta de unas gaitas. Yo le había leído ya, con la misma fruición con que me leí los mensajes de la muy sabia e inteligente Tuppence cuando entré en DxC. Al fin y al cabo, ya me había enamorado antes de ese androide que me enseñó, hace mucho tiempo, que lo único que me diferencia de un animal es mi conciencia de muerte.

Luego se fue, por un rato largo. Un mes, algo más. Regresó a cuenta de una mezquita y de unos libros. Ocho días después, durante un viaje a Madrid en el que Nerea y yo acababamos mirando los tejados con un café en las alturas, me dejó un paquete en Madrid Cómics. Con muchas revistas y muchas palabras. Nerea y yo pasamos parte de la tarde, con los dedos llenos de polvo y de ilusiones, leyendo en el metro y en el sofá, sonriendo.

Hasta ese momento, él y yo habíamos intercambiado una veintena de mensajes.

Al día siguiente, me fui a Nueva York. Las revistas siguen en casa de Nerea, que las seguirá hojeando para tenerlas aprendidas antes de que yo vaya a recogerlas. En Nueva York me siguió acompañando, a su modo. Recomendándome librerías, actividades en el Tompkins Square Park a las que no fui, y alguna tienda de cómic. También por las calles, porque a veces ocurre eso: estás en una ciudad que no conoces y te acuerdas mucho rato de alguien a quien no has visto nunca.

Reconocí St. Mark's Place porque él me la mostró. Y es suya mi foto favorita de Coney Island.

Cuando regresé, seguía estando aquí. Para trastear con mi ordenador, instalarme programas, enseñarme atajos de teclados, enviarme algún paquete, comentar alguna película o hablar de pasiones inefables. También me contiene cuando se me van los dedos, me critica de manera leal e implacable y me sujeta si voy a meterme en un lío.

Hacía mucho que no me fiaba tanto de nadie. Me gustan sus gustos, su humor y su ternura.

También me gusta su voz, pero me temo que eso no acaba de creérselo del todo.

Con alguna gente siempre voy a tener la sensación (qué coño sensación: la certeza) de que recibo más de lo que alguna vez podré darles.

Hoy le caen varios años más de golpe.

Y creo que eso no le gusta nada.