jueves, 5 de agosto de 2010

Espacio/Espaço Escrito



Esto lo escribí hace mucho tiempo, pero, como tantas otras cosas, descansaba en mi archivo. Lo rescato ahora, en que varios de sus amigos (Miguel Ángel Lama, Elías Moro, Álvaro Valverde) se quejan de que no se le ha otorgado, este año tampoco, la Medalla de Extremadura a título póstumo. Yo en esto cito a don Miguel Delibes que, supongo que con toda la ironía de que fue capaz, cuando le dieron la Medalla de Castilla y León tarde y mal (porque se la dieron tarde, perdonen), sonrió y dijo: Demasiado metal para mí. Será que a mí no me importan las medallas).

En la portada, un trozo de piel que se adivina y muchos libros. En la contraportada, él. Luis Sáez, que dirige la Editora Regional de Extremadura (cosa que nunca agradeceré lo suficiente), me acaba de mandar los dos últimos volúmenes de Espacio/Espaço Escrito. Sólo un nombre: Ángel Campos Pámpano. Un número extraordinario, en noviembre: un año se cumplía. El 25 de noviembre ya no es sólo un cumpleaños: también es una ausencia. Y muchos versos. Los de los amigos: Antonio Gamoneda, José Luis Puerto, Elías Moro, Antonio Gómez, Santiago Castelo, Juan Carlos Mestre, Ada Salas… He tenido la suerte de hablar con ellos en varias ocasiones. Con Gamoneda sólo una, que le debo a Ángel y que ya conté. Con uno de quienes cito me voy a tomar cervezas de vez en cuando y me regala libros y me enseña un cuaderno de notas con fotografías y textos). Quizá por eso son los primeros nombres que busco.


El suyo sigue en mi lista de conectados del correo de Gmail: lo veo todas las mañanas y algunas veces releo los correos: los míos comienzan siempre igual: “Angelito…”. Sigo pasando las páginas: Miguel Ángel Lama, Luis Landero, José Saramago, Luis Arroyo, Gonzalo Hidalgo Bayal. Veo su letra, que ya conocía, puntiaguda, en negro, y no consigo recordar cuándo la vi por primera vez: quizá en mi cuaderno, cuando le entrevisté por vez primera con motivo de una lectura del Aula Díez Canedo; o en aquella cena en San Vicente en la que nos sentamos juntos y durante la que me escribió su teléfono portugués y se comió dos boles de natillas.

Ya me lo había dicho Antonio Sáez, que preparar el número había sido un proceso muy doloroso, de búsqueda de archivos en el ordenador personal de Ángel, de detenerse en muchos textos, de intentar averiguar cómo le hubiera gustado la revista, de pedirle al resto de los amigos algunas palabras de recuerdo y de homenaje. Yo lo tengo al lado. Releo: cómo se gestó La vida de otro modo; cómo Gamoneda se quedó con una bufanda suya; cómo uno nunca sabe qué hacer con la muerte ni en qué exacto lugar colocar los recuerdos para poder convivir con la tristeza; cómo el cielo dispone su paisaje de signos; cómo había unos ojos siempre trazando impulsos. Y recuerdo el paisaje de Jola antes del incendio que viví y recuerdo a Jola quemada a través de sus palabras.

En mi casa hoy hace frío. Pero no nieva.

La foto es de Laura Covarsí.

7 comentaron:

Elías dijo...

Gracias, Olga, gracias.
Se me ocurre poco más que decirte; si acaso que me ha emocionado este recuerdo de Ángel -"a quien tanto queremos"-.
Sigue estando presente en nuestras vidas, lo estará para siempre: su voz, esa hermosa letra que tenía, sus poemas, "sus cosas".
Y su ejemplo cívico, su lealtad.

Un beso.
Elías

Manuel Barranco dijo...

Bellísima entrada, Viajes. Y buena ristra de nombres nos has dejado.
.
-No veas cómo escribe la niña...-

Puntos de vista y ... nada más dijo...

Olga, entrañable. Como casi siempre.

Yo no creo en las medallas. Sí que creo en que hay que recordar a las personas que han dejado huella. Y que la mejor manera de hacerlo es siguiendo su camino, mediante algo que nos recuerde permanentemente lo que él hizo. Conozco tanta gente que debe su pasión a la poesía y a la literatura gracias a Ángel. Y la pasión por Portugal. Por eso había pensado que él, que se pasó media vida trasmitiendo poesía en institutos de toda Extremadura, merecería que uno, junto a Portugal, llevara su nombre. Y que el proyecto educativo de ese centro estuviera muy ligado a la figura de Ángel. Eso sí sería duradero.

¿Te acuerdas de las medallas de 2008? Pues eso, que las medallas no sirven para nada. Pero la de gente que habrá buscado en internet quién demonios era Rodríguez Moñino.

Te agradezco la entrada. Hacía falta.

Miguel A. Lama dijo...

Enhorabuena, y muchas gracias, Olga, por esas palabras sobre Ángel a partir de la lectura del número de ESPACIO/ESPAÇO ESCRITO. Menos mal que tenemos por aquí a gente como tú haciendo de las suyas. Besos.

Los viajes que no hice dijo...

Elías, de nada. La verdad es que el texto va por Ángel, pero también va por Miguel Ángel y por ti. Así que me gusta que te guste...

Manolo, tú escribes bastante mejor que yo. Pero, que te reconozcan los grandes, es una manera de engrandecerte, así que aquí estoy yo, más ancha que larga. Y esto viene también como recordatorio de algo que le dije a Elías: si te reconocen los mediocres, ¿no es una manera de empequeñecerte? Eso iba por lo de la Medalla.

Puntos de vista, a mí es que las medallas no me gustan nada. Bueno, no sé si me gustan o no, es que la Medalla de una comunidad autónoma no me parece un premio importante. La idea del instituto me gusta más: un instituto en el que hubiera una revista hecha por los alumnos, muchas lecturas de poemas, grupos de debate, en el que las Humanidades y los idiomas tuvieran el papel que se merecen y en el que los alumnos leyeran a Mia Couto, Saramago o Camoes en el idioma original... Y a Shakespeare y Molière, ya puestos (pensar es gratis y soñar también) y en el que las ciencias y las letras no tuvieran esa disociación estúpida, con buenos profesores y en el que no tuvieran plaza gente de esa que tú conoces y gente como mi hermano, por ejemplo, al que también conoces, tampoco estuviera dando tumbos por ahí, sino formando mentes, que es lo que él dice que hace.

Miguel Ángel, muchas gracias. Y muchos besos.

Anónimo dijo...

Enlaces directos en el blog de Álvaro Valverde pinchando la hora: 22:10.

http://mayora.blogspot.com/2010/07/angel-sin-medalla.html

Los viajes que no hice dijo...

Pues sí que es difícil... Gracias, ahora lo añado.